CAPÍTULO XXXII

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- ¿Has oído eso?- dijo Naira de repente moviendo bruscamente el cuerpo hasta quedar del revés.

- No. Te lo habrás imaginado- dijo Pox con tranquilidad sin separar la vista de lo que estaba haciendo.

Llevaban cuatro horas en el mismo sitio, ya había anochecido y comenzaba a refrescar. A pesar de todo, Naira no se había empezado a exasperar hasta la última media hora, en la que cualquier sonido que oía le parecían las brujas preparándose para saltarles encima.

- Me estoy poniendo de los nervios- dijo.

- Ya lo veo- susurró distraídamente él.

Naira sintió un pinchazo en el corazón por su indiferencia, pero se limitó a fruncir los labios mientras apartaba la mirada. Sintió un escalofrío cuando el aire pasó rozándola, así que, con un gesto de la mano, ordenó al viento que se alejase de ellos. Se sintió un poco mejor.

No obstante, media hora más tarde, cuando ya era noche cerrada y Naira no encontraba más distracción que tirar ramitas a la hoguera para luego ir a buscar más, empezó a tiritar de frío.

No dijo nada, claramente, le habían enseñado a no mostrar sus debilidades. Intentó controlar el temblor que le recorría el cuerpo y se acercó disimuladamente a la hoguera.

Estaba acostumbrada a pasar horas sin hacer nada pero normalmente tenía algún libro o algún tipo de distracción, por mínima que fuera. No se habían llevado ropa de abrigo porque no sabían si las brujas pasaban frío y tampoco nada de mínimo ocio por si les registraban las mochilas.

- ¿Tienes frío?- le llegó la voz suave de Pox.

La chica alzó la mirada para encontrarse con la suya, enmarcada por un ceño fruncido.

- ¿Yo?- procuró evitar tiritar justo cuando hablaba, y no quedó descontenta con el resultado- Qué va... aguanto perfectamente.

- Una cosa es que aguantes y otra muy diferente que enfermes, ¿Cuándo has visto una bruja enferma?- sacudió la cabeza, resignado- Ven aquí.

- ¿Qué?- se le escapó a Naira, anonadada.

El chico abrió con un movimiento seco los brazos.

- Que vengas aquí.

- ¿Para qué?- le salía apenas un hilillo de voz.

- Mi elemento es el fuego, desprendo calor, ya lo sabes- dijo como si fuera lo más normal del mundo- Ven.

Naira dudó unos instantes. Por un lado, no quería ir por lo confuso que sería eso para ella y lo incómodo que sería para los dos.

Pero por otra parte, dejando a un lado por supuesto el hecho de que una parte de su ser le rogaba que se acercase lo máximo posible, se estaba muriendo de frío. Y no debería, puesto que era una guardiana, una guerrera, y se suponía que debía ser fuerte y no ceder ante tan bajas necesidades como la de calor, por ejemplo.

Cualquier otro guardián, en su lugar, hubiera puesto el orgullo por encima de todo y se hubiera negado a recibir ayuda. Pero ella no era así.

"Además, Pox tiene razón, si me pongo enferma..." pensó para sí en un último impulso.

Los brazos del chico seguían abiertos, esperando con la paciencia que le caracterizaba.

- No pasa nada, Naira- le dijo, con tono amable- Haz el favor de aceptar mi ayuda.

La chica torció el gesto antes de asentir, y se arrastró hasta quedar entre sus brazos. Cuando sus cuerpos se tocaron, un cosquilleo la recorrió, y se asentó en la boca de su estómago.

Se tumbaron, muy juntos, el brazo de Pox pasando por los hombros de Naira.  

Los guardianes del AmuletoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora