Oeuf

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Acto IV: Oeuf

Parte 2: De contradicciones, aceptación y sacrificios.

-¿Sabes cuál es la gran tragedia de este mundo, Will?- comenzó Harry.

Estaban sentados en una de las esas mesas pegadas al vidrio de la ventana, se había preparado lanzando varios hechizos de silencio; miró a William con sus ahora tristes ojos celestes.

-No es la guerra, el hambre, la pobreza o cualquiera de las historias que uno puede ver en las noticias- murmuró, dio un sorbo al café con leche que había pedido-. La tragedia más grande es alguien que niega sus deseos más grandes, sus sueños más grandes- La respiración de Will pareció detenerse-. Alguien que se está torturando a sí mismo todos los días, tratando de encajar en un molde que nunca tuvo la intención de contenerlos- vio bajo una nueva luz a Harry.

Él lo sabía, por supuesto que lo sabía, su empatía iba mucho más allá que la suya, él sabía lo que era Hannibal.

-¿Y qué hay que hacer cuando se han liberado de ése molde, sólo para encontrarse con el aborrecible resto de la sociedad? ¿No es mejor quedarse en el molde? -preguntó Will.

Harry le regaló una sonrisa y no era aquella tierna que lo conmovía con sus tiernos afectos, no. Era una cosa perversa y malvada; y ello, junto con sus ojos granates no hacían sino hacerlo más parecido a su padre.

-Es por eso que debes encontrar a alguien que comparta tus deseos, Will. Hace soportable el tedio de la sociedad cuando hay alguien que te entiende.

La mirada del agente vagó por el paisaje fuera de la ventana.

-No soy un asesino- fue su respuesta, la más segura que había dado en muchos años y Harry sabía que era verdad porque lo veía en sus ojos, y porque había echado algo de veritaserum en la bebida de Will cuando se había ofrecido a buscarlo.

-Nunca te pediríamos más de lo que eres capaz en un momento dado- Harry lo miraba impasible y Will comenzó a irritarse.

-Eso suena a que quisieran que los acompañe.

El menor se vio ligeramente avergonzado y eso consoló de una forma retorcida al castaño, al menos no todo era desapego y una irónica falta de empatía.

-Mi padre te acepta, Will. Cada parte de ti, incluso las partes que suprimes- la mano de Harry tomó la del agente y dejó un pequeño apretón antes de soltarlo- ¿Cómo se sintió, Will? ¿Cómo te sentiste al dispararle diez veces a Garret Jacob Hobbs? Bañado de sangre, dominándolo, salvando a Abigail.

William cerró los ojos.

Vio la sangre salpicada en las encimeras de la cocina de los Hobbs, los temblores del hombre, la luz que poco a poco se desvanecía de sus ojos. Sintió el pulso cada vez más lento de Abigail bajo sus manos, sintió las de Hannibal cubriendo las suyas, ayudándolo a salvar una vida. Sintió la intensa mirada de Hannibal y sus ojos haciendo contacto, la transición de la lujuria al miedo cuando por fin recuperó los sentidos y vio lo que había hecho. Las manos de manchadas del psiquiatra que tomaron con delicadeza sus muñecas, guiándolo lejos del cuello de Abigail. Lo sostuvo, lo contuvo, lo amenazó. Sus ojos oscuros reflejaron la amenaza de todo lo que desencadenaría su unión tan íntima en ese entonces.

Will se estremeció.

-Se sentía...- luchó con las palabras que querían salir.

-Dime Will- el menor se oía y se veía tan comprensivo. Se mordió la lengua-. Dilo- susurró Harry.

-Fue hermoso- se rindió ante la honestidad.

-Y para papá también lo fuiste- respondió a su vez el adolescente.

MetamorfosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora