5. Dar el primer paso

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Estaba el Mista en la estación del metro esperando a que llegara el metro que lo dejaba cerquitas de su cantón, ya le estaba comenzando a dar weba ir hasta allá caminando ya que le habían robado una chingadera de veces ya en el vecindario todo culero en que vivía, y su AMC Gremlin lo había mandado con el Don Risotto a ver si se le daba la refregada gana reparárselo.

En la estación había como 20 vendedores de chucherías, 10 cabrones cantando canciones de Juan Gabriel a todo pinche pulmón ver si les daban lana, y como 3 parejas de prietos besándose en media vía pública como si fuera escena de novela del canal de las estrellas.

Estaba lloviendo afuera, así que el wey prieto este también llevaba una bolsa negra de basura con hoyos para la cabeza y los brazos puesta. Estaba esperando el metro que seguía, cuando recordó dos cosas. La primera, aunque hubiera una putiza de gente esperando, el metro no llegaba a esta hora, y nadie realmente había que hora era por los putos relojes todos mexichangos de bajo presupuesto que el presidente puso que estaban menos coordinados que la fregada. Lo único coordinado aquí en México eran los weyes borrachos bailando el payaso del rodeo en las quinceañeras. La segunda, es que NO HABIA METIDO LA ROPA Y LE IBAN A LLOVER UNOS CHANCLAZOS.

— WEY, ¡LA PINCHE ROPA! MIS GFES ME VAN A MADREAR — gritó el Guido en su cabeza y comenzó a empujar gente de la bola de imbéciles que esperaba un metro que no iba a llegar nunca. Luego recordó que exactamente iba a tomar el metro para llegar a su casa y ya medio se le bajó lo pendejo.

La neta es que lo habían corrido de la estación los de seguridad por andar causando desmadre. La única vez en la vida que el naco iba a ver a seguridad de verdad haciendo algo, era como esa mágica experiencia en la que la segunda caja del mendigo Oxxo estaba abierta, así de milagroso.

Ahora ya no sabía que putas hacer, se le estaba comenzando a meter el agua marrana de lluvia por las botas y sus calcetines ya estaban todos empapados. Así que bajo el torrean de agua más sucia que la zona debajo de sus uñas, se regresó a la casa del Yorno y en vez de entrar por la puerta como gente normal, el naco este se metió por la pinche ventana para que la raza de su güerito no lo quisiera exterminar como si fuera cucaracha voladora.

Al entrar, podía ver al rubio llorando en su cama de la barbie como la mariquita que era, podía ser naco, pero Mista sabía cuándo alguien era más maricón que él. Al principio Giorno no tenía ni puta idea de que había alguien adentro de su super guarida masculina color rosita, pero cuando vio a un negro, vestido de prostituta, mojado y feo entrando por su ventana, sacó de debajo de su cama una navaja del bryan y lo amenazó.

— Relaja la raja carnal, soy el Mista — Esto hizo que el Yorno bajara su arma y se diera cuenta de dos cosas. Primera, que su futuro novio estaba más gacho que el Margarito. La segunda, que, si trabajaba de persona que vigilaba ventanas, se moría de hambre, pero macizo.

— Oh... Mista, ¿Qué haces aquí? Pensé que mi patrón te había dejado claro que te metería en problemas si venias — Le dijo con su voz medio fresona al naco prieto que había a su lado. Guido se sentó como estúpido en la orilla de la cama y alto paro cardiaco que le daba al güero de que su cama ahora estaba mojada con agua de lluvia que probablemente se evaporó del dren.

La neta que el prieto se esperaba el momento de su confesión un poco más romántico. Talvez besándose como cerdos en la estación del metro o comiendo taquitos de al pastor en algún puesto culero de tacos de por ahí, pero ahora estaba su oportunidad y la iba a tomar.

Se rascó la nuca toda peluda que tenía y se aseguró de que el chico de ojos verdes no se viera muy tenso. Lo tomó de las manos y la chingada diferencia de sus tonos de piel se veía desde china, luego le tendría que encargarse de sus pelos de los nudillos.

— Cabrón, me gustas un chingo, la neta — Le dijo, agarrándolo ahora de los hombros y acercando sus cuerpos todos wilos el uno al otro, Mista estaba más frio que una chela recién sacada del refrigerador — Güerito, ¿Quieres ser mi chavo? — Le sonrió y Giorno solo asintió con fuerza como si esto se fuera proposición de matrimonio o que se yo.

— Mista... Claro que si...— Cerró sus ojos con delicadeza y se acercó con mucho cuidado a su rostro peludo, el naco gay le siguió la corriente, sintiendo sus respiraciones cada vez más cerca de la otra. Estaban a un pelo de rana calva de besarse, cuando la puerta es abierta con brutalidad. Mista al principio creyó que era la ONU que venía por el por andar de cochino con un menor de edad, pero solo vio a 2 chamacos rubios, hermanos de Giorno que los miraban con cara de pendejos, como si no hubieran visto a Josuke y a Rohan cogiendo ya.

— PAPIIIIIIIII DIOOOOOO, GIORNO ESTA CON EL CHANGO ESE DE NUEVO!!! — Gritonearon Diego y Johnny al unísono, corriendo por los pasillos como ratas que iban a ser aplastadas por una escoba. El chico con el traje rosa que mostraba las tetas solo corrió tras de ellos, ya se esperaba la madriza que su gfe le iba a echar si se enteraba que se estaba jamoneando con el prieto ese. Ah, pero a el no le podia decir ni madres sobre su amigo el Pucci que estaba mas negro que el Mista, porque o si no se lo madreaban entre los dos. Pinche Jotaro, él tenía suerte que no le decían nada cuando se comía la boca con su novio Kakaroto, Kiko, o como fuera que chingados se llamara. Ese dia, Mista tuvo que esconderse en el bote de basura de los Joestar toda la puta noche mientras se iba la lluvia. 

Como Salir Con Un Naco Gay【GioMis】【Shitpost】Where stories live. Discover now