Juguete

196 33 18
                                    

La noche había caído. Y con ella cierto peliceleste había aparecido.

Todo estaba tan oscuro que lo único que se podía ver de él eran sus fríos pero brillantes ojos aqua.

El silencio reinaba en las frías y oscuras calles por las que caminaba. Hasta que su móvil resonó en la silenciosa oscuridad.

—Tsk...—bufó a la nada.

Era un mensaje de esa persona, otra vez.

Esa que le hacía esos molestos encargos.

—"Ten cuidado esta noche, alguien te está siguiendo—decía entre susurros—... y ese alguien quiere verte muerto y enterrado..."—decía el mensaje en su totalidad. Ni siquiera decía quien le seguía ni nada más.

El peliceleste suspiró para posteriormente seguir con su camino. O eso intentó, antes siquiera de reaccionar, alguien salió de la nada y le dio un puñetazo en el ojo izquierdo.

El de ojos aqua retrocedió varios pasos después del golpe que recibió.

Sin embargo no se desplomó. Lo cual hizo que su atacante intentara volver a golpearle.

Lo que su atacante no esperaba era que esta vez él lograse detener su puño con una sola mano.

—Tan escuálido y tan duro a la vez ¿eh?—comentó su atacante con una sonrisa retorcida.

El peliceleste no se dio cuenta del motivo de aquella sonrisa hasta que sintió un pinchazo en su pierna. En un rápido movimiento alejó el pesado cuerpo de su atacante. Al hacerlo pudo ver una jeringuilla clavada en su pierna, la cual estaba completamente vacía.

Era una trampa. Ese capullo solo le había distraído mientras le inyectanba algo.

—No creí que picarías tan fácil... teniendo en cuenta que eras el Asesino de la Luna... pensé que sería más divertido enfrentarte sin embargo solo eres un crio después de todo...

El hombre se quedó mirando a su contrincante esperando alguna respuesta o pregunta, pero el peliceleste no formuló ninguna palabra.

Entre jadeos el de cabellera celeste comenzó a desplomarse. Ya estando en el suelo el más mayor se acercó lentamente a él.

Se puso a su altura y alzó su rostro tomándolo del mentón. Observó sus ojos en busca de algún signo de miedo, pero se sorprendió al ver que estaban muy cristalinos como si rogara por su vida con la mirada.

—Vaya, vaya... no eras tan fuerte después de todo...

Su sonrisa ahora era aún más retorcida. El peliceleste sabía perfectamente lo que pasaría esa noche. Ya lo había predicho al ver esa jeringuilla clavada en su pierna y su cínica sonrisa. Esa noche sería forzado.

—No llores... eso me excita más.

Sin más el hombre, de forma brusca, juntó sus labios con los del ojiverde, el cual se limitó a simplemente cerrar los ojos bruscamente. El más mayor lo tumbó por completo y se posicionó encima de él entre sus piernas. El beso se había vuelto uno extremadamente salvaje, hasta tal punto que el labio del peliceleste se partió mientras comenzaba a quedarse sin aire.

El hombre se tomó su tiempo en separarse. Este sabía perfectamente que no tenía que darse prisa en sus acciones puesto que nadie vendría a ayudarle. Esa calle llevaba a un callejón que estaba completamente vacío.

Mientras tanto el peliceleste comenzaba a sentir un bulto crecer entre sus piernas. En ese momento dedujo que no solo le había inyectado alguna droga paralizante, sino que también algún tipo de viagra.

Crazy To Love YouWhere stories live. Discover now