9. Devil's Cry.

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«Es la Marca del Cazador», la voz de Kyle aún resonaba en mis oídos, cargada de orgullo y cierto regodeo. Era obvio que toda esta situación le venía que ni pintado, dándose aquellos alardes de superioridad. Miré a Chase, que fulminaba con la mirada a Kyle.

«¿Eso quiere decir que los que creía mis amigos son, en realidad, cazadores?», la pregunta se formó en mi cabeza y se quedó allí anclada, inamovible. No podía creerme que, después de todos los días que habíamos pasado juntos, ni siquiera me hubieran dicho nada. «Quizá ellos no sepan que tú también eres una cazadora», me susurró la vocecilla insidiosa de mi cabeza.

Sí. Sí, tenía que ser eso: ni Alice ni Caleb me habían dicho nada porque ellos mismos desconocían que yo también era como ellos. El lunes hablaría con Alice y Caleb para confesarles que conocía su secreto y que lo compartía. Ellos eran la solución y clave que había estado buscando desde la negativa de Grace a echarme una mano; quizá ellos entenderían mi postura y me ayudarían a desarrollar mis habilidades como cazadora.

Si es que tenía alguna.

-Nos alegramos mucho por tu inicio como cazador, Kyle –intervino Chase, en tono conciliador. Era la primera vez que usaba ese tono con él sin tirarse los trastos a la cabeza-. Pero ahora Mina necesita descansar.

Lo cierto es que todo aquello, el torrente de información que había recibido desde que había puesto un pie en aquella casa, me había despejado por completo. Tenía ganas de averiguar más cosas sobre la Marca del Cazador y sobre mis amigos; quería conocer más cosas sobre cómo eran sus estilos de vida como cazadores allí, en Nueva York, y en el pueblo del que procedía Caleb.

Los dedos de Chase se enroscaron en los míos y yo los apreté, con fuerza. Kyle nos observaba con la misma altanería, esperando a que yo respondiera que quería conocer más cosas sobre su Marca. Lo que no sabía Kyle era que yo podía obtener esa misma información de otras fuentes que, seguramente, me la proporcionarían sin la altanería y regodeo que usaba Kyle.

-Sí –coincidí-. Será mejor que nos vayamos a mi habitación, Chase.

Kyle nos despidió con su habitual mirada cargada de cierto resentimiento, del que no parecía ser consciente, y Chase tiró de mí hasta mi habitación. Cerró la puerta a nuestras espaldas y me miró con las cejas enarcadas, como si esperara a que hiciera la pregunta del millón de dólares.

En su lugar, me acerqué a él y le rodeé la nuca con los brazos. El enfado con Chase había desaparecido y lo único que quería era tenerlo cerca de mí; recordé a Gary Harlow y sus sucias artimañas para acostarse conmigo a pesar de mis continuas negativas y sentí que me hervía la sangre. Había algo en aquel chico que no encajaba.

«No –me dije, con firmeza-. Deja de pensar en ese cretino. No merece la pena». Además, allí estaba Chase, mirándome con aquellos ojos negros que me habían hipnotizado desde que lo vi tal y como era, por primera vez, en aquella fiesta. Él era mi compañero, mi corazón se me desbocaba cuando lo tenía cerca y estaba segura de sus sentimientos hacia mí: la marca que llevaba en la clavícula, y que se había ido disimulando por el tiempo, era la prueba de que me amaba. Era posible que muchas pensaran que aquello era un poco brusco, pero eso era más que suficiente para mí.

A mí me bastaba con tener a Chase a mi lado el resto de mi vida.

Chase inclinó la cabeza hasta acariciarme el cuello con la nariz.

-He estado muy preocupado por ti esta noche –me susurró, contra mi piel.

Sentí cómo se me erizaba el vello y esbocé una diminuta sonrisa que Chase no era capaz de ver. Ese era mi Chase, no el chico que con el que me tiraba los trastos y me daba golpes bajos. Sabía que nuestra relación no siempre iba a ser perfecta e idílica pero, desde que habíamos llegado, parecía que no sabíamos estar sin discutir. Aparté de un golpe el nombre de Rebecca Danvers de mi mente; quería estar totalmente centrada en Chase.

Huntress. (Saga Wolf #3.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora