VIII

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Al salir del apartamento quiso irse a la estación de trenes ya que no quería estar más en Tokio. Miró los vehículos pasar mientras su mente le jugaba una mala pasada, arrojarse frente a uno no le parecía mala idea, dejar de sentir era lo que quería después de todo, pero no lo hizo y  se sintió un cobarde,  no sé sentía fuerte para afrontar la situación pero tampoco para acabar con ella, sintió que se ahogaba, que no tenía salida. Así que paró un taxi y pagó para que lo llevara a la estación de trenes.

...

Su casa en Iwami había permanecido tal como la recordaba, la única diferencia era que un poco de maleza había crecido en los alrededores, sin embargo el interior de ella se encontraba en buenas condiciones. Varias sábanas cubrían los muebles y una capa de polvo había cubierto el piso así que la casa olía bastante a tierra pero nada que una limpieza a fondo no remediara, el único detalle era que Haruka no se sentía con ánimos para limpiar, es más, no se sentía con ánimo de hacer nada. No dejaba de pensar que Makoto y él habían prometido volver a Iwami y vivir una vida tranquila en unos cuantos años, pero eso sólo iba a formar parte de una lista de sueños rotos. Sin poder evitarlo volvió a derramar gruesas lágrimas y subió a su cuarto dando pasos lentos y cansados. Se acostó en la cama después de quitar la sabana que la cubría y se hizo un ovillo mientras continuaba llorando.

Se despertó con la cara y ojos hinchados luego de un muy corto descanso, pues estuvo intranquilo la mayor parte de la noche sin poder parar de pensar ni de llorar. Dormir no mejoró la situación debido a las pesadillas que lo acosaron, unas en las que Makoto se alejaba de él y por más que corría detrás suyo no podía alcanzarlo y otras en las que recibía la noticia de que Makoto había muerto en el accidente. Después de esa última pesadilla no quiso volver a dormir y con las manos temblorosas y el pulso acelerado obligó a su cuerpo a levantarse de la cama aunque no viera ningún sentido en hacerlo.

Salió a la calle sólo para comprar un poco de comida hecha pues no quería cocinar y tampoco había limpiado la nevera. Con tristeza pasó sin mirar ni entrar por la casa de los Tachibana rogando porque no lo vieran, no quería que le preguntaran porque no estaba con su hijo, se moría de vergüenza de sólo pensar que se enterasen de su infidelidad y que en sus ojos también se vieran reflejados la decepción por lo que había hecho, así que tampoco dio señales de que estuviera en la casa o el pueblo  manteniéndose sin salir y sin prender las luces para que no notaran su presencia.

Al atardecer revisó su teléfono y notó llamadas y mensajes de Rin, Ryuuji y sus propios padres pero no respondió ni los leyó completamente, sólo hubiese respondido si se tratase de Makoto, pero sabia que eso no pasaría. No tenía motivación alguna para seguir entrenando para los juegos olímpicos y supuso que no haría diferencia pues de todos modos ya tenía claro que estos serían los últimos para él ya que no tenía la misma motivación, había sido así antes de poder volver a nadar con Albert y lo seguía siendo ahora, esa pasión que volvió a sentir fue efímera y se vio opacada por el error que había cometido y que tanto lo había afectado, aunque no podía culpar a nadie más que a sí mismo por ello. 

