Huyeron de la clínica muy animadas. No volverían hasta el lunes y tenían todo el fin de semana por delante. Cuando salieron de la boca de metro ya estaban allí Sabela, Julia y Virginia, hablando animadamente entre ellas. Cuando Alba se acercó a saludar Virginia esta le dio un pico, gesto que a la rubia no le gustó demasiado. Ese detalle tampoco iba a torcer el rumbo de la noche, pero solo se habían visto dos veces y aquello le pareció un poco fuera de lugar. Prefería curarse en salud, pues la experiencia le decía que anduviera con pies de plomo en ese tipo de situaciones; no era la primera vez que le pasaba. Quizá tendría que hablar con ella, no quería que la chica pensara que lo que tenían era una cosa distinta a lo que era en realidad.
Cenaron entre risas y cervezas. Virginia había encajado muy bien con sus amigas, ya que era, por decirlo de alguna forma, el alma de la fiesta. No paraba de bromear, contar anécdotas divertidas y participar en las conversaciones. Fruto del alcohol Alba acercó posturas con ella, olvidando el incidente del beso, y la dejó meterle mano por debajo de la mesa. Anticipar el sexo de dentro de unas horas era algo que le gustaba saborear, y se dejaba embriagar por la excitación que eso le producía.
- Marta, ¿con quién coño llevas hablando toda la noche? -preguntó Julia señalando su móvil.
- Con nadie -se apresuró a guardarlo con las mejillas coloradas.
- ¡No tendrás un ligue secreto que no nos hayas contado! -quiso saber Sabela.
- Dejadla en paz a la pobre -la defendió Virginia.
- Uy, uy, uy, Marta... Te hemos pillado -se rió Alba.
- ¡Que no! ¡Que estaba hablando con María!
- ¿Qué María? -preguntaron todas a la vez.
- La representante de Lacunza -explicó son una sonrisa.
- ¿Te has hecho amiga de su representante? ¡Qué jugada maestra! -Julia estaba que no cabía en sí de gozo. Secretamente esperaba conocerla algún día.
- ¿Lacunza? ¿La cantante? -preguntó Virginia, que no se enteraba de nada.
- ¡La misma! Aquí tu chati le da masajes a la jet set.
- Bah, no me gusta nada Lacunza. Su música da ganas de pegarse un tiro -dijo Virginia, pegándose literalmente un tiro a sí misma en el pie.
- Uuuuuuhhhh -hicieron todas al unísono. Todas menos Alba, que había sentido aquellas palabras como un insulto hacia su persona.
- ¿Qué pasa? -preguntó Virginia girándose hacia Alba, que la miraba formando una O perfecta con sus labios.
- Es mi cantante favorita de la historia de los cantantes favoritos.
- No pasa nada, amiga -dijo Marta pasando un brazo por los hombros de la chica a modo de consuelo-. Nos ha gustado mucho conocerte, esperamos que todo te vaya fenomenal -las demás empezaron a reír.
- ¿Tanto te gusta? -le preguntó directamente a Alba.
- Se hizo un viaje de cuatro horas, sola, para verla en un concierto para doscientas personas -contestó Sabela por ella.
- Para cien -la corrigió Alba con orgullo.
- Bueno, chicas, ha sido un placer, de verdad que sí. Mis mejores deseos para todas, un abrazo -dijo Virginia haciendo ademán de levantarse de la mesa.
- Anda tonta -tiró de ella Alba, riendo-. Después de esto no nos podemos casar, pero disfrutemos mientras tanto -y fue ella quien ahora le dio un pico.
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La sala de los menesteres
Hayran KurguAlba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famosa cantante. La primera es pura luz, en el más amplio sentido de la palabra. La pena y la tristeza alimentan el alma de la segunda, sacando...
Capítulo 8. Al habla.
En başından başla