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En el universo central del imperio del General Slys se encuentra la sede de desarrollo, el centro de trabajo del Doctor Black, es allí donde van a parar todos los científicos de los mundos conquistados, a no ser que se les mande de misión a algún destino diferente. Instalaciones punteras que concentran a las mayores mentes del multiverso.

En esos momentos, en el gran laboratorio solo se encuentran en activo dos personas. El Doctor Black y la Doctora Lacertilia, procedente del universo bautizado como "Anachronous", trabajaban sin descanso desde que el sol salió y ahora amenazaba con volver a salir. El desorden era parcial, algo eventual que debería corregirse a la más mínima señal del Dictador. La rectitud, el orden, la pulcritud, la disciplina, aspectos sobre los que había construido su personalidad y su dominio.

—Doctora Lacertilia, revise los datos de nuevo. —ordenó el Doctor Black mientras frotaba su único ojo visible con cansancio— Quiero mandarle al General resultados óptimos esta misma tarde.

—Sí, Doctor Black. —contestó reprimiendo un bostezo antes de darle otro sorbo a su café. Era el quinto, o el octavo, ya ni sabía. Viendo sorprendida que sin importar el número tendría que hacerse otro, caminó hasta la cafetera—Discúlpeme, ¿no habrá cogido los...?—de pronto un cuerpo cayó del techo con varios sobres de café en su boca—¡AH, TURBULENCE!

Un joven de cabello rubio y gafas redondas oscuras cayó del mismo techo, en su sudadera se leían las palabras "Crazy Plane", un adelanto de lo que era capaz ese chico. Una descarada advertencia. Tras el grito de la científica le siguió una reprimenda que fue desoída por el chaval que corría como un animal hasta lanzarse contra el científico.

—Hola, guapetón.

Black lo ignoró pese a tenerlo abrazando su espalda. El chico puso mala cara y los zarandeó.

—Sé que puedes verme, tonto. Aunque sea con tu único ojo bueno. —rió ante, lo que para él era, la mejor broma del mundo.

—Vete de mi laboratorio. —ordenó con un suspiro cansado. No tenía tiempo para otra de sus tonterías.—Estamos trabajando, tú deberías hacer lo mismo.

—¡Sabía que podías verme! —Turbulence se alegró quizás demasiado, sin dejar de abrazarlo, logró sentarse sobre el escritorio del científico dejando las piernas colgando a los costados del otro de forma provocativa.

—Para. —reclamó con cierto nerviosismo e incomodidad—¡Quítate de encima!

—Ñoooooooo. He estado TAN aburrido y solito.

Ambos forcejearon, uno tratando de escapar y otro tratando de llegar a más con esa situación pese a tener a Lacertilia enfrente. Sin embargo el chico alocado era mucho más fuerte y se mantenía firme en su agarre.

—Trubulence.

La voz serena y autoritaria del gran y poderoso líder retumbó por la estancia. Una voz grave y potente que paralizaba con acariciar una simple sílaba. Lacertilia se paralizó, los recuerdos de la llegada del dictador eran relámpagos peligrosos y dañinos, en shock observó los zapatos del militar, lo máximo que se atrevía a mirar de su persona.

Por otro lado, y con reacciones muy diferentes, estaban el doctor Black y Turbulence. El primero miró a su jefe con una peculiar mezcla de miedo y alivio: miedo de las repercusiones de ser pillado en una situación tan vergonzosa y alivio de ser sacado de ella. Turbulance...bueno...su reacción fue especial.

—Pero mira quién regresó de conquistar cosas ¡Hola, yo-jefe!—El chico rubio se aproximó sacudiéndose al científico. Empezó a dar saltitos alrededor del militar mientras este permanecía en su recta posición de descanso con las manos a la espalda.

—Turbulence, te he dicho mil veces que no molestes al equipo científico, sobre todo al Doctor Black. —le estaba riñendo pero no como a un subordinado, no del todo, habia cierta paciencia en su forma de hablar que sacó del trance a la científica.

—Pero me aburro, tío. Te llevaste a Mercyless a jugar por ahí, y Blue bear se quedó en Discord con el Flug ñoño. —gruñó—¡Y yo ya no tengo nada que hacer!—gritó levantando los brazos al cielo—¿Tienes una misión para mí, verdad? Anda dime que sí, dime que sí.

—Afirmativo.

El locuelo sonrió esperando su super planning de diversión como un cachorro esperando su premio.

—No molestes al equipo científico.

Ante las palabras de su "yo-jefe" Turbulence arrugó sin cuidado su cara en señal absoluta de desagrado. Se alejó hacia la salida, si el caos no iba a él, él llevaría el caos al mundo.

—¡Esto es una mierda! ¡Y yo me estoy comiendo esa mierda! — fueron los últimos alaridos entendibles de Turbulence antes de dar paso a los gritos de alarma por el resto del complejo.

El silencio vuelve al laboratorio pero no la calma pues la tensión se ha hecho consorte indiscutible de nuestro dictador favorito. La presencia del general es una losa fría y dura sobre el cuerpo de quienes le tienen delante, tanto que no pueden evitar agachar levemente al menos la cabeza en una suave reverencia. Slys es consciente de ese efecto que despierta en la gente, y lo adora.

—Doctor Black.

—Señor, mi general, no esperaba tan temprana su visita. —sus palabras son nerviosas y rápidas, se atropellan en su boca mientras las de su jefe son lentas, firmes y seguras.

—Necesitaba despejar la mente. ¿Cómo avanzan sus trabajos, doctor?

—Ahora estábamos buscando nuevos universos, mi general. La Doctora Lacertilia comprobará las características de dichos universos y después pasaría por su despacho si encontrásemos algo relevante.

El general gira su cabeza embolsada unos grados para mirar a la mujer que se encoje en el sitio. Los recuerdos siguen fluyendo en su mente, el cansancio disminuye su capacidad de reacción, la atención del general sobre ella, con una mirada que imagina aterradora. Comienza a sudar y su instinto le ruega huír.

—¿Necesita algo, Doctora Lacertilia? —Salir de aquí, piensa.— De ser así debe comunicarlo.

Un monstruo teniendo un gesto amable sigue siendo un monstruo.

No.

Aquello no fue un gesto amable si quiera.

Era un interés utilitarista. Si tus herramientas no están a pleno funcionamiento, si no son debidamente cuidadas, terminan volviéndose inútiles, y no había nada más mortal que ser considerado inútil por el general Flug Slys.

—Sí, señor. —terminó por responder la mujer. —Gracias.

Su agradecimiento es un susurro acallado por la entrada estrepitosa de un joven recluta de aspecto desaliñado. Llega gritando, desordenando y sin las correctas formas. El general se le encara sin decir una palabra.

—Mi general, me dijeron que estaba aquí. El sector 7 está siendo arrasado de nuevo por la molestia de Turbulance.

El general agarró del cuello al subordinado antes de que pudiera terminar de decir aquel nombre. El cuero de sus guantes negro crujió al mismo tiempo que las vertebras del humano. Sin decir una palabra sigue su camino dejando el cuerpo del recluta muerto.




He vuelto! Se siente como si estuviera de vuelta tras el final de Endgame del tiempo que ha pasado.

No estoy muy convencida de este capítulo, lo noto ciertamente confuso pese a llevar trabajando en el algún tiempo más de lo normal. Intento meter más universos, muchos han sido ya conquistados por el general, algunos miembros del equipo AU de turno son reclutados, poco a poco iré profundizando en este aspecto. 

¿Qué tal estuvo? Cualquier comentario es bien recibido ^^ Estamos para divertirnos y aprender.

He recibido comentarios realmente bonitos que me han animado a subir este capítulo, espero que seais tan felices como me haceis a mi. Millones de gracias a todos y todas.

Villainous - ImperatorWhere stories live. Discover now