Capítulo 4: ¿Estamos... felices? (Parte 1)

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Sumidos en el momento, Tarik y Darren se vieron a los ojos. Llevaban años rehuyendo de la mirada del otro, por incomodidad, vergüenza e inseguridad; se sentía bien poder hacerlo una vez más, notando las diferencias en sus rostros con el paso del tiempo y también las similitudes, estando conscientes de sus sentimientos y el acuerdo al que acababan de llegar. Fuera por la personalidad orientada a metas de Darren o la indecisión de Tarik, la historia que tendrían para contar sobre cómo comenzó su relación, sería "hicimos un trato y nos dimos un período de prueba".

Sin embargo, Tarik sabía que algo faltaba en ese intercambio y se apresuró a llevarlo a cabo antes de encontrarse con suficientes obstáculos mentales como para arrepentirse. Puso ambas manos en las mejillas del peliverde y besó sus labios, provocando que ambos cerraran los ojos y dejaran de mirarse por un momento para disfrutar del suave contacto. Debía ser el beso más respetuoso que Tarik diera en la historia, pero el que más cosquillas le provocara. Todas las canciones de amor tenían razón: besar a la persona que amas es lo mejor del mundo.

Al separarse, tuvieron otra pausa silenciosa. Tarik dudó de si la condición de Darren incluiría besos y el mismo peliverde se lo preguntó, pues fue algo que se le ocurrió en el minuto y tendría que revisar bien cómo aplicaría. Quizás escribiría un documento de términos y condiciones para que el guitarrista firmara; por ahora, decidió recibir el gesto y apoyar la mejilla en el hombro del chico.

—¿De verdad te gusto tanto? —preguntó en voz baja.

—¿Qué...? — se sorprendió Tarik, aunque mantuvo el abrazo, colocando una mano en la cabeza de su novio. —Yo... te amo más que la mierda, Darren. Estoy loco por ti. Pensé que... pensé que lo sabías. Estoy enamorado de ti desde que tenía 10 años —recalcó, tomándole la barbilla para verlo a los ojos. —Nunca me ha gustado nadie más.

Eran palabras fuertes para Tarik, decididas y concretas, más de lo que Darren anticipó oír. Decir que había hecho las cosas mal sería poco: salir con todo el mundo, actuar despreocupadamente, no contarle sus problemas por evitar que lo viera débil... Tantas cosas que sí tuvieron una vez, esa cercanía especial que los unía cuando pequeños y que Darren extrañaba todos los días. ¿Cómo no se dio cuenta de que había un motivo? ¿Y cómo Tarik era tan idiota para confundirlo así? En parte lamentaba los años separados, aunque quería pensar que fueron necesarios. Ahora se sentía especial, privilegiado, como no imaginó que le pasaría si aceptara las propuestas del rubio. Su miedo de convertirse en "uno más" dejaba de existir al entender que sólo estaba él. Que siempre fue él. Tarik era un imbécil, pero uno leal... en sus propios y extraños términos.

Sonrió, con un dejo de amargura. —También me gustabas a esa edad —confesó, pensando que de alguna forma, Darren pequeño necesitaba su confesión. —Te veías lindo con tus anteojos y esa cara asustada todo el tiempo —rió. —Nunca entendí cómo cambiaste tanto de un año para otro... El cambio no me gustó nada, no me gustaba en lo que te volviste... realmente espero que sea cierto lo que dices.

—¡Es cierto! Te puedo mostrar todos los cuadernos llenos de "Darren", corazones y poemas, y este tatuaje de tu cara... —se levantó la manga del brazo, mas terminó riendo. —No, no, no me he tatuado tu cara —rió. —Aún.

—¡Tarik! —reclamó Darren, dándole un codazo. —Estábamos teniendo un buen momento, ¿por qué lo arruinas?

Mientras lo veía reír, Tarik decidió algo importante: —Concentrémonos en ahora.

—Buena idea —recibió en respuesta, además de una sonrisa y los dedos de Darren recorriendo su cabello largo y tinturado de azul entre mechones rubios, su tono natural. —Al menos tu apariencia no me molesta. Creo que... me gusta. Un poco.

La banda: El inicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora