–¿Cuál es su nombre?

–Der Wintersoldat.

–¿Soldado... Soldado del Invierno? ¿Ese es su nombre? —el soldado miró extrañado cómo Peter le ofrecía su mano para un apretón—. Soy Peter Parker.

El castaño meditó qué había que hacer. Estiró su mano de carne y hueso hacia él y correspondió al apretón de manos suavemente. Sintiéndose extraño al momento tan agradable y ajeno a toda la situación.

Un agente entró y habló fuertemente. Deshaciendo con esa acción el apretón de manos en un segundo.

–Soldat. Fertig machen.

–Jawohl.

–Tú. Ven aquí —el agente tomó al niño del brazo fuertemente y lo obligó a caminar.

Llegaron a un lugar que Peter nunca había visto. Con una silla grande y con muchas cosas raras de metal a los lados.

Desvistieron al soldado sólo del torso. Su rostro reflejaba preocupación y miedo, según Peter. Y él se puso inquieto ante el ambiente.

–¿Qué... Qué le van a hacer? —preguntó el pequeño preocupado.

Hizo un breve contacto visual con el soldado, y luego los agentes empujaron mayor hacia la silla.

Le pusieron las cosas en la cabeza y empezó lo que Peter siempre había deseado que no fuera lo que pensaba.

–¡No lo hagan! ¡Le hacen daño!

Enseguida cayó al suelo por el dolor en su columna.

Sus oídos captaban todos los gritos de dolor y rabia de aquel castaño en la silla, y él no podía hacer más que llorar de impotencia.

Hasta que pararon de golpe.

Vio al soldado jadear de cansancio y rabia. Mirada de odio y determinada.

Solo hasta entonces se dio cuenta que otro agente estuvo dictando palabras en ese idioma todo ese rato.

–Fertig machen.

El soldado se levantó y caminó hacia un cubo de metal, con sólo la puerta con una pequeña ventana.

–¿Q-Qué le van a hacer?

Preguntó Peter arrodillado en el suelo, aún aturdido por el dolor.

Cerraron la puerta. Y sólo el pequeño pudo ver el leve brillo de tristeza cuando hicieron contacto visual por última vez antes de que se congelara en segundos

–Está haciendo lo que debe, pequeño —la voz de Pierce. El hombre se acercó y le ayudó a levantarse—. Es un entrenamiento. Le ayuda a pensar.

–Se vió... Triste.

–No, él no puede sentir tristeza luego de eso. Es un super héroe.

–¿Como... Como Ironman? —el hombre ladeó la cabeza, sin borrar su sonrisa amistosa.

–Exacto, como él. Y muy pronto tú también serás como ellos.

–¿Cómo... C-Cómo lo hago? Y-Yo... Ese soldado- —el toque suave del hombre encima de su cabeza lo calló.

–Te podrás unir con nosotros pronto.

Peter miró al suelo, y luego hacia la silla.

–Si lo hago y los ayudo... ¿Podré volver con mí familia?

–Por supuesto.

Peter lo miró, luego a la cápsula donde habían encerrado al súper soldado y finalmente la silla.

–Lo haré.

–Muy bien. Has avanzado mucho, estoy orgulloso de ti —de nuevo le acarició la cabeza.

Si aquel hombre que lo hizo sentir protegido deja que le hagan eso, él también debía hacerlo para ser igual de fuerte que él.

Lo amarraron a la silla y le pusieron aquel metal en la cabeza.

Peter vio por el rabillo del ojo que uno de los agentes abría el libro, pero buscaba otra página. Luego de detenerse en una, asintió a los demás.

El niño sintió el peligro fuertemente en sus sistemas, pero antes de decir que estaba arrepentido, miles de descargas llegaron a su cráneo y gritó dolorosamente.

Sus oídos escuchaban las palabras, pero no las lograba procesar ante el dolor.

Rostros sin identidad pasaron frente a sus ojos como recuerdos muy lejanos y ajenos.

Sólo el rostro de sus tíos pudo reconocer vagamente mientras el resto se esfumaba.

Se estaba perdiendo.

ᏞᎾsᏆ ᏟhᎥᏞᎠWhere stories live. Discover now