19. Aquella noche de la cual nadie habla

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DAVID:

Cuando Circe abrió la puerta con el semblante serio y los ojos tristes, mi corazón se saltó un latido.

—Tenemos que hablar.

—Evidentemente.—contestó

Pasamos a la cocina y nos sentamos, ella del otro lado de la barra de la cocina.

—Traté de tomar esto de la forma más madura posible, pero no lo logré y lo siento. Hice... conjeturas sobre algo de lo que no estaba segura y te pido perdón. Ahora...—tomó una profunda respiración y la soltó— ¿Qué pasó la noche qué fuiste a recoger a Liza?

Sentí como la sangre me abandonaba y como mi corazón me martilleó en los oídos por un segundo. Mis manos empezaron a sudar y un escalofrío me recorrió la espalda.

—Yo...Yo...

Se cruzó de brazos, mirándome expectante.

—Nos-Nos besamos.

Podría jurar que vi todo en cámara lenta, su semblante duro cayó y sus ojos se llenaron de lágrimas que no soltó. Su quijada se apretó y cerró los ojos con fuerza, los abrió después de un par de respiraciones y se levantó.

—Vete.

—Pero-

—Vete, David.

—Déjame explicarte por-

—¿Qué me vas a explicar? ¿Cómo la besaste? No hay nada qué decir, la besaste, te besó, ponlo cómo quieras. Lo nuestro se acabó.

—Por favor no me hagas esto.

—¿Tienes-Tienes el coraje para decirme que yo no te haga esto? Eres un...

—Perdóname, por favor Circe, perdóname. Fue un error, no volverá a pasar.

—Oh, claro que no. Porque ya no estamos juntos. Ahora, por favor, vete.

Y así terminó.

Con un error, una confusión de mi cabeza (porque en mi corazón a quien yo amaba era a Circe, no a Liza).

En cuanto entré a mi auto me sentí hecho mierda y el peso de mis actos, comenzaba a caer sobre mi. La había engañado.

CIRCE [david d.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora