Capítulo 6: Empire State of Mind

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Durante lo que va de viaje no puedo evitar ni un segundo el mover mi pierna con ansiedad, sigo pensando en si lo que estoy haciendo está bien. Saco mis audifonos y trato de distraerme escuchando la voz de Axl Rose cantando Sweet Child ‘O Mine y lentamente me voy quedando dormida.

Despierto al sentir como alguien mueve bruscamente mi hombro izquierdo.

—¡Hey tu!, ya llegamos al destino.—oigo el grito del señor que me acaba de despertar.

Rápidamente tomo mis cosas y bajo del tren, es de noche, no sé que tan tarde es pero al juzgar por la cantidad de personas que hay en la estación de trenes puedo decir que es cerca de la medianoche, tengo la intención de tomar mi celular para responder a mi duda, pero al tocar el bolsillo de mi pantalón recuerdo que lo he dejado en el departamento.

Decido dejar de estar parada ahí y salgo en busca de un lugar en donde quedarme. Tenía pensado rentar una habitación o quedarme en un hotel por esta noche y al día siguiente buscaría un empleo, tenía el dinero suficiente para un par de semanas solamente. Pregunto en varios hoteles que por apariencia uno diría que son lo suficientemente baratos, pero no lo son y realmente estoy comenzando a entrar en pánico al ver que la noche ha caído sobre la ciudad y es tan entrada a la madrugada que provoca que las calles queden casi desiertas.

Cansada de tanto caminar me siento en una banca en la primer plaza que encuentro, lo único que me permite ver a mi alrededor es la tenue luz de un farol que se halla a un par de metros. El frío comienza a hacerse presente y empiezo a frotar mis manos para calentarlas,  pensé en abrir mi maleta para ponerme algo de abrigo pero en ese entonces veo a un hombre medio tambalearse con una botella en la mano, llega a una banca no muy alejada de la mía y se sienta torpemente. Me quedo completamente inmóvil, no sé que es capaz de hacer en el estado que se encuentra.

Lo veo beber de su botella y en determinado momento la volta en el aire observando como ni una sola gota cae de ésta, es entonces que se levanta y tambaleándose aún más que antes se aleja de la banca. Suelto un suspiro y me agacho para abrir mi maleta, de pronto siento que alguien toca mi espalda. Tiene que ser una broma.

—Eeehhh… dis… disculpa.—es el hombre de la botella, que buena suerte la mía.

Me limito a mirarlo su aliento a alcohol me da nauseas, corrección, todo su ser me genera nauseas, por su olor puedo decir que hace unos cuantos meses que no toma una ducha. Contemplo su atuendo sin que se de cuenta, tiene un pantalón que al parecer alguna vez fue azul pero ahora unas grandes manchas-las cuales prefiero no saber de que sustancia son- cubren gran parte de éste haciéndolo ver de un color verdoso, en los pies trae un par de zapatos negros por los cuales se pueden ver las uñas amarillentas de sus pies y el torso lo tiene cubierto por una gran chaqueta negra.

—¿Podrías… d… darrrme algo… de dinerrro?—dice arrastrando las letras—Esss… para… el autobús.—finaliza sin poder quedarse quieto en el lugar.

—Lo siento, pero no tengo dinero.—miento, no pienso darle dinero, ni siquiera me alcanza para mi.

Me agacho para recoger mi maleta y largarme de una vez de esa plaza, cuando de pronto siento un fuerte dolor en mi cabeza. Lo último que recuerdo es ver caer trozos de vidrio a mí alrededor, y sentir un líquido caliente que mojaba mi cabello.

Podía oír cosas a lo lejos, ¿que era ese sonido? ¿Era lluvia? No, la lluvia no se oye así, siento un chirrido como si cerraran una canilla y la “lluvia” se detiene. Lentamente abro los ojos acostumbrándome a la luz artificial, unas suaves sabanas blancas cubren mi cuerpo, ¿estoy en casa? No esta no se parece a mi habitación ni a la de mi madre, ¿en donde estoy? Me siento y en el momento que me encuentro erguida una fuerte puntada surge en mi cabeza provocando que me arquee de dolor, me llevo una mano a la frente por inercia y siento que algo me cubre la cabeza. Decido levantarme para averiguar en donde me encuentro, recorro la habitación con mis ojos pero no hay nada que pueda darme una pista sobre el dueño del lugar en el que estoy, abro la puerta de la habitación, lo que me guia a un corto pasillo, justo frente a la puerta donde me encuentro hay otra, miro hacia los lados por el pasillo, del lado derecho veo una pequeña cocina y del lado contrario la puerta de entrada y justo a un lado de esta, eso es… mi maleta?

Pagaran por lo que hicieronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora