capítulo 7

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Bueno,  un capi más. Tenía pensado avanzar  más y ser un poco más constante  en subir la historia pero estuve enferma en los días que pretendía descansar y escribir, así que  aquí  regresando de a poco. Es versión sin revisar, así que disculpen si hay errores.Espero les guste.

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 Al día siguiente , antes de las diez, Maddy recibió mensaje de Constantine preguntando qué debía llevar, le recordaba que nunca había ido a un picnic así que desconocía la etiqueta. Le envío un mensaje entre divertida y enternecida

"¿Qué te parece si me pasas a buscar en media hora y pasamos a comprar una bebidas? Yo ya preparé comida."

"De acuerdo" respondió él y media hora después estuvo allí.

Madeleine se había fijado antes que era apuesto, pero vestido informalmente con jeans, camiseta blanca y una gorra negra era algo impactante, se detuvo un momento a observarlo hasta que él le llamó la atención.

-¿Sucede algo? – preguntó cruzándose de brazos.

-No, por un segundo temí que trajeras a tu chófer – le respondió y él sonrió.

-Ya sabes, estoy de vacaciones - contestó.

-Ayúdame con esto – indicó y él se acercó a tomar la caja que cargaba y la puso en el baúl del auto.

-¿La comida?

-Sí, aunque cada uno llevará algo.

-¿Será suficiente que lleve las bebidas? –preguntó dudoso y ella afirmó. Aún así cuando se detuvieron en la tienda Constantine también compró algunos bocadillos.

Durante el trayecto de viaje hablaron poco porque él estaba nervioso. Maddy era consciente de que cosas cotidianas como reunirse con un grupo de amigos era algo nuevo para aquel hombre. Lo que para ella era algo extraño, el dinero, el mundo de los negocios, el éxito como meta era algo común para él y todo lo que en su vida era común, para él era extraordinario. Y en ese espacio en que sus mundos se volvían opuestos habían encontrado un lugar para convivir, para conocerse.

Cuando llegaron al parque donde sería el picnic ya había bastante gente, había algunas mesas, reposeras y mantas sobre el césped. Constantine bajó las cosas del auto y se acercó cautamente mientras Madeleine iba a dar abrazos a la gente allí reunida.

-¿Un amigo? –preguntó un hombre de barba que él recordaba haber visto en el bar.

-Sí, un amigo- respondió ella y luego que él dejara los paquetes que cargaba lo tomó de la mano y lo acercó para presentarlo.

Constantine se vio inmerso en una marea de preguntas y saludos, sin embargo lo hicieron sentir bienvenido y al rato pudo relajarse. Había muchas personas, no solo los motoqueros que había visto en el bar sino también sus familias, incluso había varios niños.

A pesar de ser todos muy distintos en cuanto a sus ocupaciones e intereses, coincidían en su curiosidad por su relación con la joven.

-No suele venir acompañada a nuestros encuentros – comentó uno de ellos intentando indagar en su relación con Madeleine.

-Creo que se compadeció de mí porque nunca vine a un picnic- respondió él con sinceridad y eso los distrajo un rato.

-¿Nunca? ¿De verdad? – preguntó otro de los amigos y él negó.

- Supongo que nuestra Maddy heredó su espíritu benefactor de Jon, así que se apiadó de ti – comentó alguien más pero su tono tenía un tono divertido y aunque ella estaba algo alejada acomodando la comida en una mesa, Constantine la observó sonrojarse.

También observó que allí al aire libre, rodeada de gente se la veía mucho más joven y alegre. Llevaba el cabello recogido en una coleta corta, una blusa de volados blanca y un short de jean que la hacían parecer diferente a las otras facetas que había visto de ella. Y también se dio cuenta que el interés por conocer cada aspecto de Madeleine se hacía más fuerte.

Pasaron un momento agradable, la comida se sentía más sabrosa en aquel lugar, quizás porque estaban condimentadas por las charlas cruzadas, las risas y recuerdos compartidos.

Luego de comer algunos se marcharon, otros se dispersaron en el parque para jugar con los niños, hacer lanzamientos con pelota de rugby ya que había un par que practicaban aquel deporte o descansar un rato.

Él y Maddy optaron por un rato de holgazanería debajo de los árboles donde ella había extendido una manta.

-¿Y qué tal? – preguntó la joven

-Creo que me gustan los picnics – respondió él mientras se recostaba acomodando sus brazos tras la cabeza.

-Me alegra, entonces – respondió ella

-Gracias por invitarme – le dijo y ella se recostó a su lado. Ambos se quedaron en silencio mientras miraban el follaje de los árboles que se extendía sobre ellos como un manto verde que variaba con la luz.

-Me gusta ver los árboles- comentó Maddy.

-Cuando estaba en el orfanato me recostaba así debajo de algún árbol y me quedaba horas, hasta que me buscaban mirando las hojas. Me daba paz, tranquilidad y eran momentos donde no pensaba en nada más, ni en extrañar a mi madre, ni en sentirme solo ni en lo mucho que detestaba ese lugar- contó con voz calma.

-¿Sabías que en japonés existe una palabra para nombrar a la luz del sol que se filtra a través de las hojas de los árboles?

-¿En serio? No lo sabía.

-Komorebi. Siempre me ha parecido bello que haya una palabra para nombrar algo tan especifico, creo que como dijiste antes, porque es algo que da paz – comentó ella, estaba agradecida que él le contara algo de su pasado y le resultaba muy significativo, por eso prefería no atosigarlo sino simplemente acompañarlo.

-Sí, es una palabra hermosa para una sensación igualmente bella. Había olvidado lo bien que se siente estar así – confesó.

-Es bueno que lo recordaras, quiero decir no es tarde para encontrar lo que te hace feliz y te da paz.

-Estoy empezando a pensar que eso es verdad- concordó con ella. Se quedaron una hora más, y luego de despedirse de los últimos amigos de Madeleine que aún seguían en el parque se marcharon.

Llevó a la joven hasta su casa y cuando la acompañó hasta la entrada, la sensación que había tenido todo el camino de regreso lo sobrepasó. No quería despedirse, no quería dejarla ir.

-Gracias nuevamente, fue un día muy especial- le volvió a decir.

-Gracias a ti por aceptar y por pasarlo bien. Sé que no es fácil adaptarse a lo nuevo, pero lo estás haciendo muy bien, no lo hubiera creído la primera vez que te vi, pero creo que eres una buena persona y estás en camino a convertirte en alguien mucho mejor. Además me ha gustado poder compartir este momento contigo y con ellos – expresó la joven al tiempo que sonreía cálidamente.

La expresión de ella era tan luminosa, tan sincera que Constantine fue atraído inmediatamente y la besó. Temió haberse apresurado y haber arruinado el buen momento vivido, pero Madeleine le correspondió el beso.

-Creo que eres tú – balbuceó él separándose un poco pero sosteniendo la cara de ella entre sus manos – eres tú quien me está convirtiendo en una persona mejor .

El lado rosa de la vidaWhere stories live. Discover now