Capítulo 8

4.7K 270 17
                                    

Las horas pasaron y Dylan y yo seguíamos ahí, encerrados en mi cuarto, hablando de nuestras cosas como si nos conociéramos desde hace años.

-¿Qué pasa?

-Nada, ¿por qué?

-Porque me estás mirando.

-No te estoy mirando.

-Sí, sí lo haces. -Dije riendo.

-Simplemente es que me gusta verte así.

-¿Así cómo?

-Como tranquila, siendo tú misma.

-No suelo ser yo misma con la gente, suelen juzgarme.

-A mí también, por eso te entiendo.

-Pero es diferente. Yo contigo estoy siendo yo misma pero tú no lo eres conmigo.

-¿Cómo que no? Te cuento cosas que nadie sabe.

-Dylan... ni siquiera sé por qué vas a terapia.

-Supongo que todos tenemos secretos.

-Ya, claro...

-Luna...

-Déjalo. Es que siento que sabes demasiadas cosas de mí y yo no sé casi nada de ti. -Dylan suspiró.

-Confía en mí, no seas como los demás.

-No soy como los demás.

-Pues demuéstramelo. -Me sentí mal por él, por sentir dudas. Quería confiar en él, iba a intentarlo. Apoyé mi cabeza sobre sus hombros.

-¿Quieres que baje a por algo de comida?

-De acuerdo. -Me levanté y bajé despacio por las escaleras. Cogí algo de comida y cuando subí me encontré a Dylan tumbado en mi cama. Me acerqué a él despacio y me tumbé a su lado.- ¿Estás bien? -Susurré.

-Mejor que nunca. -Cerré los ojos y me dejé llevar por la calma.

Los rayos del sol aparecieron por mi ventana cegándome. Puse mi mano sobre mi rostro para poder abrir los ojos y entonces vi el cuerpo de Dylan a mi lado. Le miré durante un instante hasta que se movió.

-¿Qué hora es? -Dijo con voz cansada.

-Aún es pronto, son las seis y media. -Me incorporé un poco y volví a mirarle.

-¿Qué pasa? -Me preguntó riendo.

-Nada, es que se me hace raro que estés aquí.

-Si me pides que me quede no me queda otra opción.

-¿Te has sentido obligado?

-Era broma... -Murmuró.

-Vale, perdona. -Me levanté y me senté en el borde de la cama.

-Luna, si estoy aquí es porque quiero y porque lo necesito.

-¿Lo necesitas?

-Sí, me haces sentir bien, me haces sentir... distinto. -Me quedé en silencio, tratando de entender todo lo que estaba pasando.

-Me siento como una tonta... Ni siquiera te he agradecido que me hayas defendido y que te hayas quedado aquí conmigo toda la noche.

-Tranquila, lo comprendo. Siento haberte asustado.

-Ya te dije que a mí nada me asusta. -Bromeé y se rió.- ¡Shh, que te van a oír mis padres!

-Perdón, perdón.

Dylan se acercó a mi de repente y por un momento pensé que iba a besarme, yo me quedé totalmente quieta y él también.

-Creo que debería irme ya.

-¿Ya? ¿Tan pronto? Quiero decir... sí, será... será lo mejor.

Siguió cerca de mi, creo que los centímetros entre nosotros habían disminuido. Pero como no, algo lo estropeó. La alarma sonó y la paré rápidamente.

-Joder, ni siquiera me acordaba de que tenía clase. Será mejor que nos vayamos antes de que se despierten mis padres. -Dylan me miró de arriba a abajo.

-Digo yo que tendrás que cambiarte de ropa, ¿no?

-Joder... Vale, no mires. ¡Ni se te ocurra mirar!

-No, tranquila.

Me acerqué al armario y me desvestí. Miraba de reojo de vez en cuando a Dylan. Sabía que estaba mirando desde el espejo mi espalda desnuda pero tampoco dije nada. Me vestí rápidamente y cogí la mochila.

-Venga, vámonos. -Dije volviendo a la habitación.

Bajamos en silencio las escaleras. Revisé que no hubiera nadie antes de cruzar la entrada y, una vez vi que no había nadie, salimos de mi casa con rapidez.

-Tengo que irme a clase... -Suspiré.

-Suerte con la chica esa, ya veremos si te dice algo.

-Si... bueno... adiós. -Dije nerviosa y me alejé.

-Oye, Luna. -Se acercó corriendo a mi. -¿Nos podemos ver hoy? A la salida de tus clases, en el muro.

-Claro, te espero allí.

-Vale.

Intenté llegar al instituto lo más tarde posible. La gente con la que me cruzaba por el camino me miraba algo peor de lo normal. Empecé a tener miedo. Muchos se acercaban demasiado a mí e incluso algunos me golpeaban con el hombro. No paraba de escuchar cómo susurraban bicho raro a mis espaldas.

Una de las amigas de la chica se paró frente a mí.

-¿Se puede saber qué demonios le habéis hecho a mi amiga?

-¿Perdona?

-Me ha dicho que no va a venir hasta que no se recupere y que ha sido todo culpa tuya y de tu amiguito. Das asco payasa, no sé que coño pintas aquí. Vuelve a la ciudad de donde has venido o desaparece. Nos harás un favor a todos. -Me empujó y se fue no sin antes escupirme en las zapatillas. Miré a los demás y todos me miraban.

Salí rápidamente del instituto. Escuché los gritos de un profesor llamándome la atención pero no paré. Tenía que salir de ahí. Sus palabras no paraban de resonar en mi cabeza.

Paré en el muro donde solía fumar. Intenté respirar hondo pero no podía más, odiaba esa sensación. Todo el mundo me miraba, me llamaban bicho raro, me empujaban... Nunca era suficiente para nadie, nunca me aceptaban, hiciera lo que hiciera. Perdí la cabeza. Empecé a arañarme, a tirarme del pelo y a gritar.

-Luna, para. -Me giré asustada. Era Dylan.

-¿Dylan? ¿Qué haces aquí? -Dije intentando aguantarme las lágrimas. Me había visto así, me había visto perder la cabeza.

-Me daba miedo que pasara esto y preferí esperar. Lo siento. -Se acercó lentamente a mí.

-Me han dicho que si me quitara del medio les haría un favor a todos... -Dije todavía llorando.

-Sabes que no es así, ¿vale? Tienes a gente que te necesita. Yo... yo te necesito. Olvídate de esa gente. No saben valorarte. -Me tiré a sus brazos y le abracé con fuerza.

-Lo siento... -Le susurré llorando. Me miró y apartó mi pelo hacia un lado. Apoyó mi frente con la suya y me secó las lágrimas.

-Tranquila ¿vale? No voy a dejar que nada te haga daño. Te lo juro, Luna.

Me acerqué a él y él se acercó más a mí juntando nuestros labios a penas unos instantes que se mojaron rápidamente por mis lágrimas. Nos miramos y me abrazó.

Morir por él, matar por ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora