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Mi tío, Nebula, Nat, Clint y yo aparecimos en Morag.

— bien, aquí los dejaremos. — dijo Nat.

— suerte. — dije.

— gracias, Ali. — dijeron ambos y después nosotros nos fuimos a Vormir.

Al llegar bajamos de la Milano, Clint la volvió a hacer pequeñita y la guardó en su bolsillo, este lugar es bastante frío.

— Clint, hijo de Edith, Natasha, hija de Ivan y Alisha, hija de Anthony. — dijo un hombre, bueno... más bien un espectro en la oscuridad.

— ¿quién eres tú?

— más bien.. ¿qué? — dije.

— soy el guardián de la gema del alma. — se mostró ante nosotros.

— ¿y en dónde está?

— se necesita algo para poder conseguirla, comprender su valor.

— ¿su valor?

— debe ser un sacrificio, lo que más amas, un alma por un alma. — nos miramos entre los tres.

Teníamos que decidir quién se sacrifica. 

— Alisha, tú obviamente no.

— Natasha...

— tienes una familia, tienes a tus padres, a tu hermana y a Harley, tú definitivamente no.

— no me quedaré con los brazos cruzados mirando quién se sacrifica, no quiero perder a dos personas que... Nat, eres... no puedo perderte, eres mi segunda mamá, no puedo perderte, Steve, papá... no pueden perderte tampoco y a ti Clint... tu familia volverá después de esto, yo lo haré.

— no... - dijo Clint. — yo lo haré, díganle a mi familia que la amo.

— yo no veré cómo tú te sacrificas cuando tienes una gran vida por delante, una boda, una hermana... y yo tampoco soportaría perderte y tú, Clint, eres mi mejor amigo también y tu familia volverá después de esto, ambos tienen familia.

— tú igual...

— no cambiarán mi opinión, yo lo haré, yo haré ese sacrificio.

— ¿saben algo? — me miraron. — fui entrenada durante años por los mejores espías del mundo.

— ¿y? — los comencé a golpear.

— no dejaré que se sacrifiquen. — los dejé en el suelo y corrí hacia el acantilado pero sentí que me jalaron, Nat me golpeó y me hizo una llave pero se desconcentró en qué Clint también saltaría.

— sabes que te amo, Ali, también eres como una hija para mí. — dijo y me noqueó.

[...]

Me dolía la cabeza, desperté, aún seguía en Vormir, me levanté y no vi a ninguno.

— mierda... — me levanté y miré al acantilado, allí estaban ambos.

— déjame ir, todo estará bien.

— nada estará bien, Nat, no lo hagas. — dije mientras mis ojos se cristalizaban.

— Ali tiene razón, no te dejaré hacerlo.

— por favor... — dijo, noté que también aguantaba las ganas de llorar. — quiero hacerlo. — Clint negó y de alguna manera Nat se soltó.

— ¡NO! — grité y comencé a llorar. — no, Nat, Nat... — después ya no vi a Clint. — ¡Nat!

Sólo me senté y hundí mi cabeza en mis piernas mientras lloraba, no podía hacer otra cosa que llorar y recordar, recordar todo lo que he pasado con ella, momentos con ella.

La hija de StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora