Capítulo 15: LA BRIGADA

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Irina no estaba conforme cuando Thalía se ofreció traer a Caleb y el resto de los humanos que escaparon, pues no la veía tan comprometida a la causa. Sin embargo, Liza lo había permitido tras escuchar a su amiga decirle que traerlo sería muestra de su indiscutible lealtad; a lo que Irina resopló una risita burlona. Ella sabía perfectamente las intenciones de Thalía desde el momento que se unió a ellos, pero cuestionarla significaría atraer la atención no deseada de Liza y posiblemente confesar que, en efecto, había marcado a Caleb con su veneno al dejarlo escapar. No podía arriesgarse, las cosas salían como las había planeado.

En ese momento, no se dio cuenta que Kroc se le acercó.

—Sé lo que planeas —dijo con convicción.

A Irina no le sorprendió en lo absoluto esta acusación, pues no se había esforzado para nada en ocultárselo. Después de todo, ¿qué problema habría? Liza estaba tan absorta en su ira que no escucharía cualquier comentario de Kroc hacia ella, así que por ese lado estaba tranquila.

—¿Y qué planeas hacer al respecto? —preguntó Irina con una arqueada sonrisa y clavando la punta de su lanza en el suelo.

Kroc soltó un suspiro.

—¿Por qué las cosas entre tú y ella no pueden ser como antes?

Irina frunció el ceño y desvió la mirada hacia el suelo.

—No quiero pensar en eso —espetó entre dientes.

—Tú y Liza eran inseparables —continuó Kroc, mientras adoptaba una mirada nostálgica—, tanto en las prácticas de combate como en la vida diaria. Ella puede haber olvidado que tuvieron una buena relación amical o tu pudiste borrarla de tu memoria, pero la verdad es que... No siempre se llevaron como se llevan ahora...

Mientras hablaba, una lágrima brotó por la mejilla de Irina, apretó los párpados y suspiró pesadamente.

—Ella lo arruinó cuando trajo a ese Arañón —dijo Irina temblorosamente. Kroc no se dio cuenta de que sus palabras había derrumbado la imagen estoica y agresiva de Irina, y se sorprendió al verla tan vulnerable; sin embargo, ella no había terminado. —Íbamos a ser hermanas de armas —imió y se sonó la nariz—. Pero después de lo que pasó, ya no quería hablar con ella. —Sollozó cabizbaja, luego tomó aire y recuperó la compostura—. Por su culpa perdí a Nysa.

—Nysa no está muerta —dijo Kroc.

—¿No está muerta? —replicó la Réptel más que enojada-. No se mueve, no habla, apenas come... ¿Cómo puedes decir que no está muerta? —Su respiración se aceleraba, y parecía que iba a sucumbir ante el llanto—. Eso no es vida, Kroc, ¿y sabes qué es lo peor? —Kroc transformando su semblante a uno comprensivo y triste, e Irina siguió—. Lo peor es que tampoco está muerta.

—Lo siento, Irina —suspiró Kroc resignado; estaba claro que no midió sus palabras con ese último comentario sobre la hermana pequeña de su compañera—. Lamento decir eso sobre Nysa...

—Ya lo dijiste —espetó Irina entre dientes y secándose las lágrimas de su mejilla con el puño—. Ya no hay vuelta atrás.

Kroc se quedó cabizbajo y en silencio por unos segundos, planeando cómo decir sus siguientes palabras. De algo estaba seguro; la conversación estaba lejos de terminar.

—Lo que haces está mal —carraspeó, y las miradas de Kroc e Irina se cruzaron, y ella frunció el ceño con una sonrisa burlona.

—¿Mal? —rió ella.

—Tienes que aprender a tratar mejor a los humanos —dijo Kroc con un tono preocupado.

Irina frunció el ceño, iba a responderle con una clásica respuesta despectiva, pero sintió que Kroc aún no había terminado.

LA TIERRA DE LOS RÉPTELSWhere stories live. Discover now