Prólogo

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—¡Boo! ¿Eh? ¿Estas llorando? ¿Por qué lloras?

La pequeña no recibió una contestación clara. Solo podía escuchar el gimoteo de la niña abrazada a sus piernecitas.

La pequeña niña de cabellos del color que se asemejaba a las mandarinas se movió inquieta tratando de ver más allá del vestido blanco y las coletillas rojizas de la niña.

—No... som-... brero...— trató de decir la peli roja entre llanto y llanto.

—¡Esta bien!— exclamó la oji carmín y dando un bote en la arena se levantó.— Yo te ayudare a encontrarlo. Seguro que se lo llevó algún delfín malo amigo de Kanan-chan.— aseguró con convencimiento en sus palabras.— Por cierto yo me llamó Chika.

Chika extendió la mano a la niña del suelo y sonrió traviesamente. La peli roja de coletas volteo con sus dos ojos dorados llenos de lagrimones y se levantó con ayuda de la peli mandarina.

—Yo me llamo...

De sus labios un "oh" fue pronunciado. La joven se reincorporó en la cama lentamente; su mano izquierda perdida dentro del pijama, rascando con ahínco su tripa. La cabeza naranja se movió a un lado y a otro tratando de ubicarse en la habitación.

El sueño era evidente en aquel rostro adormilado. Se levanto cuando apenas el sol empezó a salir. El reloj biológico, programado acorde con el horario escolar, le había avisado como de costumbre sin tener en cuenta si eran vacaciones de verano o no o, si debía ayudar en el Ryokan o no.

—¡Ey, Chika!

Los ojos rojizos de la muchacha se entornaron fijos en la nueva presencia a su espalda. La puerta corredera que la separaba había sido apartada de un manotazo por su hermana mayor.

—¿Mito-nee?

—Quien si no, idiota.— las cejas anaranjadas se fruncieron con fastidio. Chika había entendido el tono burlón en la voz de Mito; eran muchos los años que llevaban juntas como para no darse cuenta.— Acuérdate de sacar a Shitake. Hoy te toca a ti.

—Lo seeee.

Triunfante, la mayor cerró la puerta con algo más de delicadeza dejando a Chika y su evidente fastidio.

Menuda forma de despertarse y empezar las vacaciones, pensó.

Con las yemas de sus finos dedos tentó la fina manta encima de su cuerpo y la aparto en un rápido y conciso movimiento. Una vez de pie alzo las manos al aire en una pequeña pose de estiramiento que le permitió reactivar los músculos adormilados de todo su cuerpo y se acercó al armario.

Era verano, pero por las mañanas aún seguía corriendo esa brisa por lo que, después de elegir un conjunto sencillo agarro su sudadera favorita de mikans y se la puso camino a la entrada del Ryokan.

—Buenos días, Shitake.— Chika entre abrió los labios en una sonrisa hacia el perro quien al verla ladró emocionado.

Un par de mimos y peleas por dejarse poner la correa después, ambos salieron en su paseo matutino por el camino asfaltado circundante a la playa de enfrente.
Era una mañana tranquila como cualquier otra donde el rumor de las olas de al lado se hacía escuchar por sobre cualquier otro ruido natural presente.

No fue hasta que el grito de una chica la distrajo lo suficiente como para que Shitake aprovechara ese desliz para escapar de ella con un tirón fuerte de la correa.

Un imperceptible "Ah" escapo de los labios de la peli mandarina. No le dio mayor importancia porque sabía que Shitake volvería en seguida a ella, después de lo que es que tuviera que hacer.

Cuando te conocíWhere stories live. Discover now