Capítulo 4

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—¿Crees que tal vez te han marcado? —susurra Bea. Levanto una ceja ante su tono bajo, estamos en el granero, tenemos privacidad, además no estamos hablando de algo que requiera susurrar—. De seguro están cazándote y te persiguen para hacerlo más interesante. ¿Estás segura de que eran lobos y que te miraban a ti?

—Ya te dije que sí.

—Es que es muy extraño. Mira, he leído en internet sobre lobos y no se comportan de esa manera. —Vuelve la Tablet hacia mí para enseñarme una página sobre lobos—. Aquí hablan de su comportamiento habitual, no se supone que se acerquen a los humanos de frente ni mucho menos que se queden quietos observándolos. Lo más natural hubiera sido que se acercaran sigilosamente y, luego de rodearte, te atacaran.

—Lo sé. Fueron bastante extraños. —Suspiro y ruedo sobre el sofá—. Lo que no entiendo tampoco es el hecho de que haya lobos en el pueblo y todos estén tan tranquilos. Podrían atacar a alguien, a los animales... estamos corriendo peligro y nadie se preocupa por ello.

—Bueno, es que ahí radica lo curioso de esta situación. Los avistamientos de lobos han sido por meras casualidades. Gregorio y Frank repararon en ellos mientras se adentraban al bosque a cazar, Fin y Moira los vieron cuando hacían senderismo en la reserva Nirvana, también los notaron los dos ancianos de la farmacia cuando salieron a buscar plantas medicinales en la montaña del sur y, en estos avistamientos, aparte de que estaban bien lejos de la población, los lobos nunca se acercaron a las personas, apenas y se percataron de que había personas cerca a ellos, se esfumaron. Contrario a los encuentros contigo, donde se ven atraídos hacia tu presencia. ¿Qué será lo ven en ti?

—No sé ni quiero averiguarlo. Por mí que se mantengan alejados. Mejor cambiemos de tema.

—O Tal vez será que hueles interesante para ellos —continúa Bea sin prestarme atención—. Sabes que cada uno de nosotros tiene un olor distintivo, los animales son quienes más fácilmente se percatan de ello, por su extraordinario sentido del olfato. Quizás tu hueles provocativamente para esos lobos. Algo así como un delicioso filete andante.

—Bea.

—Déjame ver si puedo percibir algo —dice y se abalanza sobre mí, aspirando con fuerza.

—¿Qué haces, idiota? Aléjate.

La empujo fuertemente logrando que se caiga del mullido sofá. Mi prima ni siquiera se molesta por eso.

—Pues a mí sólo me huele a perro mojado. ¿Siquiera te bañaste o sólo te quitaste el uniforme y creíste que ya estaba hecho?

La fulmino con la mirada y gruño: —Quiero recordarte que una vez llegué a casa y estaba preparándome para tomar un baño, me arrastraste hasta aquí porque tenías que decirme algo supremamente importante, que resultó ser un estúpido chisme de pueblo.

—Pero hace rato que te conté el chisme.

—Y luego de contarme el chisme —continúo con fingida molestia—, me pediste que te contara con detalle cómo me había ido en la finca de los Sorrento a pesar de que te dije que quería ir a bañarme.

—No recuerdo haber escuchado algo sobre querer bañarte. —Bea arruga su nariz y trata de recordar si le dije o no eso.

—Eso es porque justo cuando lo dije estabas concentrada haciendo un meme con Vladimir y un zorrillo.

—Oh, bueno, puede ser. Entonces, ya puedes irte a bañar, realmente apestas.

Levanto una de mis cejas y con la actitud más sarcástica del mundo, murmuro: —Gracias mi señora, es muy amable de su parte dejarme limpiar un duro día de trabajo de mi cuerpo. Que buen ser humano, que compasiva.

Linaje Negro: DESTINO (Serie Linajes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora