Capítulo 11

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Tony miraba las noticias.

Todo mundo hablaba de los grandes anuncios que él pagó para declarar su amor al soldado e icono de toda América.

Sonrió orgulloso por su trabajo.

—Bien hecho Tony. —Se felicitó.

"¿Señor? "

—¿Dime Jarvis?

"El señor Rogers quiere verlo".

Sintió su corazón martillar contra su pecho.

—... Voy enseguida.

Aspiro profundo, se vio por medio de la ventana y se arreglo el peinado, además de la ropa.

Con falsa tranquilidad, bajo de su recámara.

Justo en medio de la Sala, Steve se encontraba serio y con una postura recta.

—No pensé que vendrias tan rápido.

El rubio lo miro.

Estaba molesto, lo sabía.

—¿Es en serio Tony? —El soldado mantenía esa posición recta que tanto le calentaba—. Todos allá fuera están como locos.

—No es para menos. —Anthony levantó los hombros restándole importancia—. Acabo de declarar mi amor abiertamente.

El Capitán abrió la boca para después cerrarla.

Un sonrojo adorno sus mejillas por mucho que tratará de hacerse el indignado.

—Eres imposible Tony.

—No iba a quedarme de brazos cruzados y que pensarán que éstas disponible. —Argumentó.

Steve no dejó de mirarlo.

—¿A qué juegas?

—¿Yo? —Tony lo miro indignado— ¿Quién fue él que me beso marcando territorio y después me evito?

Rogers tenso la mandíbula.

Tony sonrió victorioso.

—... ¿Por qué lo hiciste? —Preguntó el soldado.

—Por la misma razón de siempre. —Anthony, con una seguridad propia de él, camino hacia al rubio y se plantó enfrente de él—. No quiero perderte.

Los ojos azules de su ex marido no dejaban de verlo directamente.

—Tony...

—Haría eso y más por ti. —El castaño lo tomó del rostro—. Hoy son anuncios, mañana puedo dar una conferencia completa del por qué te amo, pasado puede ser un artículo completo del por qué no puedo vivir sin ti... No dudes que se me irán ocurriendo más y más cosas.

Steve cerró los ojos aspirando la colonia de su genio.

—¿No vas a darte por vencido cierto?

—Jamás.

El genio sintió los brazos del rubio rodear su cintura.

—Tengo miedo. —El rubio susurro en su hombro dejando que su cabeza descansará ahí.

Tony también tenía miedo.

Miedo a decepcionarlo de nuevo, a perder el amor que aún Steve sentía por él, a no ser suficiente para el rubio.

—Perdóname. —El genio se aferró al cuerpo del soldado—. Tenías razón en todo.

Tony al final se quebró.

Se sentía temblar, se sentía débil y deshecho.

Había lastimado a Steve.

—Perdóname. —El hombre de ojos azules pego sus frentes—. Por favor Steve, perdóname.

Cansados; así se sentían.

—Tony... Intentemoslo de nuevo.

Anthony sonrió en medio de las lágrimas.

Sin pensarlo, se lanzo a los brazos del rubio y tomó sus labios con desesperación.

Steve lo encerró en sus brazos y correspondió al beso.

El castaño se aferró a la espalda de su pareja, en busca de pegar sus cuerpos, de sentir de nuevo la anatomía de Steve pegada a la suya.

Lo necesitaba, lo extraña, lo amaba.

—Steve... Te amo. —Beso su mandibula—. Te amo. —Y se pasó al cuello.

Recorrió la zona como la primera vez, buscando la manzana de Adán.

—Tony...

—Hazme el amor, soldado. —Pidió Anthony con ojo oscuros y pupilas dilatadas.

Steve no necesito más para cargar el cuerpo del genio y llevarlo a la recámara que tan bien conocía.

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