capítulo 3

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Tres años después y con nueve años Kaya no pensaba en nada más que no  fuera el odio que le tenía a Marcus,  odiaba verlo, odiaba ver a cada una de las personas en ese lugar, odiaba vivir.






—Ella sigue sin mostrar mejoras, ¿que haremos?—dijo uno de los científicos

—Juntar parte de su adn con el de la asiática—dijo Marcus —el va a venir en unos meses y ambas tienen que tener indicios de mejoras.

—Ella está débil señor—dijo el hombre nervioso

—Si muere será tu culpa, no le inverti tanto tiempo para que muera—le gritó.



A lo lejos la pequeña rubia suspiraba cansada, intento suicidarse en dos ocasiones y siempre la encontraban, la curaban y golpeaban hasta la inconsciencia. Ya estaba harta de vivir y servir de ratón de laboratorio.












Meses después y de incontables veces a las que fue sometida a un sin fin de experimentos el líder de la organización llego a ver su avance, pero a como todos esperaban, este era nulo.

—No estan explotando su potencial, tiene que dar mejorías, ellas son mi arma, el soldado sólo es una marioneta comparado con lo que quiero hacer con ambas, tienen hasta que ella tenga la mayoría de edad para darme resultados, torturenla, entrenenla, quiero resultados positivos no esto—les gritó de malhumor.



















—No estan explotando su potencial, tiene que dar mejorías, ellas son mi arma, el soldado sólo es una marioneta comparado con lo que quiero hacer con ambas, tienen hasta que ella tenga la mayoría de edad para darme resultados, torturenla, entrenenl...

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Al otro lado de la base una pequeña de siete años miraba cómo le colocaban una manta blanca a uno de sus compañeros, el experimento no había funcionado en el y había fallecido, todos mo habían hecho, menos ellas y también quería morir, ir con ellos con los demás huérfanos.

Ayumi había sido traída desde el orfanato de Tailandia junto a otros siete niños de los cuáles sólo ella quedaba, desde que tenía dos años los miró ser tapados con sabanas blancas que le indicaban que no habían aguantado, desde niña le habían enseñado a leer en varios idiomas y a aprender sobre cómo los humanos eran el peor error del mundo, que ellos ayudarían a poner paz y orden, pero no les creyó.

Otro día más donde iba al laboratorio a que le pusieran un sin número de inyecciones dolorosas, luego de cinco horas era llevada a clases y luego de eso era encerrada en el lugar más oscuro, desde ahí podía escuchar los lamentos de otra niña, pero jamás se le dejo verla, junto a ella los gritos de dolor de otra persona, un hombre el cuál era torturado cada cierto tiempo.

—Ayumi, ya va siendo momento de que liberes tu poderes—dijo la misma voz de  siempre

—No tengo poderes, soy una simple niña a la cuál torturas todos los días—le gritó 

—Una niña que va hacer una asesina y nos va a servir un día.





























—Una niña que va hacer una asesina y nos va a servir un día

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