El recado |VI|

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- ¡Secretario! – Se exclamaron todos los presentes a la vez.

- Pues sí. ¿Por qué les sorprende? - Pregunto Hamilton sin entender nada.

- ¿No que la secretaria de presidencia, era la rubia peli teñida esa? – Cuestionó Laurens burlándose de la recién llegada.

- ¡Si, si, si, María Lewis! – Exclamo Hércules.

- Ah eso. Pues verán, lo que pasa es que nos tiene a ambos en periodo de prueba para saber quién se queda y quien se va.

- Eso quiere decir...-Comenzó Peggy.

-¿Qué puede que te vayas?- concluyó Angélica.

- Exacto.- afirmo Hamilton un poco más serio.

- Hamilton, no te preocupes, esa se pasó la mañana mirándose la uñas y quejándose al teléfono. No hay forma de que sobreviva un mísero mes aquí.- le aseguro Burr.

- Gracias.

- No hay de qué pero recuerda, en el peor de los casos, sierras la boca y sonríes – Misiono el abogado a forma de burla.

-Tsk no es gracioso – le respondió el caribeño – Por otra parte, Peggy. ¿Tu nombre es verdaderamente eso?

- Pff ¡Claro que no! – le contestó la morena con un risueño tono de burla– mi nombre es Margarita es solo que Peggy es mucho más corto y sencillo. Lo mismo con Eliza. Su nombre es Elizabeth.

Y así prosiguieron su almuerzo entre conversaciones triviales y chismes de la compañía hasta que de repente Hercules se paró con el plan de retirarse. De la misma forma el resto lo siguió visto que comprendieron que el tiempo de descanso estaba por llegar a su final. Los demás con algo de sorna lo siguieron todos quejándose, todos menos Hamilton. Al caribeño le ''encantaba'' trabajar, por lo que el caminó rápidamente hacia Muligan con la intensión de llegar lo más rápido posible al cuartucho al que le llamaba oficina.

Al llegar, todos se abordaron el elevador a la excepción de Laurens que se quedó en la recepción ya que era el recepcionista y Muligan paro en el primer piso puesto que allí se encontraba el taller de costura y diseño. Luego, entre el decimo y vigésimo piso se bajaron las hermanas Schuyler y Lafayette dejando así a Burr y a Hamilton en el ascensor. Llegados al cuadragésimo primero piso ambos hombres prosiguieron su camino hasta sus respectivas oficinas.

Hamilton iba muy feliz de la vida caminando hasta su ''Oficina'' y hubiese conseguido llegar de no ser porque el señor George, después de que Alexander entrara a la sala, lo detuvo diciéndole que había un par de cosas que quería dejar en claro con respecto a la señorita Lewis. A este punto Hamilton empezó a lamentar las palabras que le dedico a la joven esa mañana. La situación empero cuando George mando a llamar a la mismísima María a su oficina, la cual entro esbozando una sonrisa altanera pintando así una expresión engreída en su rostro.

-Hamilton, señorita Lewis, tomen asiento – ordeno Washington con un tono serio.

''Aí mama'' pensó Hamilton. Desde que su jefe le llamo a su oficina el Caribeño empezó a crear mil y una escusas para justificar su comportamiento de la mañana. ''Pudiste haberte quedado callado, pudiste haberte evitado todo este embrollo pero nooo. Alexander Hamilton no puede simplemente serrar el pico. '' Se regañó el Cubano.

-Señorita Lewis – comenzó George –entiendo que le sorprenda el hecho de compartir su trabajo con Hamilton, después de todo no eh tenido el tiempo de informarle la situación en la que se encuentran ustedes dos.

-¿Situación?- Pregunto Lewis extrañada.

- Si. Vera señorita tanto usted como Hamilton se encuentran en periodo de prueba para saber quién se queda con el puesto visto que ''ambos'' están capacitados para el empleo. Sin embargo no quiero a dos personas haciendo lo mismo por lo que voy a separar sus ocupaciones aquí y ahora.- explico el mayor a los más jóvenes quienes asintieron.

¿Por qué no? ||Jamilton|| (Cancelado y puesto en adopción)Where stories live. Discover now