IV. Seasons of the Year

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Primavera.

Se conocieron de casualidad, un lindo moreno nuevo en la ciudad, sentado junto a un chico de ascendencia coreana, su interacción fue inevitable, el más bajo de rasgos asiáticos integró a su grupo de amigos al latino ese mismo día.

Aquella tarde se dieron cuenta de que sus personalidades chocaban, las discusiones no faltaron, aun así todos podían notar la creciente tensión sexual entre ambos con el pasar del tiempo.

Meses pasaron y ambos adolescentes comenzaron a sentir esas mariposas en el estómago y las manos sudorosas cuando una discusión los llevaba a acercarse de más. Lloriquearon, patalearon, lo negaron incontables veces, pero no podían escapar de aquella inevitable realidad.

Lance y Keith se amaban.

Fue en una cálida tarde de primavera que ambos adolescentes finalmente tuvieron su momento. Charlando por horas llegaron a tocar el tema que tan temido era para ellos; el amor.

Luego de darle muchas vueltas, McClain fue el primero en admitir sus sentimientos, cosa rara, todos apostaban a que el primero en hablar sería el coreano.

- Verás... Keith -murmuró con dificultad el nombre del ojivioleta-. Nos conocemos hace un tiempo...

- Dos años, Lance -aclaró el chico, alimentando los nervios del más alto.

- Sólo déjame hablar, Kogane -exclamó el cubano, presionando sus marinos ojos, a lo que el azabache decidió que por una vez sería prudente cerrar la boca-. Nos conocemos hace mucho, y... Bueno, nuestra... Nuestro trato -se corrigió, ya que decir "relación" le revolvía el estómago de los nervios.

Decidió que para su salud mental lo mejor sería no mirar al mayor hasta que terminara de hablar, así que soltó el aire con calma, y fijo su mirada azul profunda -que más de una vez le había robado suspiros a Kogane- en la calle, en las casas, en las cercas y en las flores de las casas, en todo menos en el bello chico caminando a su lado.

- Quizás no es el más amistoso, pero ¿sabes? A mi me gusta -sonrió, llevando sus sudadas, pero más calmadas, manos a su nuca-. Me gusta que siempre tengas algo para llevarme la contra y que no sea sólo porque sí, también me gustan las caritas que haces cada vez que discutimos, como a veces haces pucheritos, y piensas que no te vi, o como arrugas tu nariz y te cruzas de brazos. Me gusta que tengas una mueca para cada cosa que te diga. Me gusta como somos... Me gusta como soy cuando estoy contigo, Keith. Me haces ser mejor... Menos puto -soltó una pequeña risita-. No sé como lo haces pero cuando estoy contigo no logro pensar en nada que no seas tú, en hacerte sonreír, ser mejor para que estes orgulloso... Pero aun así me dejas ser yo mismo. Cuando estoy contigo soy cien por ciento yo; Lance McClain... Creo que lo que quiero decir es... -detuvo su andar y se giró para ver al azabache de mirada brillante y violeta, quien estaba mudo ante las palabras dichas por su amigo-, me gustas, Keith Kogane.

El mencionado no podía hablar, sus palabras habían quedado enredadas en su garganta y su cuerpo rígido no podía hacer más que parpadear. Su mente había olvidado incluso que su vida dependía del oxígeno que había dejado de entrar en sus pulmones.

Lance tuvo que pedirle al chico que respirara para que éste comenzase a hacerlo y, así mismo, saliese de su estado de shock. Seguido de eso literalmente se lanzó contra el cuerpo del más alto, aún sin poder hablar, abrazando al moreno, atreviéndose a besar sus labios.

Keith estaba feliz. Lance estaba feliz.

Ambos estaban felices. Y enamorados.

Verano.

Los meses transcurrieron luego de aquella declaración y las discusiones no habían cesado, aun así ambos chicos disfrutaban de la compañía del otro, los besos, las caricias y el poder llamarse novios en público.

━━━𝐈𝐌𝐀𝐆𝐈𝐍𝐀 𝐊𝐋𝐀𝐍𝐂𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora