Capítulo 2

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La Ley de Murphy. Cuanto más quieres huir de algo, más te persigue. Natalia y Alicia salen en todas las cabeceras de los programas de cotilleos. Salen ideales, guapísimas y sonrientes. Y parece que muy felices, por lo que dicen.

   

Y me repatea verlas. Me provoca... ¿celos? No sé si son celos, la verdad. Pero sí sé que no me gusta. Que no me sienta bien.

   

Ayer jueves pasé un día de perros, que solo mejoró al ir al cine con Julia y Ricky. Por cierto, el consejo que le he dado a Julia es que sea sincera con Miki. Pero que no sea kamikaze, porque si él es la versión de ella pero en masculino, se irá corriendo si le presionan.

   

Julia se lo va a pensar. Pero por ahora quiere mantener un poco de distancia y enfriar su cabeza y su entrepierna, que se pone hiperactiva cuando Miki le viene a la mente. Ella dice que serán días de celibato. Veremos. Me conozco yo por dónde salen esos días...

   

En fin. Ayer conseguí no mirar el grupo Eurovisivas ni una vez. Solo escribí a Loli para darle la enhorabuena por el premio musical que había recibido a la mejor discográfica del año. A Natalia le dieron un premio al mejor álbum y fue acompañada de Alicia.

   

Pero no la menté para nada, aunque soy consciente que el mayor número de ventas de la discográfica viene de ella. Pero me da igual. Ella ha hecho como si nunca hubiese existido.

   

Yo haré lo mismo. Me ha engañado y me ha hecho creer ser alguien que no era.

   

Una vez, es mi culpa. Dos, lo es más.

   

Y hoy, que ya es viernes, voy a comer con Ricky a casa de mis padres. Él es el sobrino adorado, pero porque es el único que tienen.

   

Por el camino, mi primo y yo hemos estado hablando. Y por fin me ha contado algo sobre ese chico misterioso de Ámsterdam.

   

El chico tiene novia desde hace cuatro años. Se van a casar. Es todo un drama. Lo conoció en el hotel en el que se hospedaba en Ámsterdam y por lo visto el chico se negaba a creer que le estuviera pasando algo con Ricky.

   

Ricky se volvió de Ámsterdam mal. Hundido, porque ese chico le había ilusionado mucho. Pero como dice mi primo: «el amor es para valientes». Y Roy, así se llama el gerente del hotel, no lo fue. —Se casa el sábado de Eurovisión —dice mi primo al llegar al portal de la casa de mis padres—. Es una tragedia, Alba. Si lo vieras... Te parecerá una locura pero me imaginé casándome y formando una familia con él —cierra los ojos como el hombre enamorado que es—. Pero es imposible. Como todo lo que quiero.

   

—No digas eso, Ricky —le froto la espalda con dulzura—. Si no lo tienes, es porque no es para ti. Ya vendrá algo a tu medida.

   

Él me mira por encima del hombro y me lanza una mirada sesgada y clara.

   

—Lo mismo digo.

   

—Calla ya.

   

De un empujón, lo meto dentro de la portería.

   

Y mi madre nos encuentra riéndonos en el rellano.

Lo que nunca te canté. Cara B - AlbaliaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant