Capítulo 3 (reparado)

Start from the beginning
                                    

—Sí.

Últimamente notaba cambios en Amanda. Imaginaba que sería la edad, porque la niña ya contaba con doce años, pero aún así prefería asegurarse y cada poco solía hacerle la misma pregunta:

—¿Estás bien?

—Sí —le respondió ella—. ¿Por?

—Nada, te veía seria.

Amanda sonrió.

—No, estoy bien.

—Guay.

Y, dándole un achuchón, continuó viendo la película a su lado hasta que Raoul apareció por la puerta para hablar con Agoney.

—¿A qué hora venían estos?

—Pues acabo de escribirles y Aiti ha dicho que llegarían sobre las ocho pero ni Ricky ni Kibo han contestado —le respondió Ago consultando su teléfono.

—No sé si hacer fajitas o pedir sushi directamente. ¿Qué os parece?

Agoney no lo dudó.

—Pide sushi, que así no tenemos que cocinar.

—¿A ti, Jonás? —preguntó Raoul aún así—. ¿Qué te apetece más?

Incorporándose a medias, Jonás contestó.

—Yo voy a salir. Hablé con Famous ayer porque hacía mucho que no lo veía.

—Ah, qué bien... —respondió Raoul, llegando hasta el sofá y tomando asiento al lado de Ago—. Pues voy a poner un caldero a la entrada por si te mareas mucho en el autobús este año también, ¿vale?

La risa de Ago burbujeó en la sala. No así la de Jonás, que lo miró con los ojos entrecerrados.

—Qué gracioso eres, de verdad.

Todos juntos terminaron la película. Guille despertó, las amigas de Amanda llegaron y Jonás se metió en la ducha para refrescarse y salir. Delante del espejo, pasó un tiempo observándose. Al hacerlo, se dio cuenta de que ya no parecía tan desgarbado, las horas de trabajo junto a Kibo habían definido sus músculos y ensanchado ligeramente sus espaldas. Contempló su rostro y su pelo. Igual debería de cortárselo un poco, porque las ondas le rozaban casi el cuello y le estorbaban en los ojos, sin embargo, no tenía demasiado tiempo para ir a la peluquería. Siempre lo llevaba despeinado, esa batalla la había perdido años atrás. Estudió sus ojos rasgados, su nariz prominente y sus labios carnosos, y por un segundo pensó si lo considerarían atractivo. Luego, avergonzado, se fue a su habitación. Parecía idiota dándole vueltas a esas estupideces. Casi para castigarse, cogió lo primero que vio en el armario sin plantearse si le quedaba bien o no. Camiseta gris, pantalones vaqueros, sudadera negra y abrigo. Y de esa manera salió de su cuarto, dio un beso a los niños y se despidió de la pandilla de Ago y Raoul para irse a hacer tiempo hasta que Famous acabara de trabajar.

Paseó durante varias horas, pero era algo que no le importaba en lo más mínimo. En realidad, en ocasiones echaba de menos pasar más tiempo solo. Recorrió la playa entera, disfrutando del sonido de las olas y parando de vez en cuando para echar un cigarro y observar el mar. Después, subió al cerro y se tumbó a mirar las estrellas, escuchando a Love of Lesbian desde su móvil, ya que de tanto oírlos en casa de Ago y Raoul, le habían terminado por gustar. Sus canciones eran melancólicas, y él se sentía a gusto conviviendo con la melancolía.

Pasadas las doce, decidió bajar hasta el restaurante donde trabajaba su amigo, y se sentó en un banco que había cerca de la puerta a esperar.

—¡Hey, tío!

LO QUE ERESWhere stories live. Discover now