Capítulo 4. Vibraciones.

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- ¿Segura? Así, tan de repente... 

- Mamá -dijo Alba mirando hacia su hermana con la súplica en sus ojos: necesitaba una aliada en aquella conversación-, llevábamos tiempo mal. Ni siquiera mal, llevábamos tiempo que no estábamos como debíamos estar. 

- Tenían menos química que la lavadora y yo -acudió al rescate su hermana. 

- ¡Marina! ¡No le digas esas cosas a tu hermana! 

- Es la verdad. Éramos más amigos que pareja. Una gran pérdida de tiempo. 

- ¿Y qué pasó? ¿Por qué rompisteis? Comed, que se enfría. 

- Ni siquiera fue una ruptura, no había mucho que romper. Los dos estuvimos de acuerdo, aquello no llevaba a ninguna parte. 

- ¿Sigues hablando con él? 

- Nos hemos dado un tiempo para no viciar la relación. No es fácil ser amigos después de pareja. 

- A mí no me gustaba -comentó Marina llevándose el tenedor a la boca. 

- ¡Pero será posible esta niña! -la mirada que echó la Rafi a su hija pequeña fue terrorífica. 

- ¡Es la verdad! No quiero para mi hermana a un seta como pareja. Mereces alguien que te haga temblar, morirte de risa, querer bailar, hacer el tonto. Que potencie lo que eres. Eras menos Alba cuando estabas con él. 


Alba se quedó pensativa. Era cierto. Sin él pretenderlo, con su forma de ser, tan austera, había ido apagando el carácter jovial y a veces excéntrico de ella, hasta el punto de sentir que había perdido de vista el punto de partida de su propia personalidad. No lo culpaba, pero entendía lo que su hermana quería decir. 


- ¿Y hay algún candidato o candidata al trono? -preguntó su madre, como siempre deseosa de emparejar a su hija. 


Había que entenderla, Alba había conseguido todo en la vida: formación, cultura, sensibilidad artística y una carrera profesional de éxito. Su madre solo quería para ella alguien que la acompañara en el camino y la colmara de amor. 


- No, y mamá, vete olvidando, quiero estar sola. Estoy muy a gusto así. 

- Vamos, que estás a punto de encontrar el amor -dijo su hermana riendo tras su copa de vino. 

- ¡Qué dices! 

- Siempre que alguien dice algo así se enamora a la primera de cambio. Rafi, ve preparando un vestido bonito, la niña se nos va a casar pronto. 

- Tú dale alas a mamá, lo que faltaba -Alba suspiró y rodó los ojos divertida. 


Las cosas en casa de su madre siempre eran así. Sus padres se habían divorciado hacía muchos años, tantos que ya aquello era lo de menos. Su padre vivía en Valencia, se veían todo lo que podían y hablaban bastante el resto del tiempo. Su hermana era algo más que una hermana pequeña que la picaba todo lo que podía; tenían una relación muy estrecha, confiaban la una en la otra y se querían con locura. Eran uña y carne. Físicamente se parecían mucho las tres: rubias, bajitas y muy guapas. A pesar de que Reche era el apellido de su madre, lo había adoptado como primer apellido para su vida, su clínica y sus obras. 


- Esta semana tengo una reunión confidencial con alguien -comentó Alba sorbiendo su café. 

La sala de los menesteresWhere stories live. Discover now