Capítulo 03: Sigamos adelante.

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—¡No pienso dejar que vayas por tu cuenta a no se donde!

—Yo acompaño a Bakugou —interrumpió Todoroki en la discusión—, voy a dejar mi mochila aquí. Traigo mi computadora.

Bakugou no refutó, ya que quería largarse. Kirishima, antes de dejar salir a Todoroki del piso le susurró algo, a lo que Todoroki respondió con un asentimiento y por las dudas se llevó una botella con agua.

Era Bakugou quien guiaba el trayecto. Tomaron la ruta a pie, porque era más rápida que en metro y durante esos cinco kilómetros, no dijeron nada. Llegaron a la concurrida avenida central, donde anduvieron otros veinte minutos hasta la parte de la calle que olía a alcohol y cigarrillos.

Parada a las afueras de un bar con una gran estatua de oso en la entrada, se encontraba una joven, de pelo rubio que lucía teñido, brillante lápiz labial y una minifalda que dejaba poco a la imaginación. Bakugou se acercó a ella corriendo.

—¡Himiko! —exclamó Bakugou, parándose enfrente. La chica levantó la vista, como si estuviera escuchando una ilusión; sonrió al ver a Katsuki, pero al intentar dar un paso cayó al piso—. Todoroki, ¿trajiste agua?

Todoroki le entregó la botella y Bakugou ayudó a la chica a beber, todas las acciones que realizaba las hacía con suma delicadeza, procurando seguir el ritmo del estado enfermo de Himiko. En cuanto terminó, Todoroki trató de envolver el cuerpo de la chica lo mejor que pudo con su polerón.

—Blasty, qué alegría ¿Quién es tu amigo buen mozo? —formuló la chica, en un susurro casi incomprensible—. Se parece a Él.

Todoroki frunció el cejo, tratando de descifrar a lo que Himiko se refería. Himiko se puso de pie a duras penas, sosteniéndose de la escultura del oso, con sus manos resecas, heridas y una rojez presente en los nudillos.

Varios hombres de distintas edades que pasaban por la calle se quedaban viendo, con descaro a Himiko; algo a lo que la chica respondía con sonrisas juguetonas e inconscientes. Bakugou con Todoroki, incluso tuvieron que apartar de mala gana a un tipo de mediana edad que veía en la chica una oportunidad para una noche de sexo fácil.

—Himiko... dime donde están... —pidió Bakugou algo impacientado—. Tus amigos, ¿Dónde están?

—¿Esos idiotas? No lo sé, la última vez que vi a Shigaraki estaba allá —señaló la chica, hasta la esquina de la cuadra—. Ahora estoy aquí.

Los chicos se miraron entre sí, sin saber con exactitud que hacer.

—¿Y si la llevamos a casa?

—Son cinco kilómetros, no sé si pueda hacerlo.

—¿Dónde vives? —preguntó Todoroki. La chica sonrió mostrándole sus amarillentos dientes.

—Oh, a unas cuantas cuadras de aquí —contestó, guiñándole un ojo—. ¿Blasty también quiere venir? ¿Dos al mismo tiempo?

Katsuki poseía la suficiente fuerza como para llevarse a la chica afirmada del brazo, dejando que Todoroki se encargara de resolver el misterio de la ubicación de la casa de Himiko en las enrevesadas calles de Sumida (1).

Dieron de frente con un edificio que parecía en ruinas, pero en el que habitaba gente. Entraron por la puerta y hablaron con el decrépito conserje que permaneció más interesado en continuar viendo la telenovela, que en el par de hombres que llevaban a una hermosa chica a duras penas.

No se atrevieron a subir a través del ascensor, por lo que respiraron hondo, conscientes de que les tocaba enfrentar siete tramos de escaleras. En ese punto, Himiko ya se encontraba dormida en los brazos de Katsuki, y solo era despertada para responder las preguntas de Todoroki.

¡Esto NO es Un Fanfiction! (TodoBaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora