De el regaño de Shion

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Hola de nuevo

Pues así es como inauguramos los One Shots de Breakout. No sé cuántos vayan a ser, por el momento tengo dos escritos y un par más pensados. No pienso actualizar esto tan seguido como lo hice con la historia principal, pero de vez en cuando lo haré.

Si no tienen idea de lo que estoy hablando, vayan a mi profile y lean primero Breakout, que es la historia principal.

Este one shot es la versión light, en Wattpad y AO3 pueden leer la versión M. Espero que les guste, es una escena cortita, pero que la verdad me hizo gracia. En general espero que los One Shots que voy a publicar sean relajados y con humor, aunque claro, eso ya dependerá de lo que quieran las musas.

Un saludo y espero que les guste.

Alfa Lázcares

De el regaño de Shion

—¿Te dijo para qué quiere vernos? —le preguntó Alfa a Saga mientras lo sujetaba del brazo y se arreglaba los tacones que llevaba puestos.
—Algo que tiene que ver con los renegados, los abogados, y probablemente con el tema "boda".
—Oh.
—Oh.
—¿Si me veo así de bien crees que lo distraiga un poco? —preguntó la chica mientras le señalaba su atuendo, que consistía en otro de esos vestiditos veraniegos a los cuales Saga se había aficionado luego de su viaje por Suiza.
—Espero que tus encantos no lo encanten a él, porque sería muy creepy. En fin. ¿Lista?
Alfa asintió y entonces Saga abrió un portal que los llevó al Templo Principal. Esperaron fuera mientras los anunciaban, y un guardia regresó diciéndoles que podían pasar hasta el despacho de Shion. Saga guió el camino, y poco después se encontraron frente a la puerta cerrada. Saga llamó y escucharon la voz de Shion diciéndoles que podían pasar. Ambos entraron.
—Me alegra que vinieran tan pronto. Tomen asiento —y les señaló uno de los sillones, mientras él mismo iba a otro y se sentaba.
—¿Sucede algo? —preguntó Saga.
—No. Lo hecho, hecho está. Ustedes dos se casaron por el civil en Suiza. ¿Cierto?
Ambos asintieron.
—Y para poder casarse por el civil en Suiza debieron entregar algunos papeles, que, seguramente estaban guardados dentro del Santuario y que tuvieron que salir de aquí sin autorización oficial y, además, por medio de dos personas que se prestaron a ayudarlos. ¿Cierto?
Ambos volvieron a asentir.
—Los papeles pueden salir del Santuario, y si querían una boda civil en Suiza, había maneras perfectamente aceptables de sacar los papeles para que lo hicieran. En cambio le pidieron a Milo que les mandara esos papeles. Y para que Milo los pudiera sacar, una de nuestras secretarias lo tuvo que ayudar. ¿Entienden a lo que quiero llegar?
—A que estuvo mal que sacáramos esos papeles sin autorización y sin tu consentimiento —contestó Saga.
—El protocolo oficial indica que deberían pedir el permiso y la bendición de Atenea y la mía antes de casarse. No les íbamos a decir que no. Por respeto a sus cargos, al Santuario y a la misma Diosa debieron hacerlo también.
—Lo entendemos, pero no era momento para celebraciones y no queríamos esperar. Y a fin de cuentas nos terminó ayudando —contestó el de Géminis.
—Ese no es el punto, Saga, y lo sabes. Eres un Santo Dorado, no alguien que va por la vida saltándose reglas. Sus amigas ya lo saben, toda la orden Dorada también. La ceremonia del Santuario se celebrará pronto. Por el momento no es necesario que le vayan gritando a los cuatro vientos que se casaron en Suiza.
—¿No vaya a ser que alguien más quiera seguir nuestro mal ejemplo? —protestó Saga y Alfa le tomó la mano. —¿Es en serio?
—No veo a nadie bromeando por aquí. Ahora, tengo que ir abajo a hablar con algunos abogados sobre lo sucedido con los renegados y con lo que va a suceder con los que vamos a deportar. Mientras, ustedes van a quedarse aquí y van a firmar los papeles que están sobre mi escritorio. Más burocracia concerniente a la burocracia que tuvo que hacer Suiza para casarlos, las disculpas que el Santuario da en nombre de ustedes y demás parafernalia del caso. Porque sí, este asunto llega también a ese país y a las personas que aceptaron casarlos. Su matrimonio va a seguir siendo oficial, no deben preocuparse por eso, pero las relaciones entre el Santuario y Suiza deben ser reparadas. En un rato subirá algún otro abogado por esos papeles firmados. Espérenme aquí hasta que regrese.
Shion se levantó del sillón y Saga estuvo a punto de protestar, pero Alfa le apretó la mano y negó con la cabeza. Por fin Shion salió del despacho y los dejó solos. Saga se levantó del sillón, Alfa lo siguió con la mirada.
—Más de una persona se metió en problemas por esto —dijo Alfa.
—No son problemas muy graves de todos modos. Una carta de disculpa hacia Suiza y listo. Tampoco cometimos un crimen muy grave. Por supuesto le molesta a Shion, las cosas se deben de hacer como se deben de hacer —Saga caminó hasta el escritorio y tomó los papeles de encima. Se recargó contra el escritorio mientras los hojeaba. —Eso es justo lo que es esto —Saga levantó la mirada al notar que su esposa no le contestaba. La miró curioso. —¿Sucede algo?
—¿Este también fue tu despacho cuando fuiste Patriarca?
—Sí. Aunque en realidad siempre ha sido de Shion, mío nada más fue por 13 años. Está justo como Shion lo dejó, yo no le hice cambios. En realidad tampoco pasaba mucho tiempo aquí, Ares prefería pasarla en el Salón del Trono. Y... ¿por qué me estás viendo de esa manera?
—Te estaba imaginando hace 15 años aquí. Anda, ve a sentarte ante el escritorio.
—¿Qué? —preguntó con una sonrisa bastante desconcertada.
—Hazme caso y ve.
Saga se encogió de hombros e hizo lo que le pedían, fue a sentarse en la silla de Shion ante el inmenso escritorio, los papeles que tenían que revisar aún entre sus manos. Alfa se levantó del sillón en el que había estado sentada y se acercó mientras lo miraba con una sonrisa.
—Y justo hoy dejé mi celular en casa. En fin. ¿Qué tenemos que firmar? —y con eso caminó hasta él, hizo que se separara un tanto del escritorio y se sentó en sus piernas, mientras miraba los papeles.
Saga sonrió, le rodeó la cintura con un brazo, le besó el hombro y se asomó a leer los papeles que ella sostenía. Les tomó un rato leer todo el documento y firmarlo, pero cuando terminaron lo dejaron sobre el escritorio. Alfa se recargó contra Saga mientras miraba a su alrededor.
—¿Soy yo la única que se siente como en la secundaria cuando está esperando al director?
—En esta situación, yo creo que sí, pero, si te sirve de algo, no es la primera vez que Shion me manda a esperarlo en su despacho por algo que hice... o dejé de hacer.
—Súper —dijo Alfa son sarcasmo y se levantó.
Revisó distraídamente los títulos de los libros que estaban en el librero a sus espaldas. Saga la miraba mientras jugaba con una pluma entre sus manos.
—Esperarlo aquí es parte del castigo, ¿verdad?
Saga asintió con la cabeza. Alfa volteó a verlo.
—Te ves bien en ese escritorio. ¿Nunca hiciste nada sucio aquí?
—¿En el despacho? No. Al menos yo no, Ares no sé. Pero repito que no pasaba mucho tiempo aquí.
—Deberíamos remediar eso —contestó ella.
Y de pronto escucharon que alguien llamaba a la puerta. Saga se aclaró la garganta antes de contestar.
—¿Sí?
—Señor Saga, venimos por los papeles —escucharon una voz de hombre del otro lado de la puerta.
Alfa evitó reírse, Saga suspiró resignado.
—Adelante.
La puerta del despacho se abrió y dos hombres de traje entraron al lugar. Saga tomó los papeles de encima del escritorio y levantó la mirada mientras los veía entrar. Ambos hombres se acercaron, uno le extendió la mano a modo de saludo, luego el otro. Hicieron lo mismo con Alfa.
—¿Tiene los papeles listos? —preguntó el primer hombre.
Saga asintió mientras los arreglaba. Ambos hombres tomaron asiento frente al escritorio.
—Aquí están, firmados y listos —contestó el de Géminis maldiciendo mentalmente que ambos hombres se hubieran auto invitado a sentarse.
—Déjeme revisarlos. ¿Ambos lo firmaron?
—Así es —contestó entregándole los papeles al hombre.
