-Ya estáis muertos -ríe Josh, a pesar de tener la cara descompuesta por el dolor-. Mis hombres acabarán con vosotros.

-Tú te callas -dice Fisher, a su lado, golpeándolo con la culata de su arma-. Da gracias que no te silencio de una manera más permanente, que es lo único que mereces.

-Necesitamos asegurar el camino hasta los túneles -informa Simmons, al ver que nos ganan en número-. No arriesgaré la vida de nadie si puedo evitarlo.

-Yo me encargo de la distracción, amorcito -anuncia Fisher. Y antes de que nadie pueda decirle algo, sale de nuestro escondite y comienza a lanzar granadas de humo a diestro y siniestro por todo el local. 

-Estás perdiendo facultades -se burla DK, en medio del caos-. Antes habrían sido otro tipo de granadas.

-Hank quiere discreción -le recuerda, justo antes de que una de las que ha lanzado ya, explote-. Uy, pues va a ser que me equivoqué con esa.

Lanza varias más, algunas no son de gas, y entre la confusión que ha creado, nos movemos hacia la trampilla secreta para poder escapar por los túneles. Pero en ocasiones, y me remito a las películas de acción de nuevo, las cosas no salen como se planean y nosotros no íbamos a librarnos de los problemas con tanta facilidad. La capa de humo que nos oculta, también sirve para que nosotros no veamos al enemigo, por eso no podemos prever que usarán un lanza granadas en nuestra contra. Siento cómo suena retumba el edificio entero y segundos después, comienzan a caer partes de la estructura sobre nosotros. Loman me cubre con su propio cuerpo una vez más y evita que me golpeen los cascotes, pero puedo sentir cómo su cuerpo se estremece cada vez que uno le alcanza a él. Sin embargo, logramos llegar hasta la entrada igualmente.

-¿Estáis todos bien? -pregunta Doc, una vez a salvo en los túneles- ¿Algún herido?

-He perdido al capullo -informa Fisher-. Los muy imbéciles han sepultado a su propio jefe. 

-¿Estás seguro de eso? -pregunta Archer. Creo que le hubiese gustado ser él quien acabase con la vida de Josh, pero yo me alegro de que no sea así. No quiero que manche sus manos con la sangre de ese hombre.

-Tan seguro como que le he visto la cabeza aplastada bajo los escombros -responde, como si nada-. Unos centímetros más a la derecha y él habría sido yo. 

No sé si me siento aliviada de que un tipo como Josh ya no pueda hacer daño a nadie más, o asqueada de la forma tan gráfica en que Fisher ha descrito su muerte. Supongo que pueden ser las dos cosas, porque lo uno no quita a lo otro. Chris en cambio, está muy pálida, aunque estoy segura de que no es por lo que le ha pasado a su ex, sino por lo segundo que ha dicho su hermano. Si mi mellizo hubiese estado a punto de morir aplastado, también yo me habría puesto así. 

-Vamos -nos apremia Simmons, tratando de cambiar el tema. Creo que también ha visto el rostro pálido de Chris-, debemos llegar al otro lado antes de que lo hagan ellos y liberen al resto. Harper, ten tu radio. Intenta localizar ya a la policía. Si esto se tuerce más, necesitaremos su ayuda, le guste o no al jefe que nos descubran aquí. La discreción se ha terminado desde el mismo momento en que han usado un lanza granadas. 

-¿Me conseguirías uno de esos para nuestro próximo despliegue, Angel? -Fisher distorsiona su voz al hablar-. Di que sí, anda. Porfis, porfis, Angel, di que sí. Quiero uno. Di que sí.

-Dios -suspira-. Qué cruz.

Las bromas son su forma de sobrellevar la presión en su trabajo y parece que les funciona, porque todos ellos sonríen con las tonterías que hace Fisher, pero yo no me siento tan relajada como para imitarlos. Esto parece un cuento de miedo interminable o una de esas pesadillas en las que al despertar, el mal sueño no se ha acabado, porque en realidad todavía sigues dormida, aunque no lo sabes hasta que abres los ojos de verdad. Y yo estoy deseando abrirlos.

-¿Cuándo se va a acabar esto? -susurro.

-Pronto -Loman me ha oído y me aprieta contra él-. Antes de que puedas pestañear dos veces, estarás en casa con mi medio hijo. Te lo prometo.

Avanzamos con rapidez hasta alcanzar la otra trampilla y DK es el primero en salir, seguido de Doc. Después de un momento en el que controlan la situación arriba, nos dan paso al resto. Parece que los malos todavía no han llegado y que el resto sigue tan atado como los dejaron.

-La policía ya viene en camino -nos asegura Harper- y me he encargado de que traigan suficientes efectivos para que nosotros sobremos.

-Bien hecho, Harper -asiente Simmons-. Es hora de largarse. 

A pesar de todo, Doc, Fisher y Harper se adelantan para comprobar el perímetro, mientras el resto nos rodean a Chris y a mí para protegernos. Con ellos al lado es imposible no sentirse seguras. Nos dirigimos a la salida en silencio y a paso ligero. Los demás se van uniendo a nosotros a medida que dejamos atrás las zonas que han estado controlando. Cuando nos reunimos todos en la puerta, siento que estoy empezando a abrir los ojos en mi pesadilla. Aún así, me da miedo que solo sea una nueva ilusión, por lo que, inconscientemente, me acerco a Loman, como si él pudiese hacer que el mal sueño termine de una vez por todas.

-Joder -exclama Doc-, ¿no se cansan nunca? Se acercan dos vehículos a toda velocidad desde el otro almacén. 

-Ya podían haberse muerto todos en la que armaron antes ellos solitos y ahorrarnos el trabajo -dice DK.

-Todos preparados -ordena Simmons.

-Déjame a mí -le dice Fisher a su lado-. Les ayudaré a volar.

De repente, se coloca al hombro un lanza granadas que no sé ni de dónde ha sacado, porque no se lo había visto hasta ahora, y dispara con una precisión impecable. A pesar de la distancia que nos separa y de que son dos coches, los hace saltar por los aires a ambos de un solo disparo.

-Mejora eso si puedes, Neve -grita eufórico-. Uhhhh, soy el puto amo.

-Fanfarrón -murmura Loman a mi lado, pero lo veo sonreír.

-Vamos -Simmons nos mete prisa una vez más, después de que Doc, DK y Harper hayan ido a comprobar si había supervivientes en los coches siniestrados. A los dos únicos que han salido vivos del accidente, los han dejado atados para la policía, junto al resto de sus compañeros, en el interior del almacén-, a los blindados antes de que esto se convierta en un circo.

-¿Has visto eso, Angel? -Fisher alza el lanza granadas, que no ha soltado todavía, y sonríe-. Qué pasada. Me encanta este bicho. Si tuviese uno como este en nuestras misiones, seríamos imparables.

-Suéltalo, Fisher -le ordena sin mirarlo ni dejar de andar.

-Pero lo quiero -protesta como si fuese un niño encaprichado con un juguete que quiere que le compren-. Déjame quedármelo. Nadie tiene por qué saber de dónde ha venido.

-Que lo sueltes -repite.

-Joder -lo deja caer al suelo y hunde los hombros como si le apenase tener que abandonarlo allí-. Eres un aguafiestas, Angel. Que lo sepas.

-Sí, lo sé -ni se inmuta.

-Claro que lo sabes. Y lo disfrutas -lo acusa.

-Contigo siempre, Suicida -se burla.

-Que bonito -lo malinterpreta a propósito y veo cómo Simmons blanquea los ojos, arrepentido de lo que ha dicho-. Ya sabía yo que todavía me amabas, Angel. Si es que soy irresistible.

-Mierda -se queja él-. Ya empezamos.

-Ahora no lo niegues, nuevo jefe -se arrima más a él-. Se te ha visto el plumero y tengo testigos.

-Pegadme un tiro y acabad con mi sufrimiento de una vez por todas, por favor.

Y por fin, en el camino hacia los coches en los que han venido a rescatarnos, puedo sonreír con ellos y disfrutar de las bromas que se gastan. He abierto los ojos de par en par y la pesadilla se ha ido para siempre.

Zandra (Saga SEAL 4)Where stories live. Discover now