Capítulo 02.

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26 de Septiembre de 2014.

Escucho como Paul amenaza al camarero por tercera vez en lo que va de la noche por el simple hecho de que éste me mirara fijamente por más de 10 segundos aun cuando lo único que había hecho era preguntarme si la ensalada la quería acompañada por pan de ajo o no. Suelto un suspiro al ver cómo la gente nos está mirando por la escena que estamos montando. Mediante una sonrisa intento disculparme con los presentes y por el rabillo del ojo analizo como el capitán empieza a acercarse hasta nuestro lugar para saber qué está sucediendo.

En algunas ocasiones quería que la tierra me tragara para evitar este tipo de numeritos por parte de mi novio pero, prefería enfrentarlas con la finalidad de aprender una nueva lección y que siempre él encontraría una manera de montar una escena de celos tamaño universo. Hago una mueca al saber que el pobre chico perdería su trabajo ya que, Paul era el hijo del gobernador, por lo que él podía cerrar este tipo de negocios si no cedían a sus excesivos caprichos.

―¿Sucede algo?― cuestiona el hombre regordete a lo que lo único que atino a hacer es mirar a otro lado. No quería contar la verdad y que después terminara siendo castigada por Paul.

De pronto encuentro sumamente interesante la copa de agua que se encuentra frente de mí, por lo cual la tomo entre mis manos y detallo cada una de las cualidades que esta posee: largo, brillo, profundidad, grosor e inclusive el sonido al pasar mi dedo por el borde. Mi análisis termina cuando la voz demandante, gritos, de mi novio comienza a relatar el motivo de este show.

―Sucede que el imbécil que tiene como empleado no ha hecho nada más que coquetearle a MI MUJER ―estas dos últimas palabras son casi escupidas a la cara de todos los comensales.

La mueca que hago con mi boca es una que realmente estoy acostumbrada a hacer cada vez que salgo con él debido a que esta es realizada más de 10 veces en cada cita que tengo con Paul.

―¿Eso es cierto Damián?― la voz del capitán es indescifrable porqué el tono que usa es más como un ¿enserio? Pero a la vez tiene un toque de lo siento chico pero debes decir que sí.

De reojo veo como el mencionado agacha la mirada y guarda silencio mientras que Paul tiene los puños apretados a los costados, en señal de querer aventarse a él y molerlo a golpes. No pasa más tiempo cuando el pobre chico asiente en silencio y sigue manteniendo la mirada fijamente en su zapato.

El sentimiento de culpabilidad se instala en mi pecho a lo que solo hago lo que suelo hacer cada vez que este tipo de evento sucede: me levanto de mi lugar para acercarme hasta mi novio y tomarlo por su prominente bícep. Aunque sinceramente esto era patético por el simple hecho de que su brazo plenamente ejercitado poseía una musculatura exagerada y, ridículamente mi mano cubría menos de la mitad.

―Es hora de irnos amor ―le digo intentando hacerlo entrar en razón y que no continuemos dando un espectáculo.

Ambos hombres me miran en tanto el pobre Damián aún mantiene la mirada agachada. Paul me mira de manera furiosa y sé que estoy en problemas. Quiero maldecir e inclusive gritarle al señor canoso que me mira de arriba abajo y se pasa la lengua por los labios, aprovechando la distracción de mi novio, pero no queriendo hacer la cosa más grande, una vez que su mirada se posa en el escote del vestido que estoy usando. La mano de Paul retira la mía para posteriormente tomarme por la muñeca, teniendo un fuerte agarre sobre esta y haciendo que una mueca de dolor se instale en mi rostro.

Desnúdate | Z.M |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora