capítulo 12: Revelaciones.

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La mano cálida de Billie tomó la mía y con la yema de su pulgar acarició delicadamente, y en forma de círculos, las venas de mi muñeca, logrando que me estremeciera. Nuestras respiraciones se habían acompasado minutos antes de que decidiera besarla de una vez. Ya no lo soportaba, pues sus labios habían nacido para ser míos y los míos para ser exclusivamente suyos.

-Nunca he deseado algo tanto en mi vida, ______.--dijo sobre mis labios, con voz ronca.

En la penumbra de mi habitación no podía ver más que su contorno, pero el fulgor de sus ojos desprendía más luz que el mismo sol. Eran como dos llamas azules que me volvían de gelatina y penetraban hasta en lo más recóndito de mi cuerpo. Eran el detonante para que mi cuerpo estallara.

-Tampoco yo, es como si toda mi vida se resumiera en este momento. En estar aquí, contigo...

Sentí sus deliciosos labios recorriendo mi cuello con destreza hasta que llegó a por debajo de mi mentón y volvió a bajar lenta y sensualmente hasta mi clavícula. Me estremecí. Trazó besos aquí y allá. Su lengua dejó su exquisita marca y yo me sacudí cuando me apretó más contra su cuerpo. Alcé la vista y miré sus ojos.

No había manera de que esta relación acabara allí. Ambas sabíamos lo que iba a pasar en minutos...

"Toc, toc, toc"

«Maldita sea»

Abrí los ojos y miré el reloj despertador: 10:23. Estos sueños constantes con Billie ya estaban volviéndose muy problemáticos.

No obstante...

«Por todos los cielos, sabe lo que hace hasta en sueños. Y es odiosamente sensual en ellos», pensé. Y era cierto.

También era cierto que yo necesitaba una buena ducha fría, porque después de un sueño como ese, había despertado con el pulso acelerado y la respiración agitada.

Ese día no tenía ninguna clase, y puedo presumir que los tres primeros meses en la universidad fueron muy productivos, en todos los sentidos. Clairo y yo salimos juntas un par de veces luego de las clases con el profesor Locke, aunque ella parecía tener una relación extremadamente seria con su novio Diego y él constantemente nos acompañaba; quien por cierto era muy divertido y agradable.

A veces me recordaba un poco a Billie, porque al igual que ella, tenía esa simpática desfachatez que Bill poseía. Siempre salía con algún comentario que nos hacía destornillar de la risa hasta llorar. Definitivamente Clairo tenía suerte al tenerlo a su lado.

También se unió otra chica a nuestro grupo, Selena, que era oriunda de Southampton y compartía cuarto con Clairo hasta que, según ella misma, su prima viniera a la universidad y alquilara un apartamento para ambas. Y a pesar de que Selena era un poco diferente a Clairo y a mí, nos complementábamos bastante bien.

"Toc, toc, toc"

Me incorporé sobre los codos hasta sentarme en la cama y tomé los anteojos que me había comprado la última semana a causa de todos los apuntes que estaba leyendo tenía la letra muy pequeña. Si los profesores querían abaratar costos, se equivocaron, porque los lentes salían muy caros.

-¡¿Quién?!.--pregunté al tiempo que me ponía las pantuflas y bostezaba.

-¡Billie!, ¿puedo pasar?

Bostecé otra vez y los ojos me lagrimearon. Claro, ¿quién más iba a ser?

«¡Santo Dios! Ha aprendido a golpear a la puerta. »

Me reí. Había tardado cuatro meses en hacerlo, pero finalmente aprendió.

-¡Sí, claro!.--dije.--Como si tuviera opción, siempre terminas entrando.--mascullé mirando mis pies.

DestrucciónWhere stories live. Discover now