Capítulo 1.

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El despertador sonó. Me levanté de la cama esperando que todo fuera un sueño pero no era así. Hoy nos cambiábamos de casa. Odiaba aquella sensación, odiaba tener que dejarlo todo atrás como si fuera tan fácil encajar en otro lugar.

Arrastré las piernas lentamente aún dormida hasta llegar al espejo, me miré unos instantes hasta que los gritos de mi madre me sacaron de mis pensamientos.

-¡Luna! ¡Acaba de guardar todo lo que te falta en la maleta!

-Sí, mamá... -Le devolví el grito desganada.

Me acerqué a mi escritorio y acabé de guardar algunos libros que tenía tirados por ahí. Los guardé en una caja y salí de la habitación con la caja encima.

-¿Dónde la dejo? -Mi madre andaba de un lado para otro como una loca. Con un moño mal hecho y una camiseta llena de roña.

-Por ahí encima. -Contestó agobiada.

La dejé sobre un pequeño hueco que había en la mesa y mi madre me cogió del brazo.

-Podrías alegrar un poco la cara, ¿no?

Ni siquiera contesté. Llevaba varios días mosqueada con ellos desde que me habían dado la noticia. No paraban de decirme que me estaba comportando como una niña inmadura pero no era así. Ellos no entendían lo que significaba para una adolescente empezar de cero.

-Luna, ayúdame a guardar las cosas en el coche, anda. -Mi padre apareció en la cocina y me miró con cara de agotamiento. Suspiré y me puse a cargar cajas sin dejar de soltar suspiros cada dos segundos para que se dieran cuenta de lo que estaban haciendo.- Deja ya de protestar, por favor te lo pido.

-Si te pusieras en mi lugar... pero claro, tú eres incapaz de hacer eso. -Me miró y se mordió la lengua.

-No empieces.

-¿Que no empiece con qué? ¿Con que nos vamos de aquí por tu culpa?

-¿Cuánto tiempo vas a seguir con tus estupideces de niña pequeña, Luna? -Contestó enfadado.

-Todo el tiempo que haga falta. Por tu profesión sabrás que es duro asimilar algo así, ¿verdad?

-Tu madre y yo estamos bien, esto no tiene nada que ver contigo así que deja de involucrarte.

-Tiene que ver conmigo en el momento en el que decidís que dejemos esta casa y me arrastráis a mí con vosotros.

-Si lo prefieres puedes quedarte con tu abuela.

-¡Si, claro! -Mi padre soltó un largo suspiro.

-¿Tanto te cuesta perdonarme?

-Sí, es lo que tiene ser un padre y un marido horrible. -Me miró dolido y yo me mantuve firme.

-Puedes irte. Ya acabo yo con esto.

-Genial. -Me giré y me fui.

Si no estaba contenta con la idea de mudarnos era porque simplemente nos íbamos porque mi padre no había sido capaz de ser fiel en su matrimonio. Así es, le fue infiel a mi madre pero ella le perdonó y por eso nos cambiábamos de casa, para que pudieran... "empezar de cero" pero yo no quería empezar de cero. Yo estaba feliz en mi desgraciada vida, no necesitaba otra. No había logrado encajar nunca pero al menos la gente me dejaba en paz. Empezar de nuevo significaba tener que intentar pasar desapercibida y eso no es fácil cuando se trata de "la nueva".

Mi padre era psicólogo y mi madre de momento no trabajaba, pasó una gran depresión por un aborto accidental que tuvo antes de la infidelidad de papá. O sea, todo un drama. Ahora querían cubrir esas faltas de su matrimonio con una casa mucho más grande, en un nuevo vecindario, en una nueva ciudad.

Yo no era muy sociable, nunca conseguía adaptarme a la gente. La mayoría eran adolescentes idiotas a los que tan solo les importa su imagen y su reputación. Yo era distinta a ellos. A mí no me importaban los likes o la apariencia. Yo era así, como me ve la gente, no necesitaba llenar mi Instagram de fotografías falsas absurdas.

-Lu... dale un poco de tregua a tu padre, por favor. -Mi madre se acercó a mí al entrar en casa.

-¿Que estabas cotilleando?

-No me hace falta cotillear para saber que le estás tratando fatal.

-Pues como él te ha tratado a ti. Es que ni siquiera sé cómo has podido perdonarle.

-Cielo... son cosas de pareja, ¿de acuerdo?

-¿Ese es el ejemplo que le vas a dar a tu hija? Entonces, si a mí me ponen los cuernos, ¿me dejo pisotear y le perdono?

-No me he dejado pisotear.

-No es lo que parece.

-Mira, no quiero hablar más de esto.

-Genial, porque yo tampoco. -Me giré y me fui hacia la habitación.

Tras acabar con la mudanza me di un paseo por la casa vacía. Nunca pensé que podría sentir tristeza por algo material pero ahí estaba ese sentimiento. Tenía muchos recuerdos vividos entre esas paredes y, aunque no todos fueran buenos, era mi refugio. Mi hogar. Cuando subí al coche me puse los auriculares e ignoré a mis padres. Estaban radiantes, radiantes de felicidad. Me parecía repulsivo. Era muy falso que intentaran hacer como si nada hubiera pasado.

Al llegar a la nueva casa y bajar del coche me quedé parada frente a la puerta. No era para nada como me la esperaba. Llamarla "nueva" podía ser un insulto para esas casas blancas preciosas que hay por ahí. Parecía sacada de una película de terror.

-¿Qué te parece? -Me dijo mamá al bajar del coche rodeándome con su brazo. Hice un gesto para quitármela de encima y ella se apartó.

-Es algo vieja, ¿no?

-Tranquila, por dentro está mejor. Es una vivienda impresionante. Vas a tener una habitación enorme, ya lo verás. -Dijo mi madre sonriendo.- Venga, vamos a bajar las maletas y te la enseño.

Me quedé unos segundos parada mirando hacia la ventana de la casa de al lado. Un chico estaba asomado mirándome fijamente y le devolví la mirada. Rápidamente se escondió entre las cortinas.

-Vamos, Lu. Ayuda un poco. -Me dijo mi padre.

-Este vecindario es un poco extraño.

-No seas paranoica. -Se quejó mamá.- Cariño... sé que esto es duro para ti pero solo te pido que lo intentes.

-¿Que lo intente? Estamos aquí, ¿no? Ya me habéis separado de todo lo que tenía allí.

-Pero si no tenías nada allí, Luna... -Miré a mi padre con odio y mi madre intervino.

-Lo que quiere decir tu padre es que aquí tendrás oportunidades de hacer amigas, podrás empezar de cero, cambiar un poco tu... imagen.

-¿Mi imagen?

-Luna, ya hemos hablado de esto. No insistas más.

-Venga, tengamos la fiesta en paz. Ayúdanos a sacar las maletas.

Volví a mirar hacia aquella ventana. El chico volvía a estar ahí, observando.

-Será cotilla... -Murmuré.

Morir por él, matar por ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora