Capítulo 2: EL MENSAJE

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Tras decir eso, Pamela condujo a Caleb por las escaleras hacia su habitación, misma en donde ambos crecieron en su infancia. Al entrar, fue como si hubieran viajado en el tiempo. La habitación seguía igual a como lo había dejado, la colcha azul seguía tendida sobre su cama y al lado se encontraba su viejo cuaderno rojo en donde había empezado a escribir sus primeras historias.

Caleb se quedó viendo su esquina hasta que escuchó el carraspeó de su hermana a sus espaldas, él volteó y vio el rincón de Pamela como lo esperaba. Su cama estaba pegada a la ventana, junto a una computadora que ella misma había hecho con chatarra.

—Sigues siendo la misma loca de las computadoras —comentó Caleb con una sonrisa.

—Claro que sí, sino como iba a encontrar la pista —afirmó Pamela sentándose frente al monitor—. Ven.

El chico se acercó a su hermana y observó la pantalla. Pamela la encendió y abrió WhatsApp, revelando el mensaje de un número que jamás creyó ver.

—Por esto te estaba llamando, Caleb.

—Esto es imposible —dijo boquiabierto.

El mensaje provenía de su padre y decía poco: "Pamela, estoy vivo".

—Papá está vivo —remarcó Pamela con una sonrisa y temblorosa—. Esta es la esperanza que andábamos esperando. —De ahí tecleó y se abrió una ventana con mapas y un punto rojo en el océano—. Logré triangular su ubicación, está en el mar. Debemos encontrarlo.

—¿Cómo habría podido sobrevivir tantos años? –se preguntó Caleb arqueando las cejas.

—Eso se lo podemos preguntar... —comentó Pamela al levantarse.

—¿A qué te refieres? —preguntó Caleb.

—Me refiero, querido hermano, a que no me quedaré aquí esperando a que se pierda la señal. Iré a buscar a mi padre y lo traeré.

—¿Qué? No —saltó Caleb meneando la cabeza de un lado a otro rápidamente—. Es demasiado peligroso.

Pamela se acercó a él y puso la mano sobre su hombro.

—Caleb —empezó a decir la chica—. Esto es lo que hemos estado esperando, mi madre y yo... Seguramente tú también... Pero no sé tú, pero yo deseo cerrar este ciclo que ha destrozado nuestra familia hace dos años. —Caleb no se veía tan convencido, miraba al suelo buscando alguna respuesta que le indicara que eran buena idea seguir la propuesta de su hermana o quedarse en Lima y seguir con su vida—. ¿No quieres lo mismo, Caleb? Cerrar esto y dormir tranquilo todas las noches, que tu mente vuelva a ser la misma y escribas esas historias que antes escribías.

—¿Cómo sabes que no puedo dormir? —preguntó Caleb a la defensiva—. ¿Cómo sabes que mi mente ya no maquina nuevas historias?

—Porque a mí me pasa lo mismo —respondió Pamela con las lágrimas en los ojos—. Esto nos va a servir, Caleb...

Esas fueron las últimas palabras que escuchó de su hermana antes de salir de la casa, había pasado por delante de su madre sin siquiera decir adiós. Durante todo el camino de regreso se la pasó pensando en la idea de Pamela, aun cuando volvió a casa y fue recibido por su gata, Caleb tenía la sensación de llamar a su hermana y aceptar.

Pasaron las horas, Caleb se encontraba en su desteñido sillón cambiando los canales de la televisión y acariciando a su gata que descansaba a su lado mientras ronroneaba.

Bianca. ¿Qué debo hacer? —preguntó Caleb mientras le acariciaba la cabeza.

La gata levantó la cabeza y lo miró mientras parpadeaban sus ojos lentamente. Según algunas personas, cuando un minino hacia eso era como si estuviera dando besos. ¿Eso era lo que estaba haciendo? ¿Dirigiéndole besos a su mano? ¿Sería la única criatura femenina que le daría un beso por voluntad propia? Parecía que sí. Bianca se levantó y se frotó con el mentón de Caleb. El chico le rascó el cuello hasta que de nuevo se recostó sobre su regazo.

LA TIERRA DE LOS RÉPTELSWhere stories live. Discover now