Epílogo: The Truth Untold

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—¿Luna de Miel? —le preguntó con una ceja alzada pero sonriendo de igual manera— que yo recuerde no me he casado contigo.

—Entonces deberíamos hacerlo aquí ¿no crees que es una excelente idea?

—¿Esta es una propuesta? —Y la sonrisa sincera mutó, sin poder evitarlo, a una nerviosa en los hermosos y un tanto resecos labios del mayor.

—Siempre te estoy diciendo que te cases conmigo SeokJin... pero ahora creo que puedo hacerlo de manera oficial, aquí en Hawaii, con las estrellas y el mar como testigos, tú entre mis brazos y yo entregándote mi amor y corazón una vez más de manera completa y definitiva.

—¿Por qué tienes que ser tan cursi? —A pesar de su respuesta, NamJoon sonrió satisfecho al ver la luz que se mostró en los castaños ojos de SeokJin, el tibio sonrojo en su rostro que no había cambiado nada en todo ese tiempo que llevaban juntos y el fuerte agarre que dio en sus manos.

—Llevo dos años en abstinencia musical, así que debes tenerme paciencia... voy a ser cursi, muy, muy cursi esta semana.

Jin, finalmente, no fue capaz de decir nada porque se sentía tremendamente abrumado y conmovido por las palabras siempre certeras y sinceras que le decía NamJoon cuando estaba en plan romántico. Cada una de sus frases le hacía vibrar y creer realmente que tenía un lugar en el mundo junto a ese hombre que significaba todo para él. Amistad, compañerismo, compromiso, paciencia, sinceridad y el amor más grande que había experimentado alguna vez Kim SeokJin en su vida.

Y le besó con calma, dándole a entender con ese simple gesto que él no necesitaba ninguna otra cosa en su vida que no fuera sentirlo a su lado todos los días. Aun le costaba mucho creer que luego de siete años Kim NamJoon quisiera seguir soportando su frío y extraño carácter, sus días de inseguridad, incluso la forma violenta en la que, a veces, seguía odiando al mundo. Realmente le era difícil entender que alguien deseara estar a su lado por tanto tiempo, porque si calculaba todos los años que llevaba junto a ese hombre alto y de piel levemente tostada, era casi el mismo tiempo que pasó solo en el mundo rogando por un poco de atención y amor de verdad... quince años en total. Teniéndolo primero como amigo, pilar, luego amante, novio para transformarse, finalmente, en su prometido.

Eso jamás podría haberlo imaginado... sobre todo después de una triste y antigua noche de agosto cuando abandonando a la única persona que realmente le conocía, decidió transformar a NamJoon en el amor de su vida... quizás de todas las pasadas y futuras.

Por lo mismo, aun con todo ese tiempo que pasó a su lado, NamJoon seguía sorprendiéndole de maneras hermosas e insospechadas. Primero con ese viaje al cual casi fue secuestrado y luego con la propuesta que acababa de escuchar.

¿Qué cosa tan buena había hecho en su vida para merecer aquello? ¿para merecerlo a él?

Porque, a pesar de ya haber transcurrido ocho años desde la última vez que vio a EunJi, jamás dejó de pensar en ella y en lo distinta que había sido su vida después de la noche en la que NamJoon fue a rescatarlo, salvandole de todas las formas en la que una persona podría ser salvada... a él, que era el peor ser humano de todos.

II

Lleno de soledad

Este jardín está floreciendo

Lleno de espinas

Me quedé en este castillo de arena

Él continuó con normalidad su vida de Idol después de esa noche, luego de abandonarla con arrepentimientos pero sin hacer nada realmente por ella. Eso, inevitablemente, lo llenó de culpa, hasta que la necesidad por saber de ella fue tan abrumadora que le pidió al mismo Kim NamJoon que le acompañara al lugar donde EunJi estaba internada para hablarle una última vez. Pedirle perdón y disculparla... cerrar de una vez por todas esa historia que parecía cíclica, insertada dentro de un bucle que podría seguir repitiéndose sin fin alguno.

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