(31) ╋ Roce Sanguinario ╋

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Bien, puedes hacer esto, Leigh.

Ya tienes las llaves.

Volví a la cocina pero esta vez fui al pasillo contrario de donde venía, ansiosa por llegar a la puerta del sótano. Sin embargo, cuando llegué a la misma, me paré de golpe.

La puerta del sótano antes cerrada con candados estaba abierta de par en par.

Podía sentir mi corazón en mi garganta y en mis oídos. Mi respiración estaba completamente irregular, ojeé el pasillo oscuro con miedo, mi mano apretó las llaves. Temblando, me acerqué a la puerta y eché un vistazo dentro: oscuridad. Mis manos buscaron el interruptor de luz y la encendí como la vez pasada, las luces parpadearon hasta iluminar la escaleras.

Ya estás aquí, Leigh.

Recé porque la chica estuviera bien, y bajé las escaleras tan rápido como pude, no me iba a quedar más tiempo del necesario aquí, en especial, ahora que la puerta había estado abierta, tenía un mal presentimiento sobre esto. Llegue al final de las escaleras y mi corazón cayó al suelo.

No, no, no.

El sótano estaba vació.

No había señales de la chica. El colchón donde ella había estado ya no estaba, no había rastro de que alguien había estado aquí. ¿Todo había sido para nada? ¿Me había arriesgado y no la había podido salvar? Tenía que salir de aquí. Comencé a subir las escaleras cuando lo escuché.

Ruidos y pasos que venían hacia acá. En pánico, bajé las escaleras de nuevo y me escondí debajo de ellas. Hubo silencio por un rato y llegué a pensar que me había imaginado el ruido pero de pronto, la madera del inicio de las escaleras comenzó a crujir. Alguien venia bajando, su sombra se colaba por los pequeños espacios entre escalones. Cubrí mi boca con fuerza, traté de calmar las respiraciones desesperadas que escapaban por mi nariz.

Cada paso me aterrorizaba aún más. Quienquiera que sea tenía que saber que alguien se había metido a la casa, tuvo que ver el vidrio roto de la puerta de la cocina y la luz encendida del sótano. Lo que quizás no sabía era si el intruso seguía dentro o ya se había ido. Levanté la mirada en el momento justo que la sombra estaba encima de mí en las escaleras, algo goteó y cayó sobre mi frente. Con mi mano libre, me limpié, mis dedos temblaron frente a mí al ver el rojo carmesí: sangre.

Apreté mi boca con tanta fuerza para no gritar que clavé mis uñas en la piel. Lágrimas de terror se formaron en mis ojos. Mientras la figura seguía bajando, sangre siguió goteando de los escalones, cayendo sobre mis hombros, mi pelo, mi rostro. Su olor metálico me dieron ganas de vomitar pero reprimí las arcadas porque no podía emitir ningún sonido.

Cuando la figura llegó al final de las escaleras, por el espacio entre escalones, pude ver su espalda, su cabello rubio y figura inconfundible: Heist.

Pero no fue eso lo que me hizo ahogar un sollozo silencioso, sino lo que cargaba sobre su hombro: Envuelto en bolsas negras, en forma humana goteaba sangre al suelo. Me mareé, y traté de calmar mi respiración porque el hormigueo en mis extremidades indicaba que estaba hiperventilando.

¿Qué pasaría si ese ángel de la muerte estuviera frente a ti?

Sus palabras vinieron a mi mente. Fui tan estúpida.

Solo creo que es muy arrogante de tu parte asumir que no serías otra muerte más del montón si metes tu nariz donde no debes.

Él me lo había dicho de frente todo este tiempo.

Heist caminó con la bolsa a un lado de las escaleras y la dejó caer en el suelo donde había estado el colchón de la chica. Él se arrodilló frente a la bolsa de espalda a las escaleras, de espaldas a mí y supe que esta era mi única oportunidad de salir de aquí.

Heist [Darks #1] [En librerías] ✔️Where stories live. Discover now