Sparkle

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Dos años después...

Natalia

Cuando me dijeron que la gira de mi disco sería internacional, el último sitio al que esperaba ir era Japón. Si es que yo de japonés ni papa y encima el inglés tampoco lo hablaban. Solo sabían japonés y punto. Y se suponía que eran una potencia mundial.

Caminaba por las lluviosas calles de Tokio en busca de mi ansiado hotel. No había sido muy buena idea eso de decidir irme a dar un paseo fuera del hotel para tomar un poco de aire fresco. Demasiado fresco, pues me estaba helando. Manu me dijo que volviese pronto, y me daba la impresión de que pronto no sería, no.

Tampoco había ninguna tienda o local abierto. Todos estaban cerrados, con las luces de neón refulgentes pero sin nadie en el interior, y eso me fastidiaba. Estaba yendo en busca de techados y toldos, pero había pocos en aquella ciudad de rascacielos y alta tecnología.

Me quedaba poca batería en el móvil y tampoco serviría de mucho llamar a Manu, ya que no sabía ni en donde estaba y la batería se me consumía rápidamente. Era una mierda.

Encontré de milagro una sombrilla de metal que reguardaba una mesa del mismo material. Pude sentarme ahí a recuperar el aliento y observar con detenimiento la calle en busca de algo que me sonase familiar. Que pena que nada.

Como no tenía otra opción más que esperar a que la lluvia amainase un poco, reflexioné sobre cómo había cambiado mi vida hacía dos años.

Me mudé a Barcelona con mi familia, dispuestos a abandonar una vida llena de miseria y encontrar un nuevo hogar. La casa era de mis abuelos, y nos instalamos lo mejor que pudimos los primeros meses. Mis padres cobraban más que con su anterior trabajo, pero tampoco nos daba para demasiados lujos.

Yo seguía trabajando tanto como antes, pero también componía canciones en mi tiempo libre. Un día, un famoso concurso apareció de la nada diciendo que el ganador o ganadora conseguiría un premio de 100.000€. Era el concurso del que me habló Famous el primer día en su. coche.  Obviamente estuve los nueves meses siguientes trabajando y mejorando mi música para el gran día.

Conseguí entrar al programa, y con mucho esfuerzo acabé siendo la ganadora. Aquello cambió mi vida por completo.

La gente que me veía pasar quería fotos, autógrafos, vídeos y demás conmigo. Pasar de ser alguien con necesidad económica a una artista musical fue un cambio asombroso.

Y bueno, el resto es obvio. Saqué música, me convertí en artista y... allí estaba, en Tokio bajo una sombrilla destartalada.

Supongo que esa situación me recordó a mi antigua yo. Buscando cualquier cosa a la que aferrarse para poder sobrevivir. Y desconfiando de cualquiera que pudiese suponer una amenaza para mí y mi familia.

Suspiré tragandome todo el aire húmedo del lugar. Hacía tiempo que no recordaba a aquella persona que conocí antes de mi mudanza. Era una chica importante para mí en aquel momento, que tuvo cáncer y se salvó. También me enamoré de ella, de Alba.

A saber dónde estaría mientras yo me calaba en Japón. En España seguramente, sacando una galería de arte. Sus pinturas eran magníficas, y yo fui su modelo en algunas de ellas. Qué pena que nunca llegase a ver ninguna de ellas. De verdad que me importaba muchísimo, y siempre me preocupaba por ella, sobre todo cuando tuvo aquella horrible operación que casi la mata, aunque la superó con éxito según me contaron.

La lluvia cesó en ese momento, y solo cayeron las pequeñas gotas que las nubes no podían contener. Aproveché aquello para salir de mi escondrijo y continuar andando.

Caminé por una media hora hasta que vi un local abierto. En verdad no sabía qué era, pues el cartel estaba en japonés, hasta que vi una breve escritura en inglés en ella.

Anillos de Carbón | AlbaliaWhere stories live. Discover now