Capítulo 7: La moto de Matt (Parte 1)

63 6 5
                                    

—¡Matthew, ahí estás! ¿Cuántas veces te tengo que repetir que avises si vas a salir hasta tarde?

—Cientos, abuela. Lo siento.

"Cientos" era una respuesta literal. Cada vez que salía, llamaba para avisar y su abuela llevaba semanas olvidando detalles como ése, lo cual tenía preocupado a Matt; era el curso natural de las cosas, lo entendía, pero temía que comenzara a presentar mayores problemas que la memoria, temas que entorpecieran el cuidado de sus hermanas. Le daba igual que lo regañara cada vez que lo viera, necesitaba que pudiera hacerse cargo de las chicas o simplemente le explotaría la cabeza, porque ya no podía tener más responsabilidades encima.

—¿Todo bien con Sophie y Hailey?

—Sí, se fueron a la escuela. Y tú, ¿a qué hora pretendes ir a estudiar?

—Suspendieron las clases por la mañana.

La mujer negó con la cabeza. —Es bueno que tus hermanas estén en un lugar más exigente. ¿Vas a desayunar?

—No alcanzo. Iré a ducharme y salgo.

—Siempre andas corriendo. Te vas a enfermar.

Matthew prefirió no contestar. Su abuela detestaba que la dejara hablando sola, pero lo que tenía para responder sería peor, pues le fue evidente el comentario detrás de sus palabras: había sido una buena decisión inscribir a sus hermanas en una escuela privada mientras él se dedicaba a trabajar y los estudios quedaban en segundo plano. Incluso si no lo quiso decir de esa manera, para Matt era imposible evitar leer entre líneas, en especial sabiendo que su abuela no era su mayor fan. La había oído en más de una ocasión comentándole a su madre lo raro que le parecía por ser tan callado y que se la pasara encerrado jugando videojuegos o leyendo cómics estando ya pasado en edad para eso.

En una parte muy egoísta de sí mismo, extrañaba la presencia de su madre en la casa para aplacar a su abuela, que ahora era un mal necesario. Si no se hubiera mudado para cuidar de sus hermanas, tendría que contratar una niñera y viéndolo por ese lado, estaba dispuesto a recibir comentarios desagradables a cambio de ahorrar. No era lo peor que hacía por dinero.

Subió a su habitación y tomó una ducha rápida, mirando la hora luego de vestirse con ropa limpia. Si salía pronto, se demoraría media hora en llegar a la escuela. Luego observó de reojo la alcancía encima de su cama. No necesitaba volver a leer la nota, se la sabía de memoria y no decía nada nuevo. Le desesperaba no poder hablar con esa persona... y a la vez le tentaba

sólo usarla. Si se compraba una motocicleta, tendría más tiempo, pues perdía mucho en el transporte público, y más tiempo era dormir. Estaría invirtiendo en horas de sueño.

—¡Ya me voy! —exclamó mientras se ataba los cordones de las zapatillas, rezando mentalmente porque esta vez su abuela lo recordara. La mujer lo alcanzó antes de que saliera para entregarle un sandwich, que lo dejó algo desorientado.

—Tienes que comer. No vuelvas tarde.

Vaya, casi olvidaba esa sensación de que alguien más se preocupara por él. ¿La verdad? No le gustaba. No quería acostumbrarse o recordar cómo era, porque le tocaba ser el adulto en ese hogar y guardar esperanzas de que su madre se recuperaría al 100% y todo volvería a la normalidad era una pérdida de tiempo.

Caminó hasta el paradero a esperar el próximo bus que lo llevara a la preparatoria. Como buen sobre pensador, aún le daba vueltas al tema: era dinero extra y una buena inversión a la larga, así que... ¿debería comprarla?

La verdad, ya tenía la decisión tomada, sólo necesitaba sentirse que lo merecía. Con esa intención en mente, le mandó un mensaje a su compañero de laboratorio: "Voy a la escuela, pasaré a ver el proyecto. El sábado podríamos ir juntos a las 10, antes de mi turno en el trabajo, ¿te paso a buscar?", ofreció. Tal vez si usaba la moto para llevar gente lograría alivianar su culpa.

La banda: El inicioOù les histoires vivent. Découvrez maintenant