Apodos

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Acababa de amanecer cuando mi alarma empezó a resonar por toda mi habitación. Con molestia estiré mi brazo para alcanzar y apagar la alarma. El silencio volvió a hacerse presente en cuanto la ruidosa alarma dejó de resonar.

A regañadientes acabé levantándome y estirando mis músculos. Entre bostezos logré alistarme y preparar mi desayuno.

Al terminarlo coloqué todos los libros que necesitaría para ese día y me fui a la entrada listo para calzarme con la mochila ya en mi espalda.

Ese día no había dormido bien. Debido a que, el día anterior, en las noticias anunciaron el asesinato de tres personas en un callejón no muy lejano al centro, y otros dos en la casa de un matrimonio. Ver esas noticias me erizó la piel, estuve todo el día nervioso. Además, Ash ese día no había ido en el autobús, por lo que, preocupado, pregunté a sus compañeros los cuales no le dieron importancia. Si bien era cierto que por un día no pasaba nada, el desinterés que mostraron cuando se lo pregunté me irritó.

Hoy esperaba poder verle y charlar nuevamente. Pensar en ello recargó mis energías de inmediato. Ya en la parada del autobús, pude ver como este aparecía en el horizonte. Al llegar a la parada sus puertas se abrieron y me subí en él. Saludé al conductor como cada mañana y me dispuse a buscar un asiento... y con un poco de suerte, uno que estuviese al lado de Ash, si este había venido.

Estaba por darme por vencido cuando vi una cabellera celeste en los últimos asientos. Al acercarme pude ver que en verdad era Ash, y que su asiento contiguo estaba libre. Iba a preguntarle si podía sentarme, cuando vi que estaba dormido. Tenía una su semblante estaba relajado. Ante aquella situación no pude evitar reír.

De pronto sus ojos se abrieron de golpe. Entonces me pregunté si mi risa había sido la causante de ello. Sin embargo, justo después de mirarme de reojo, volvió a dormirse.

O ese creí hasta que este bostezó y empezó a desperezarse.

—Siento haberte despertado...

—Nah—bostezo—... esta bien...¿vas a estar ahí de pie todo el camino o te vas a sentar?

—Lo segundo mejor.

Me sorprendió que supiera lo que pasaba por mi cabeza. Ya que, su pregunta respondió a la mía. Me senté a su lado y coloqué mi mochila a mis pies. Miré de reojo a Ash y me percaté de algo. De cerca, vi que sus ojeras parecían ser aun más grandes que la última vez que nos vimos. Eso me preocupó, por lo que quería saber por qué estaba así cansado. Pero me di cuenta de que apenas nos conocíamos, así que él probablemente no confiara en mi lo suficiente. Tenía muchas ansias por descubrir el misterio que le envolvía, pero tenía muchas más ganas de hacernos más cercanos.

—Kuro... sería un buen mote para alguien como tú ¿no crees?—pregunté rompiendo el silencio que se había formado entre ambos.

—¿Eh? ¿A qué viene eso?—preguntó confuso.

—B-bueno... es solo que... no sé pensé que sería divertido ponernos motes... eso es lo que hacen los amigos...—dije tratando de corregir mi error. Puesto que había hablado sin pensar, simplemente solté lo que pasaba por mi cabeza en ese momento, así porque sí.

—Supongo...—comentó encogiéndose de hombros—... está bien si es MahiMahi quien lo hace...

—¿MahiMahi?

Aquel mote lucía muy lindo a mi parecer, tanto que un sonrojo apareció sobre mis mejillas. Después de eso, al mirarnos a los ojos, empezamos a reírnos hasta que no pudimos más. Ver su sonrisa y oír su risa

por primera vez fue algo realmente genial. Su sonrisa era la más bella que jamás había visto. Estaba ansioso por ver más de esa sonrisa. Sin embargo al poco tiempo su rostro volvió a la normalidad, completamente inexpresivo.

Extrañé su sonrisa el resto del camino, aunque por lo menos hablamos un rato y nos distraímos del mundo real.

En cuanto el autobús paró en seco supe que ya debía irme. Eso me entristeció ya que deseaba seguir con aquella reconfortante charla.

Mientras recogía mis cosas Kuro y yo nos despedimos. Una vez fuera, como si me hubiera leído la mente, me dedicó una dulce, a mi parecer, sonrisa.

Embobado por tal acto, le correspondí con mi sonrisa. Su sonrisa bastó alegrar mi día y recargar mis energías.

Era increíble el efecto que su sonrisa tenía sobre mi. Cada vez que la veía tenía más ganas de volver a verla.

Crazy To Love YouWhere stories live. Discover now