Capítulo 13

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No he logrado concentrarme en nada, ni siquiera en los informes que no muy dispuesta, Bea me trajo de la clínica.

Aún no puedo regresar a trabajar, mis tíos están empeñados en dejar que muera del aburrimiento. Sin embargo, amenacé a Bea y a John con cierta evidencia que tengo de ambos y les exigí que me entregaran copias de mis pacientes. Estar sin saber qué sucede con ellos me tiene en vilo y llena de angustia. Especialmente el cachorrito, a quien hemos decido bautizar, Ángel.

Según lo poco que he podido leer gracias a mi falta de atención, tanto él como mis otros pacientes están evolucionando satisfactoriamente, lo cual es un alivio parcial.

No dejo de pensar en lo que sucedió anoche. Y ahora, con la luz del día y con mis sentidos y emociones más claras, me doy cuenta de que, si otra persona me contara lo sucedido anoche, diría que esa persona está loca, demente, de psiquiátrico. Por eso no quise decirle nada a Bea, no quiero preocuparla. Todo fue muy extraño, era como si él lobo supiera quien soy y me hubiera entendido, hubiera estado esperándome y se encontrara feliz de verme.

También, está el hecho de que realmente me corté el codo. Sé que me corté, lo sentí; pero, luego de que el lobo lamiera la herida, ya no estaba. Se me eriza la piel de sólo recordarlo. Paso mi dedo nuevamente sobre la piel donde debería haber un corte cicatrizando, pero no, no hay nada, mi piel está lisa y sin rastro del corte.

Y, para echarle más leña al fuego, anoche tuve sueños muy extraños, a diferencia de las sombras que me han estado atormentando, esta vez soñé con el lobo. Según mi mente —la cual creo que está delirando— yo volvía a ser un lobo, me encontraba cerca de un río, acechando a un ciervo. El día era frío, había neblina, lo que me "hacia fácil de camuflar" entre el follaje de los arbustos bajo los árboles. El lobo negro de ojos verdes estaba muy cerca de mí, animándome, esperando mi movimiento. Yo podía sentirlo todo, el sueño era muy real para mí, el frío en mi nariz —hocico en este caso—, la hierba húmeda bajo mis garras, el olor de la tierra mojada. Los sonidos, podía ser testigo de todos, el sonido del río, de los árboles al moverse, los grillos, las aves al emprender su vuelo, el crack de las ramas rotas por los pasos de los ciervos y los jabalíes, la respiración del lobo, la respiración de mi presa.

Podía verle perfectamente, cada detalle, cada surco. Mi mente inmediatamente dibujó un diagrama mental de cómo atacar, era instinto, instinto puro. Sin haber cazado antes, ya sabía dónde debía atacar, en qué parte debía hincar mis dientes y qué parte de su cuerpo sería perfecta para empezar a comer. Creí que sentiría nauseas de sólo pensar en eso, pero no fue así, en ese maldito sueño yo estaba más que dispuesta a comerme un animal, ahí, en medio del bosque.

Lo siguiente que supe, fue que ataqué y lo logré, tuve éxito, el lobo negro inmediatamente acudió también, orgulloso y contento por lo que hice. Gracias al cielo que el sueño cambió inmediatamente, si sentía todo a la perfección no quería sentir como mis "dientes" desgarraban al pobre animal y masticaban su carne. Ya no estaba cazando, ahora estaba peleando, con otro lobo de pelaje gris y marrón; me asusté un poco apenas vi que me atacaba, pero su mordida fue suave, se retiró y movió su cabeza, entendí entonces que no estábamos peleando de verdad, estábamos entrenando, él me enseñaba cómo defenderme mientras el lobo negro de ojos verdes seguía observándome, siempre con orgullo. Cada vez que lograba aferrar con mis dientes al lobo gris, miraba al lobo negro para ver su cara de satisfacción y sus ojos, siempre atentos, siempre amables, siempre cariñosos viéndome a mí, sólo a mí. Cuando logré derribar al lobo gris, otros tres lobos más se acercaron y empezaron a mover sus colas y a hacer sonidos que yo, Aryam, no entendía, pero a los que respondía la loba. El lobo negro se acercó a mí y frotó su hocico con el mío, para luego empezar a lamerme.

Linaje Negro: DESTINO (Serie Linajes)Where stories live. Discover now