Capítulo 2

2.5K 375 28
                                    

¡Mucho antes de lo que imaginaba! Gracias por el  apoyo.

---------------------------------------------------------------------------------------------------

Un mes después, Maddy lo volvió a ver. Era tarde y el bar estaba a pleno, ella estaba atendiendo en la barra y hablando con un cliente cuando lo vio entrar.No era un hombre que pasara desapercibido.

Ya no llevaba su traje pero aún con ropa informal se destacaba, era bastante alto para empezar, y el cabello oscuro con aquellos ojos de un color chocolate muy claro lo hacían muy llamativo aunque vistiera jeans oscuros y un sweater o quizás por eso. Y aún así tenía un aire de perdido, como si junto con el traje lo hubieran despojado de su seguridad, de aquel carácter que parecía anunciar que se llevaba el mundo por delante.

Se acercó a la barra y ella desvió la mirada, para que no descubriera que lo había estado observando tan atentamente.

Constantine estuvo a punto de irse al ver tanta gente, pero había ido por una buena razón, buscó a la dueña del bar hasta que la visualizó en la barra, riendo mientras servía un trago a un cliente. Llevaba una de sus típicas camisetas negras sin manga, y el cabello rosa hasta los hombros parecía un algodón de azúcar más que nunca, hasta le tentaba ir y tocarlo para confirmar que fuera cabello real. Quizás tuviera que ver con su infancia, con que de niño había deseado comer aquellos dulces , pero jamás lo había hecho. Y luego había dejado de lado sus deseos personales. Sólo había querido encajar, complacer a Jerome Clermont y su esposa, ser tan perfecto como para que no se arrepintieran de adoptarlo.

Trató de concentrarse nuevamente en su objetivo y se acercó a Madeleine. Se sentó en la barra, en un lugar que acababa de dejar vacante y esperó.

-¿Qué te sirvo?- preguntó ella luego de atender a los demás. No parecía contenta de verlo allí

-Una cerveza. Y necesito que hablemos.

-¿Otra vez? Soy la dueña de un bar, no un confesionario, busca ayuda en otro lado.

-¿Por qué un bar? ¿Por qué eres dueña de un lugar así? – preguntó cambiando el tono, como si de verdad le diera curiosidad o le pareciera insólito que ella fuera dueña de aquel lugar. Era extraño la primera vez que lo había visto la había acusado, no solo con sus palabras sino con su actitud, de ser una mala persona, ahora la trataba diferente.

-Porque lo heredé del hombre más maravilloso del mundo ¿Te sirvo la cerveza o no? – preguntó ella perdiendo la paciencia, sabía que aquel cambio de actitud se debía a que Constantine Clermont se traía algo entre manos y no le gustaba.

-Sí, quiero mi cerveza – respondió él y ella se la sirvió, luego siguió con su trabajo. Tenía un mesero que la ayudaba, pero más que nada era ella quien atendía a la gente de la barra o circulaba por las mesas hablando con su clientela, el lugar no era muy grande y Constantine tenía la sensación de que quienes asistían eran todos clientes habituales. Se demoró todo lo posible con su cerveza y luego pidió otra. Maddy lo miró con mala cara, pero aún así le volvió a servir.

-Después de ésta, te vas – le dijo.

-Necesito hablar contigo, es importante.

-Estoy a un paso de echarte de aquí, Clermont, dame una buena razón para que no lo haga.

-Porque estoy preocupado por Elliot y él es la única familia que tengo – respondió, y parecía sincero, lo suficiente como para persuadirla.

-De acuerdo, si puedes esperar, ahora estoy trabajando.

-Esperaré- respondió él. Y eso hizo, los clientes fueron marchándose, pero Constantine permaneció en su lugar. Durante aquellas horas observó atentamente a Madeline, tenía un empleado que se ocupaba de servir las mesas pero ella además de preparar los tragos en la barra se ocupaba de ir y hablar con los clientes. Había esperado que fuera un ambiente turbio, pero no lo era, más bien se sentía cálido, un refugio.

El lado rosa de la vidaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang