Charles | Capítulo 1

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Laketown, 1872.

Los murmullos se vuelven cada vez más audibles cuando salgo de la gran mansión hacia el jardín donde se desarrolla la reunión de té, pues ya es hora de tomarlo. De la mano me lleva la institutriz de los dueños de este lugar, cuyo nombre no logro recordar. La institutriz lleva a otro niño tomando su otra mano, y saluda a las personas que van pasando con una sonrisa. Ella nos estuvo entreteniendo adentro, contándonos cuentos y dándonos juguetes, pero pronto llegó la hora de que nos reuniéramos con las demás personas nuevamente. Cuando cruzamos la puerta el viento veraniego inmediatamente roza mi rostro, y el olor a galletas llega a mi nariz.

Ella me lleva hasta donde está mamá, quien me recibe con una sonrisa y le pregunta a la institutriz cómo me he comportado. No las escucho hablar, pues quiero seguir jugando o correr por el jardín, pero sé que no puedo hacerlo cuando hay tanta gente alrededor de nosotros. Cuando ella se va, recuesto mi cabeza en las piernas de mi mamá, que está sentada mientras bebe una pequeña taza de té. Suspiro, pues comienzo a aburrirme, y sé que todavía falta mucho para la cena lo cual me hace aburrirme aun más.

Observo a una mujer bebiendo una taza de té mientras escucha con atención algo que mi madre le está diciendo. Ambas están sentadas al lado de una fuente y llevan vestidos de tarde con elegantes guantes blancos, abanicos finamente decorados y sombreros pequeños, que decoran sus cabellos recogidos en un delicado peinado. Cuando mi madre me observa su rostro se ilumina y estira su brazo hacia mí. Tomo su mano y recibo con gusto un abrazo, mientras que la otra mujer me ofrece un panecillo.

Lo acepto, mientras observo a mi alrededor con aburrimiento. Todas las personas que me rodean están hablando de cosas que yo no entiendo, pues no tengo la edad para hacerlo, o al menos eso es lo que siempre dicen. La mujer que acompaña a mi madre toma mi mejilla entre sus dedos y la pellizca con fuerza.

—¡Pero cuánto has crecido, pequeño Charles! —exclama, con una gran sonrisa dibujada en sus labios—. ¡Y mira qué bellos ojos azules tienes! ¡Parecen el cielo!

Yo llevo mi mano a mi mejilla donde todavía siento rastros del apretón, mientras que con la otra aprieto el panecillo entre mis dedos. Me quedo callado y observo a la mujer fijamente a los ojos. Me ha pellizcado fuerte, y un deje de dolor se siente todavía en mi piel. Mamá me observa con las cejas levantadas, pero con la sonrisa que siempre adorna su expresión.

—¿Cómo se dice, Charles? —cuestiona.

Yo bajo la mirada, tratando de recordar lo que ella siempre me dice que responda cuando alguien me halaga. Ella toma la mano que tengo sobre mi mejilla y hace que alce la mirada hacia la otra dama. Me aclaro la garganta antes de hablar:

—Gracias, es usted muy amable.

Ella ríe y toma más panecillos de la mesa al lado de nosotros, y me los entrega. Mamá me observa con orgullo antes de darme un beso en la frente y darme permiso de ir a jugar.

Sostengo contra mi pecho todos los panecillos que me ha dado, y observo a mi alrededor, tratando de encontrar a alguien con quien jugar. El otro niño que llevaba la institutriz se ha quedado dormido en el regazo de su madre, cuyo vestido es el más elegante de todos.

Papá me observa desde el otro lado y luego continúa hablando con los demás señores que permanecen de pie con un brazo tras su espalda y sosteniendo una copa de un líquido amarillento con la otra mano. Papá se lleva a la boca una cosa alargada de la cual sale humo, y luego el humo sale de su boca cuando sopla.

Decido no ir a molestarlo y comienzo a caminar por el enorme jardín mientras escucho cantar a los pájaros en las ramas altas de los árboles. Mi estómago comienza a hacer sonidos a medida que el olor de los panecillos entra cada vez más por mi nariz. Me detengo abruptamente cuando me encuentro frente a un pequeño camino de piedras que se pierde a lo lejos entre los árboles y los arbustos, y observo atrás, hacia mi madre, pensando en si debería de pedirle permiso para explorar más allá, donde no hay nadie. Pero algo dentro de mí me dice que continúe caminando, así que eso es lo que hago.

Desde hace un sueño (En físico en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora