18. Ronda de suplicios.

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Aunque me esforcé por intentar dormir un poco, no pude. Todo el enfado y rabia que había sentido hacia Gary por haberme ocultado tantas cosas se había ido esfumando, dejando a su paso un desolador sentimiento de vacío. Tenía que empezar a vivir en el mundo real y darme cuenta que, tras varias semanas sin una sola señal, Chase podría estar realmente muerto.

Se me formó un nudo en la garganta con este pensamiento. Muerto. Por mi culpa. Quizá si no le hubiera exigido tanto seguiría con vida, a mi lado, y yo no tendría este gran peso anclado en el corazón que era la culpabilidad. Me había esforzado mucho por salir de aquel hospital, por demostrarles a todos que estaba más o menos recuperada, pero las fuerzas me iban abandonando poco a poco; ya ni siquiera me atraía la idea de coger cualquier cosa y estamparla contra la pared.

Me estaba perdiendo a mí misma.

O a lo que quedaba de mí.

Di varias vueltas a la enorme cama de Gary, intentando coger una postura que me ayudara a dormir, pero no pude. El despertador que había en la mesita marcaba las ocho en punto de la mañana y Gary aún no había regresado. Comprendía que se sintiera molesto conmigo, por aquella puya que le había lanzado antes, pero él también tenía que comprenderme a mí: había estado guardando todas estas semanas pasadas una mínima esperanza que se había desvanecido por completo. Era como si me hubieran echado un jarro de agua congelada por encima.

Me quedé rígida al oír la cerradura de la puerta y las risitas, tanto masculinas como femeninas, que continuaron. No podía salir porque, era más que evidente, que Gary había decidido traerse a casa a sus conquistas y no quería hacer el ridículo. Los pasos tambaleantes de ambos se acercaron peligrosamente a la puerta que conducía a la habitación, pero se desviaron y oí sus cuerpos cayendo pesadamente sobre uno de los sofás. Mis manos se aferraron con fuerza a la pesada manta con la que estaba tapada y mi mente comenzó a barajar opciones y posibilidades: estaba claro que Gary no se había traído a aquella chica para hablar y yo no tenía ninguna gana de escucharlos.

Intenté deslizarme fuera de la cama con el mayor sigilo posible, pero Gary parecía haber decidido pasar a la acción sin preliminares. Me quedé inmóvil, sin saber muy bien qué hacer en aquella bochornosa situación. A pesar de que me había tomado a broma el comentario de Gary respecto al sofá, parecía haber estado hablando de forma seria.

Los gemidos y jadeos de ambos resonaban en toda la habitación. Me pregunté si la chica sería la misma que había llevado a la fiesta y que me había ofrecido para tomar droga. «Bueno, si es aquella rubita de la fiesta, podré con ello», me animé a mí misma.

Además, estaba segura que podía dejarla KO si se ponía violenta. Podría ser una preciosidad, pero carecía de suficientes neuronas y lo único que sabía hacer de manera correcta era abrirse de piernas.

Reuní todo el valor que me fue posible y me dirigí a la puerta, dispuesta a dejarle bien claro a Gary que, si tanto interés tenía en «protegerme», lo mínimo que podía hacer era llevarse a todas sus conquistas a un hotel o, mucho mejor, dejar que volviera a mi apartamento. No quería estar metida de lleno en la vida de Gary Harlow ni conocer a todas sus amiguitas.

Ni su estilo de vida.

Aferré con fuerza la madera y conté hasta diez. Nada más llegar al último número, no me lo pensé más y abrí de golpe ambas puertas correderas; estaba comenzando a amanecer y había luz suficiente para que pudiera ver perfectamente a Gary sobre una pelirroja que se aferraba a él como si fuera un bote salvavidas. Él alzó la cabeza de golpe, clavando una mirada asustada en mí y poniéndose pálido. Y yo que pensaba que le gustaba tener público…

La chica, al ver la sorpresa de Gary, ladeó un poco la cabeza para comprobar qué había pasado y por qué había decidido parar. Tenía que reconocer que era bastante atractiva, el tipo de mujer que llamaba la atención por donde pasara; sus ojos castaños me estudiaron y su boca perfecta se torció un poco.

Huntress. (Saga Wolf #3.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora