A lovely night...

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Alba

Lo que me podría haber preocupado que saliese mal en aquella noche de momento no ocurría.

Natalia me agarró del brazo y caminó con firmeza hacia una calle transitada de gente. Luces colgaban de cables que iban de un lado al otro de la calle, adornándola y dándole un toque de tranquilidad. Si he de ser sincera, nunca había ido por allí. Era el barrio del centro de la ciudad, el más ocupado y lleno de gente de todos. Yo iba a las zonas modernas de la periferia con mis padres, así que estaba en un sitio desconocido para mí.

—Te veo perdida —afirmó Natalia agarrándome una mano. Me gustó que lo hiciese, así me sentía más segura.

—Será porque nunca he venido a este lugar.

—¿En serio? ¿Nunca? Yo trabajo en uno de los pubs de aquí incluso, así que ya ves. Como la palma de mi mano diría.

—Digamos que yo no frecuento estos lares... —quería sonar lo más delicada posible, e intentar no parecer una pija ricachona.

—Eso he pensado, pero bueno, siempre hay una primera vez para todo. Y hoy ha sido tu día de suerte, y más conmigo como guía —. Exclamó orgullosa. Me reí ante su alegría y fue haciéndome un tour.

—Vale mira, estos edificios a la derecha son todos tiendas, no de marca, pero de ropa que está bien. Y si son de marca, segunda mano. Los de la izquierda venden zapatos de todo tipo, créeme —decía mientras señalaba los diferentes lugares.

—¿Y las luces?

—¿Perdón?

—¿Por qué han adornado la calle tanto?

—Las fiestas son la semana que viene y se adorna la calle principal. Aún faltan muchas más cosas, pero prefiero la calle así, que no está tan cargada de luz y colores. ¿Tampoco lo sabías?

—No...

—Me sorprende que no lo supieses con lo famosas que son por la ciudad. Que una cosas es que vivas un poco alejada pero imaginaba que sabrías lo que ocurre por aquí.

—Natalia, vivo en la periferia y casi nunca me entero de las cosas ¿sabes? Y tampoco estaba en muchas condiciones para salir por si no lo recuerdas—. Respondí quizá de una manera demasiado borde.

—Ah es verdad... lo siento —dijo visiblemente dolida por mi dura respuesta.

Apartó su mirada de mí y miró hacia otro lado, avergonzada. Al instante me arrepentí de haber dicho eso. No pretendía hacerle sentir culpable de nada, y lo acababa de conseguir. Estaba acostumbrada a lidiar con gente que no paraba de idolatrarme cuando no había ninguna necesidad y a decirme la cantidad de dinero que tenía y cosas así. Y por eso siempre estaba a la defensiva.

Muy bien Alba, ahora sólo déjala plantada y ya la tienes en el bote.

Apagué a María no sin antes soltarle unos buenos tacos y mensajes de amor y amistad. Teníamos una bonita relación amor-odio, en aquel momento era más odio que amor.

Me centré en la persona que tenía a mi lado y no la máquina de mi cerebro. Natalia había aflojado su mano de la mía, pero yo volví a reforzarlo. Le acaricié el dorso con el pulgar y ella me miró dubitativa. Me puse de puntillas y, con una mano en su mandíbula, le di un beso en la comisura de los labios.

Me separé de su cara un poco enrojecida y volví a andar junto ella. A ver si eso había relajado un poco el ambiente. Me dio una pista la mano de Natalia que se entrelazó tímidamente con la mía. Le devolví el apretón y seguimos andando.

Natalia

La idea de Mikel de llevarla a cenar a ese restaurante vegetariano que abrieron hace poco me salvó los diez minutos antes de haber quedado con Alba. Me lo mandó por WhatsApp y por suerte el local estaba cerca de donde trabajaba. No se tardaba mucho en llegar.

Anillos de Carbón | AlbaliaWhere stories live. Discover now