Pocos días después de su regreso a Iwami intentó llamar a Makoto para saber como estaba, no lo quería presionar pero pensaba que con sólo escuchar su voz calmaría la ansiedad que sentía y que no lo dejaba dormir ni descansar adecuadamente, quería creer que no todo estaba arruinado, que aunque su relación no terminó de la mejor forma aún había una posibilidad de que en un futuro siguieran siendo amigos, seguir siendo parte de la vida del otro, al menos quería eso, pero Makoto no le contestó el celular. En cuanto llamó al apartamento que anteriormente compartían, le contestó una mujer que supuso era la enfermera que lo atendía, sin embargo el castaño también se negó a hablar con él de ese modo, así que sólo pudo conformarse con oír a la enfermera diciéndole que Makoto se recuperaba satisfactoriamente. Escuchar que estaba bien alivió su alma pero el que se negara a hablarle le dejó un gran vacío en el pecho y una sensación de sofoco, así que con un nudo en la garganta, agradeció a la enfermera y colgó el teléfono mientras el dolor no hacia más que crecer y se transformaba nuevamente en lágrimas que corrían libres por sus mejillas, ese vacío en su pecho era el mismo que lo acompañaba día tras día y que le robaba el aliento, la calma, el espíritu y disminuían hasta su apetito y sus horas de sueño, no pudo evitar pensar que Makoto lo odiaba, porque esa era la única explicación que veía al hecho de que no quisiera ni hablarle, cuando él en cambio se moría por hacerlo, pero aún así no se rendiría, no tenía tiempo para mostrarse orgulloso pues eso era lo menos que sentía en ese momento.

Después de eso no hubo un día en que no llamara para saber como estaba Makoto aunque fuese de manos de un tercero. Haruka hubiese continuado con esa sagrada rutina que por un corto momento le daba cierta paz, de no ser porque un día la joven que siempre le contestaba con amabilidad le informó que por favor no lo hiciera más, que le habían pedido que no hablase más con él. 

Con las lágrimas acumulándose en sus  ojos colgó el teléfono mientras sentía las manos temblorosas, en realidad todo su cuerpo temblaba, estaba claro que Makoto no quería saber absolutamente nada de él, pero ¿y él? ¿que hacia con sus sentimientos?  Amaba Makoto de verdad lo amaba. Una y otra vez se preguntó porque se había dejado llevar por la atracción que sintió por Albert, porque no se había detenido en cuanto pudo, porque había afectado su vida y sobre todo la de Makoto de esa manera. Le había hecho algo bajo a la persona que más lo amaba y además de eso había provocado que tuviese un accidente, sabía que se merecía su desprecio, se lo había ganado a pulso, pero no quería, no quería vivir con ese dolor constante, tal vez sanaría con el tiempo o tal vez ese vacío fuese llenado con otra persona, pero esa persona no sería Makoto y eso no se sentiría nunca bien, no después de haber pasado prácticamente toda una vida a su lado, esa amistad y ese amor y cariño era lo que más le dolía haber perdido y lo que había provocado que despertar cada día se volviera un verdadero suplicio.

La desesperación que sentía era tanta que salió descalzo sin importarle  la incipiente llovizna que comenzaba a caer y corrió hacia el agua. Mientras avanzaba, la arena de la playa se adhirió a sus pies y luego simplemente se lanzó hacia el mar sin quitarse la ropa. El agua lo sanaba, siempre había sido su fiel compañera, pero el dolor no remitía y la sensación de querer huir y acabar con todo tampoco. Comenzó a nadar más rápido alejándose cada vez más y más de la orilla mientras las olas aumentaban de tamaño debido a la lluvia que aumentaba de intensidad. Sus lágrimas se fundieron con el agua del mar hasta que se detuvo en el medio del oleaje estando ya bastante alejado de la orilla. Una ola más grande de lo usual lo hizo hundirse pero volvió a salir a la superficie con algo de dificultad para luego volver a ser arrastrado por otra ola, no intentó alejarse, no intentó volver a la orilla, dejó que el agua lo arrastrará, que hiciera lograr que quisiese, no tenía ningún sentido luchar porque no había porque luchar, así que se dejó ir, se hundió en el mar hasta que sus pulmones ardieron buscando oxígeno y hasta que boqueo para poder respirar en un simple reflejo, pues había decidido dejarse ir. Su cabeza no paraba de darle vueltas mientras su mente caía en la inconsciencia y en ese trance sólo un ultimo pensamiento cruzó por su mente "Espero que algún día me perdones, Makoto ". Nunca más Haruka Nanase volvería a abrir los ojos, esa había sido la única manera que su alma había encontrado para finalmente estar libre de culpas.

N/A

Lo siento por hacer esto tan triste pero aún falta otro capítulo, que ya es el final.

Deseo culpableWhere stories live. Discover now