—Muy bien entonces. Estos papeles se van directo a Suiza, vía nuestro edificio burocrático. No fueron pocas las trabas legales que se tuvieron que saltar en ese país para hacer válido su matrimonio —dijo el otro hombre que hasta ese momento se había mantenido callado mientras su compañero revisaba los documentos.
—Estamos conscientes de eso —contestó Saga.
—La buena noticia es que no volverá a ocurrir —dijo Alfa.
—Esto es algo serio, señorita.
—Todas las cosas que suceden en este Santuario y fuera de él son serias. Le reitero que no volverá a ocurrir —contestó igual de seria.
—¿Les queda alguna duda sobre lo dicho en el documento? —preguntó el primer hombre, quien seguía revisando.
—Ninguna.
—¿Están de acuerdo con todo lo expresando en este?
—Si no lo estuviéramos no lo hubiéramos firmado.
—¿Quieren discutir algún detalle? ¿Algo que deseen cambiar?
—No. Así está muy bien.
—Faltó una firma suya justo aquí, la de su esposa sí está —dijo el hombre mostrándole una página a Saga y pasándole luego el documento.
Saga lo tomó de inmediato, agarró la pluma a su lado y procedió a firmar en el espacio en blanco lo más rápido que pudo.
—Listo. ¿Les podemos ayudar en algo más? —les preguntó regresando el documento y  recostándose en el asiento.
—No. Si no tienen ninguna duda ni necesitan alguna aclaración, entonces eso sería todo. El documento se enviará mañana temprano. En caso de que necesiten hablarnos sobre algún tema de estos, tienen hasta ese momento para hacer cambios.
—No creo que eso vaya a ser necesario. 
—En ese caso nos retiramos entonces.
Ambos hombres se levantaron de sus asientos y volvieron a darle la mano a Saga, luego a Alfa, a manera de despedida. Saga no se movió ni un centímetro de su lugar mientras los veía alejarse. Una vez que la puerta del despacho se cerró exhaló un suspiro.
—Divertido, ¿no?
—Frustrante, quieres decir —contestó, la sujetó por ambos brazos, la atrajo hacia sí y la besó.
—¿Qué es lo que quieres hacer entonces? —preguntó ella con fingida inocencia.
Por toda respuesta Saga la atrajo hacia sí para besarla de nuevo, mientras sus manos viajaban por las piernas de ella, debajo del vestido veraniego que la chica estaba usando. Saga continuó la caricia tan solo un momento más, luego la atrajo más hacia sí y la instó a que quedara encima de él. Se besaron.
Y de pronto ambos escucharon un par de golpes en la puerta, pero antes de que ninguno de los dos pudiera siquiera reaccionar, la puerta se abrió y por ahí entró un sonriente Aioros.
—Hey, vengo por unos papeles que olvidó... Shion.
—Mierda, ¡Aioros! —gruñó Saga mientras rodeaba la cintura de Alfa con ambos brazos, evitando que se levantara.
Alfa dejó escapar una risita, luego ocultó su cara contra el cuello de Saga. Aioros se había congelado en la puerta.
—No están haciendo lo que creo que están haciendo, ¿verdad?
—Desgraciadamente, no, Arquero, demasiadas interrupciones en un solo día —contestó el de Géminis.
—Ya está. Dos segundos y me voy —Aioros cerró la puerta tras de sí y casi corrió por el despacho hasta llegar a los papeles que Shion había dejado olvidados sobre la mesita frente a los sillones.
Alfa miró hacia atrás, al pobre arquerito que lo único que quería era salir de ahí antes de que Saga decidiera mandarlo a otra dimensión. Casi se rió, pero en cambio volteó a ver a Saga, quien tenía cara de pocos amigos.
—¿Va a tardar mucho Shion, Aioros? —preguntó Alfa.
—La verdad es que no creo, lo siento. Inténtenlo cuando tenga una de esas reuniones de todo el día —les dijo una vez que estuvo en la salida. Salió lo más rápido posible y volvió a cerrar la puerta.
Saga la miró a los ojos, Alfa le sonrió y se inclinó para besarlo. Saga volvió a relajarse sobre la silla.
Shion los encontró media hora después, sentados en el sillón, abrazados, y mirando algún video en el celular de Saga. Procedió entonces a sentarse frente a ellos y terminar de darles el sermón sobre las responsabilidades del matrimonio.
Nope, Aioros no le dijo nada de lo que había visto.
Y aparentemente Shion nunca se dio cuenta de lo sucedido.

01 Breakout One ShotsWhere stories live. Discover now