CAPÍTULO LIII

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Alma casi no se podía creer lo rápido que salieron de aquella casa. Los internos no paraban de deambular de un lado para el otro, infundiendo nerviosismo a todos los presentes — ya de por sí histéricos— y creando una suerte de espectáculos de sombras con sus cuerpos inmateriales que le daban a toda la escena un tono incluso más irreal.

— Están haciendo una ronda de emergencia— le explicó Eiro a Alma al ver su cara de estupefacción— Se aseguran de que nadie nos esté observando.

La chica asintió pero sus palabras no la tranquilizaron lo más mínimo. Le habían dicho, muy brevemente y prometiendo ampliar la información más adelante, que el Consejo había estimado oportuno que algunos de ellos desaparecieran durante un tiempo. Sobre todo en su situación especial, en la que el Amuleto era Alma y por tanto era bastante fácil de mover (no como cuando estaba reposando en aquel altar), se había determinado que Zareb, Evon y Sam la acompañarían hacia el grupo cuatro, el más cercano que estaba disponible. Al parecer, el grupo tres (el de aquella chica tan maja llamada Naira) se encontraba fuera de disposición en esos momentos por motivos que, por supuesto, no habían querido compartir con ellos.

— El grupo cuatro... ¿no es el que está en un cementerio? — preguntó Alma en medio de todo el caos que se estaba formando.

Tenía a Sam muy concentrado intentando hacer una bolsa con las cosas de la chica, y aunque Alma había intentado meter baza y hacerlo ella misma, al chico parecía tranquilizarle un poco tener las manos ocupadas.

— Sí — dijo Sam, metiendo en la mochila un paquete de bragas sin estrenar sin parpadear en ningún momento— No son demasiado majos, pero creo que tiene que ver con, ya sabes, el cementerio.

— ¿No son majos?

Sam se giró para mirarla cuando juzgó que ya lo tenía todo.

— No tan majos como nosotros— y le guiñó un ojo.

Salió a toda prisa de la habitación para hacer su maleta y Alma esperó unos segundos para acercarse a la mochila y vaciarla. Como había supuesto al observar a Sam, menos el paquete de bragas no había metido nada de utilidad real para ella.

Los guardianes del AmuletoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora