20. Un sueño, una estrella

48 8 0
                                    

Nada más terminar su actuación, Mónica se reunió con Patrick en el hall del instituto. Se abrazaron fuertemente, como si llevaran años sin verse.

-Has estado increíble, mi pianista- le dijo besándole la frente.

Varios alumnos y profesores se acercaron a darle la enhorabuena a Mónica. Ésta saludó a todo el mundo, incluso al director Henry y al profesor J. K. T. Robinson que se lanzó a abrazarla con toda la confianza del mundo.

De repente, detrás de ellos, notaron una nueva presencia. No se trataba de ningún profesor, ni alumno. Era nada más y nada menos que el cazatalentos.

-¿Mónica?-preguntó.

-¿Sí?- respondió ésta totalmente fuera de sí.

-Su actuación me ha parecido brillante. Le venía a ofrecer una beca para estudiar el curso que viene en el Conservatorio Superior de Música de Viena.

-¡Sí!¡Me encantaría! -gritó completamente emocionada.

Mónica sintió los latidos de su corazón. Toda la vida deseando una oportunidad así. Y ya había llegado. Todo esfuerzo tiene su recompensa. Había hecho su sueño realidad.

***

Patrick esperaba ansiosamente que llegaran las siete de la tarde. A esa hora había quedado con Mónica y le daría una gran sorpresa. Una sorpresa porque era 1 de junio. Justo hacía once meses -casi un año- que se enamoró de ella en aquella playa de San Diego, mientras pescaba a orillas del mar. Y eso merecía ser celebrado de alguna manera.

Le regalaría un colgante. Un colgante con un pequeño corazón que contenía un mensaje en la parte trasera: "Siempre recordaré tu estrella".

Era una frase directa que contenía un rayo de esperanza. Una frase que animaría a Mónica en cualquier momento difícil de su vida. De su enfermedad. Así sabría que pasara lo que pasara, siempre estaría junto a ella.

Miró el reloj. Las seis y media. Patrick había pasado toda la tarde envolviendo su regalo, y, se le había pasado el tiempo volando.

Recogió todo, y salió de casa en busca de la estrella más bonita del universo.

***

El cielo estaba muy grisáceo, pero Mónica se sentía alegre por dentro. Y su alegría aumentó más al ver llegar a Patrick.

Le saludó con un besito, como de costumbre y ambos se dirigieron hasta un pub bastante cercano.

Allí dentro había mucha gente joven que bailaba. Unos cuantos chicos algo borrachos les saludaron al entrar por la puerta. Algunas chicas al fondo, se desmelenaban bailando la música disco al fondo del local. El lugar tenía muy buen ambiente, sin duda. Patrick pensó que había sido buena idea llevarla allí. Al fin y al cabo, Mónica necesitaba un poco de diversión. Claro que ella solía ser una chica seria, pero Patrick pensó que le gustaría verla con su carácter divertido y desenfadado algún día. Y había llegado el momento.

Una camarera de pelo negro largo que llevaba un vestido un poco sexy para estar trabajando, se les acercó con una libretita para preguntarles por su pedido.

Ambos pidieron vodka y licor de manzana. Esa noche querían desfase. Y, en medio de ese desfase, Patrick le recordaría cuánto la quería, dándole su regalo.

-Vamos a bailar- le animó Patrick con una sonrisa de oreja a oreja.

-No, me da vergüenza...

En ese instante, el chico cogió su mano, la besó y le susurró al oído.

-Baila como si fuera tu último día en la Tierra.

Entonces, Mónica aceptó su propuesta y avanzó hasta llegar a la pista de baile. Allí, sonaba Titanium, la canción de David Guetta y Rihanna. Mónica empezó a bailar levantando los brazos al ritmo de la música, y, Patrick pudo comprobar como lo hacía a la perfección. Le sorprendió que pareciese una bailarina sincronizada con la música, para no bailar habitualmente.

Decidió unirse a ella. Los dos bailaban pegados el uno al otro olvidando a toda la gente que bailaba a su alrededor. Se sintieron unidos. Como si estuvieran predestinados a ser pareja de baile. Una canción sonaba detrás de otra. Y otra más. Y pegaban un trago de licor. Luego otro de vodka. Otro. Y otro más...

Y, cuando estaban ya cansados, decidieron salir afuera para respirar un poco de aire del exterior.

Una vez fuera, Patrick la besó. Esta vez como si fuera su último beso.

-Cierra los ojos y escúchame.

Mónica obedeció al momento.

-Hace justo once meses te vi por primera vez. Fue amor a primera vista, eso seguro. Al volver aquí después del verano mi mundo entero se derrumbó. Pensé que jamás volvería a ver a una chica tan preciosa. Pero mantenía la esperanza. Esperanza. Una palabra preciosa. La palabra que nos unió. La palabra que ha conseguido que volvamos a estar juntos. Aquí. Ahora. Piensa qué habría sido de ti sin mí. Y de mí sin ti. Jamás me habría enamorado. Porque te aseguro que desde que te vi, pude sentir que no me enamoraría de nadie si no fueras tú. No quiero perderte. Nunca. Y no te perderé porque sé que pase lo que pase- hizo una pequeña pausa para enfatizar la última frase- siempre recordaré tu estrella.

Y, cuidadosamente depositó el colgante en las delicadas manos de Mónica.

-Ya puedes abrir los ojos.

Pero ésta no los abrió.

-Mónica. ¡Mónica!

Mónica seguía con los ojos cerrados. Seguía con el colgante en sus manos. Pero permanecía completamente inmóvil.

-Mónica...

Patrick comenzó a sollozar cuando comprendió que, una vez más la anemia había vencido el corazón de la chica.

© Siempre recordaré tu estrellaWhere stories live. Discover now