Capítulo 7: La Mano de Plata

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Cuando despierto, de lo primero que soy consciente es de que es de noche. De lo segundo, de que no sé dónde estoy. Y de lo tercero, de que estoy completamente desnuda. Miro a mi alrededor, intentando ubicarme. Veo árboles, altos y frondosos, por lo que deduzco que debo estar bastante lejos del Llano. ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Qué diablos ha pasado?

- ¿Has despertado? - pregunta una voz.

Me giro de golpe, tapándome como puedo con ambos brazos. Ante mí veo a Aela, en su forma humana, que porta una antorcha y me contempla. A sus pies, hay una bolsa de viaje.

- Empezaba a pensar que no volverías.

- ¿Q-qué? - pregunto, completamente perdida.

- No ha sido una transformación fácil, la tuya, pero sigues con vida. Enhorabuena.

- ¿Transformación? - repito, y noto cómo la voz me tiembla por el frío.

- ¿Qué crees que iba a pasar cuando bebiste mi sangre en la Forja Inferior?

Hago memoria. La Forja Inferior, Skjor, Aela transformada en mujer lobo y la pila llena de su sangre de bestia. La misma sangre que yo bebí.

- ¿Soy...? - empiezo, no muy segura. - ¿Soy un licántropo?

- Y un miembro del Círculo con pleno derecho - asiente Aela. - Has nacido en la manada, Hermana. Casi siento envidia de ti. La primera vez siempre es la más... intensa.

Pierdo la mirada un instante. Se supone que debería sentirme orgullosa y satisfecha de mí misma, pero solo puedo pensar en una cosa.

- ¿He... matado a alguien?

- Solo a un par de desafortunados ciervos. Skjor y yo te seguimos para asegurarnos de que no hicieras ninguna locura, pero nos has causado más problemas que Farkas en su primera transformación.

Sigo con la mirada perdida. Podría haber matado a alguien, a alguien inocente.

- ¿Existe cura? - pregunto, sin apartar la vista del punto en el que he decidido perderla.

- ¿Cura? - repite Aela, y suelta una leve carcajada. - ¡Ja! Hablas como el Anciano.

Levanto la vista y la miro seriamente. ¿Está burlándose de Kodlak? Aela relaja el gesto y parece algo avergonzada.

- No... No debería haber dicho eso. Adoro a Kodlak; lo respeto y lo sigo, pero en este asunto se equivoca. – Su tono de voz vuelve a elevarse. - No es una maldición. Nos hemos convertido en los mejores cazadores de esta tierra. Si lo que le preocupa es embriagarse de aguamiel en la otra vida en Sovngarde, es libre de intentarlo. Yo prefiero la gloria de la caza en esta vida.

La miro sin entender. Estoy a punto de preguntar, pero ella habla primero.

- Te he traído tus cosas – hace un gesto hacia la bolsa que reposa a sus pies. - Vístete, antes de que te congeles.

Obedezco inmediatamente. La verdad es que estoy muerta de frío. Me pongo rápidamente la ropa interior, las mallas y la camisa. La armadura me lleva un poco más de tiempo. Con la única luz proveniente de la antorcha de Aela, lo cierto es que no veo muy bien. Finalmente, me equipo con mis armas. Aela ha tenido la bondad de traerme el mandoble de la Forja de Cielo que me dio Eorlund anoche.

- Ya estás lista. Bien. Sígueme – ordena la Cazadora.

Y echa a andar. La sigo, me pongo a la par de ella y pregunto:

Compañeros | CompletaWhere stories live. Discover now