Capítulo 8. Al habla.

En başından başla
                                    

Huyeron de la clínica muy animadas. No volverían hasta el lunes y tenían todo el fin de semana por delante. Cuando salieron de la boca de metro ya estaban allí Sabela, Julia y Virginia, hablando animadamente entre ellas. Cuando Alba se acercó a saludar Virginia esta le dio un pico, gesto que a la rubia no le gustó demasiado. Ese detalle tampoco iba a torcer el rumbo de la noche, pero solo se habían visto dos veces y aquello le pareció un poco fuera de lugar. Prefería curarse en salud, pues la experiencia le decía que anduviera con pies de plomo en ese tipo de situaciones; no era la primera vez que le pasaba. Quizá tendría que hablar con ella, no quería que la chica pensara que lo que tenían era una cosa distinta a lo que era en realidad. 

Cenaron entre risas y cervezas. Virginia había encajado muy bien con sus amigas, ya que era, por decirlo de alguna forma, el alma de la fiesta. No paraba de bromear, contar anécdotas divertidas y participar en las conversaciones. Fruto del alcohol Alba acercó posturas con ella, olvidando el incidente del beso, y la dejó meterle mano por debajo de la mesa. Anticipar el sexo de dentro de unas horas era algo que le gustaba saborear, y se dejaba embriagar por la excitación que eso le producía. 


- Marta, ¿con quién coño llevas hablando toda la noche? -preguntó Julia señalando su móvil. 

- Con nadie -se apresuró a guardarlo con las mejillas coloradas. 

- ¡No tendrás un ligue secreto que no nos hayas contado! -quiso saber Sabela. 

- Dejadla en paz a la pobre -la defendió Virginia. 

- Uy, uy, uy, Marta... Te hemos pillado -se rió Alba. 

- ¡Que no! ¡Que estaba hablando con María! 

- ¿Qué María? -preguntaron todas a la vez. 

- La representante de Lacunza -explicó son una sonrisa. 

- ¿Te has hecho amiga de su representante? ¡Qué jugada maestra! -Julia estaba que no cabía en sí de gozo. Secretamente esperaba conocerla algún día. 

- ¿Lacunza? ¿La cantante? -preguntó Virginia, que no se enteraba de nada. 

- ¡La misma! Aquí tu chati le da masajes a la jet set. 

- Bah, no me gusta nada Lacunza. Su música da ganas de pegarse un tiro -dijo Virginia, pegándose literalmente un tiro a sí misma en el pie. 

- Uuuuuuhhhh -hicieron todas al unísono. Todas menos Alba, que había sentido aquellas palabras como un insulto hacia su persona. 

- ¿Qué pasa? -preguntó Virginia girándose hacia Alba, que la miraba formando una O perfecta con sus labios. 

- Es mi cantante favorita de la historia de los cantantes favoritos.

- No pasa nada, amiga -dijo Marta pasando un brazo por los hombros de la chica a modo de consuelo-. Nos ha gustado mucho conocerte, esperamos que todo te vaya fenomenal -las demás empezaron a reír. 

- ¿Tanto te gusta? -le preguntó directamente a Alba. 

- Se hizo un viaje de cuatro horas, sola, para verla en un concierto para doscientas personas -contestó Sabela por ella. 

- Para cien -la corrigió Alba con orgullo. 

- Bueno, chicas, ha sido un placer, de verdad que sí. Mis mejores deseos para todas, un abrazo -dijo Virginia haciendo ademán de levantarse de la mesa. 

- Anda tonta -tiró de ella Alba, riendo-. Después de esto no nos podemos casar, pero disfrutemos mientras tanto -y fue ella quien ahora le dio un pico. 

La sala de los menesteresHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin