Sólo somos amigos.

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En unos diez minutos estaban en el centro, era mucho más rápido ir en moto, que en transporte público. Aparcaron en una calle cualquiera y entraron en un restaurante de comida rápida que solían frecuentar. Pidieron lo de siempre, y se sentaron a esperar en una de las mesas pegadas al cristal de la calle.

-Bueno, por fin tenemos un rato.-Suspiró Caleb, dramatizando con las manos. Kat asintió y lo miró con gracia.

-¿Tienes algo que contarme, Caleb Smoak?-La chica acercó su rostro subiendo y bajando las cejas.

-¿Yo? Nada que no sepas.-Caleb se hizo el tonto y evitó la mirada de la chica.

El camarero llegó, con una hamburguesa para cada uno y las bebidas.

-Entonces, no tienes nada que decir sobre esa tal Hayle...

-No. ¿Por qué tendría que decir algo?

-No sé, ultimamente no te dejas caer por la taberna y prefieres quedarte cuidando a una niña pequeña antes que irte de fiesta conmigo.-Kat lo miraba con una sonrisa malvada y perversa.

-No hay nada entre Tara y yo, Kat. Es sólo mi amiga. Lo ha dejado muy claro.-Dijo el chico, en un susurro.

-¡¿Qué?! La primera chica que te dice que no, Caleb. Hecho histórico.-Kat comenzó a reír.

-No es eso, listilla. Lo que pasa es que ayer... bueno, que casi nos besamos y tal... y la llamé esta mañana para quedar con ella, y, bueno, no sé... Pero ella parecía muy convencida de que quería ser sólo mi amiga.

-¿Y no le dijiste que te gustaba?

-¡¿QUÉ?! ¡A mi no me gusta!-Caleb rodó los ojos y miró hacia abajo.-No, no se lo conté. Le dije que me parecía bien, que amigos.

-Eres un idiota, Cal. No me puedo creer que se te haya resistido una tía de una manera tan tonta.

-Ella no es como las demás tías, Kat. Además, que paso. Que no me importa, me da igual. Es mi compañera.-Caleb cogió su hamburguesa y le dió un bocado enorme. Por enésima vez, evitó la mirada de su amiga y observó la calle.

De repente, dió con algo que le sorprendió bastante. Tara iba paseando por la calle con...¡¿SEAN?!

Se le atragantó el trozo de carne y comenzó a toser. Su cara empezó a cambiar de color pasando por un rojo fuego y llegando a un violeta ligero.

-¿Pero qué...?-Kat se levantó y se puso detrás de él. Le dió un par de porrazos en la espalda y el trozo de hamburguesa salió rodando hasta aterrizar en el plato, dejando a la chica con una mueca de asco.

-¿Pero qué coño te pasa?-Kat volvió a su sitio y Caleb señaló la acera de enfrente, por donde caminaban Tara y Sean compartiendo una bolsa de patatas fritas, y riéndose a carcajadas. Kat los miró sorprendida y después a Caleb.-Que mal te sienta estar enamorado, Cal.

-Cállate.-El chico la miró con recelo y bebió de su refresco.

La chica sintió que algo vibraba en su chaqueta, cogió el móvil y pudo ver un mensaje de Jerry que le preguntaba qué iba a hacer por la tarde. La chica automáticamente sonrió como una boba. Le respondió que había quedado para estudiar, pero que se podían ver más tarde. Cuando alzó la cabeza, Caleb la miraba con curiosidad.

-¿Quién es? No sueles sonreír por mensajes de texto, de hecho, no sueles recibirlos.

-Nadie.-La chica hizo el amago de guardar el teléfono, pero Caleb lo interceptó y se lo arrebató.

El chico miró la pantalla del aparato sin entender.

-Pero si es solo Jerry.-Caleb la miró confundido, pero poco a poco, fue comprendiendo y en su rostro se formó una sonrisa malvada.-¿Qué hay entre mi primo y tú, eh?-Alzaba las dejas como Kat había estado haciendo anteriormente.

-Nada.

-Vamos Kat, dímelo.

-Nada, Cal. Somos amigos, no soy de esas que se enamoran, no como tú, principeso.-Respondió Kat, sacando la lengua.

° ° ° ° °

Llevaban dando vueltas por la ciudad más de dos horas, habían comido algo hace un rato y estaban sentados en el césped de un gran parque.

No habían parado de hablar, Sean la había sorprendido mucho. Tara pensaba que era un chico más del equipo, un popular normal, de esos que van de sobrados. Pero había resultado ser totalmente diferente. Se había dado cuenta de que podía hablar con él sobre cualquier cosa, por muy ridícula que pareciera en su cabeza, él la hacía interesante.

Mientras él hablaba ella lo observaba.

Le gustaba la mirada de Sean. No es que fuera una mirada profunda, y sus ojos eran marrones, los más comunes. Pero le gustaban aquellos ojos, parecía que por mucho que te miraran fijamente, nunca te cansarías. Pasó a fijarse en las facciones de su rostro,que eran bastante definidas. Y llegó a sus labios, y se dio cuenta de que quería besarlo, pero que no tenía demasiada experiencia con ello, y no quería fastidiarlo todo.

Él la besó, como si hubiera leído todos y cada uno de sus pensamientos sobre él, lo que en parte la asustó, y la tranquilizó. Tara sonrió y lo volvió a besar.

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora