— ¡Muchas gracias! —respondió Izuku sonriente. —Yo también estoy seguro de eso, y todo gracias a usted.

Bakugou frunció el ceño, confundido. — ¿Gracias a mí? —preguntó.

— ¡Sí! —dijo emocionado. —De no ser por usted, me habría costado mucho salir adelante, sensei. —respondió el peliverde, entonces comenzó a juguetear con sus dedos. Aclaró su garganta y desvío su mirada hacia otro lado. —Su-sucede que usted llegó en un momento de mi vida en el que realmente necesitaba ayuda, u-usted es un héroe para mí, yo lo admiro mucho. —Le sonrió.

Bakugou rápidamente desvió su mirada hacia otro lado, avergonzado. —Que demonios dices, chihuahua... —murmuró sonrojado.

— ¡Nunca me cansaré de repetirlo! —exclamó Izuku.

—Ya cállate. —respondió girándose. —Ven, aquí hay otro tipo de peces.

— ¡Sí!

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— ¿Ves ese? —preguntó Bakugou, señalando hacia un lado del acuario. —Es un pez piedra.

— ¡Ya lo vi! —exclamó Izuku emocionado. —Cielos, hay que tener muy buena vista para detectarlo sin que se mueva.

—Ese es un bastardo de temer. —respondió Bakugou, con sus manos en los bolsillos. —Es venenoso, una sola de sus picaduras podría enviarte directo al cielo, chihuahua. Además, como se camuflan tan bien, si te lo encuentras en el océano podrías incluso confundirlo con una roca y pisarlo, eso sería jodidamente grave. —explicaba.

—Entonces, es muy peligroso... —murmuró Izuku a su lado.

—Sí, ¿y ves ese que parece arcoiris con tantos colores que trae? —preguntó, señalando una vez más.

—Ese es muy bonito. —respondió Izuku, sin quitar su vista del pez.

—Es un pez mandarín. —respondió Bakugou. —Ese pequeño idiota vive de diez a quince años, y tiene una película de grasa que lo cubre por completo, eso lo protege de las enfermedades de la piel. Y el de allá, —dijo señalando hacia el lado contrario. —es un pez escorpión. Son hermosos esos imbéciles, pero también son venenosos. Tienen glándulas de veneno en alguna de sus aletas.

—Sensei, usted sabe mucho. —respondió Izuku, observando a Bakugou con admiración.

Su cabello rubio ceniza junto a su rostro se mezclaba de manera perfecta con el color azulado que desprendía el acuario frente a sus ojos.

Sensei es genial. Pensaba.

—Me gusta mantenerme informado, eso es todo. —respondió Bakugou, sin quitar su vista del acuario.

Entonces, lentamente comenzó a acercarse hacia ambos una entidad marina.

— ¡Un caballito de mar viene hacia aquí! —exclamó Izuku emocionado.

—Esos tiene una verdadera armadura en su cuerpo.

— ¿En serio? —preguntó Izuku, observando como el caballito de mar chocaba contra el vidrio, intentando tocar sus dedos que estaban sobre el cristal.

—Sí, es su método de defensa, incluyendo su excelencia en el camuflaje. Son jodidamente lentos al desplazarse, entonces eso les ayuda bastante. —respondió Bakugou, observando el caballito que seguía observandolos con curiosidad.

—Es muy lindo... —murmuró Izuku, observando detenidamente al caballito de mar frente a sus ojos jades.

Bakugou tragó saliva, con sus escarlatas sobre la silueta de Izuku, observando cada detalle de su rostro pecoso. —Sí, es hermoso... —murmuró con su voz grave.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Where stories live. Discover now