Capítulo 12

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Su cuerpo fue estrellado contra la pared, mientras su boca era devorada por Steve.

Soltaba pequeños jadeos tratando de recuperar el aire que amenazaba con escapar de sus pulmones.

—Date vuelta. —Ordenó el rubio.

Tony no dudó en obedecer.

Las toscas manos del soldado tomaron sus caderas y las jalaron para chocar rudamente con la erección ajena.

La ropa comenzaba a estorbar.

Sin contemplaciones, Steve le quitó el pantalón junto con el bóxer y se bajó la bragueta.

—Steve ¿Qué...? —Los dedos del Capitán estiraron su entrada anal.

Jadeo ante la sorpresa y el dolor; hace tiempo que no mantenían intimidad.

—¡Ahhh! —Sintió los dientes del rubio rasgar la piel de su glúteo derecho.

Su entrada continuo siendo invadida, al mismo tiempo que la boca de Steve se encargaba de maltratar sus nalgas.

—... Steve... Metela... —Rogers gruño al verlo tan desesperado.

Olvidando la delicadeza, lo penetró de una sola estocada.

Si tan sólo hubiera quitado el saco y la camisa, seguramente Steve hubiera visto la espalda de Tony arquearse y contraer los músculos.

—Steve... ¡Agh! —El soldado arremetió con fuerza.

Anthony sentía las piernas temblar.

—Tony... Dios, quiero joderte.

Esa era su Capitán cero modales.

Y para su goce, él era el único que conocía esa cara de la moneda.

Continuaron por unos minutos más hasta que sintió algo espeso llenarlo.

Él por instinto, término y manchó la pared.

—¡Steve! —Su cuerpo colapso y calló de rodillas.

La respiración de ambos se escuchaba irregular y ruidosa.

El calor corporal del soldado se despegó de su espalda.

—¿Cap?

Se paro con la poca fuerza que tenía y se recargo en la pared.

El rubio lo vio con ojos oscuros y hambrientos; sin perderlo de vista, se quito la camisa y después el pantalón con la ropa interior, quedando completamente desnudo.

Tony gimió por anticipación.

Había olvidado lo perfecto que era Rogers.

Su cintura fue tomada con fuerza y su boca devorada.

Sin darse cuenta, fue arrastrado a la cama y despojado de la poca ropa que le quedaba.

Steve lo posiciono a su gusto; con la cabeza enterrada en la almohada y las caderas elevadas.

La gran palma del hombre de ojos azules presionó su espalda.

Tony sintió el pene del soldado adentrarse en él.

Duro, caliente, grueso.

—¡Maldición Rogers! —Las penetraciones de nuevo continuaron, junto con los besos en su espalda.

De un momento a otro, Steve lo obligó a elevar el tronco, quedando de espaldas al rubio y sintiendo aún las embestidas de su pareja.

—Tony... —Los dientes del Capitán pararon en el cuello del genio y sus manos a los pezones.

El castaño sentía que la cabeza le daba vueltas.

—¡Steve! —El glande tocó su próstata.

Steve lo supo y se encargó de volver a golpear; con fuerza, directo, sin duda.

Para Rogers era todo un espectáculo ver el pene de Tony saltando gracias a sus embistes y escuchar los escandalosos gritos del millonario.

—Tiny... —Tomó la mandíbula de su pareja y beso los labios rojos e hincados, callando los gemidos de culminación y sus posibles gruñidos.

Lo lleno por completo.

Anthony jadeo cansado y satisfecho.

En cuanto Steve lo soltó, cayó pesadamente en la cama.

El soldado también se dejó caer con más delicadeza y encima del genio.

—¿Me extrañaste? —El castaño estaba más dormido que despierto.

—Lo hice. —El rubio beso su mejilla.

Ambos se quedaron acostados, recuperando el aliento.

—Te amo Stiff.

—... Yo también te amo Tiny.

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