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Mía.

Todo anoche había sido muy raro, de la nada me había quedado dormida y ni siquiera me acordaba bien de las cosas hasta que Jungkook me despertó, hicimos el amor y la sangre… la maldita mancha de sangre, podrá decirme que era una gota de salsa, una mancha cualquiera pero nadie me quitaba de la cabeza que se trataba de aquel color carmesí.

A la mañana siguiente bajamos al restaurante del hotel, desayunamos tranquilos y el plan era ir a la playa y así lo hicimos.

-Hijo acábate la fruta -Le dijo JK a Jiminie señalando con su tenedor un par de uvas que había en el plato.

-Papi ¿hoy me vas a enseñar a surfear? -Preguntó Jiminie con las mejillitas llenas de comida a lo que Jungkook solo asintió.

Mientras nos metíamos un bocado tras otro, JK besó mi mano y me regaló una sonrisa inocente, pura y sin embargo aun sintiendo esos sentimientos tan hermosos podía notar una ligereza de tristeza y arrepentimiento.
Mas tarde terminamos el desayuno, subimos a la habitación a ponernos los bañadores y bajamos tan rápido como pudimos hacia la playa.
Ahí yo me recosté en un camastro mientras veía como Jiminie y Jungkook jugueteaban en la orilla del mar mientras un par de muchachos les ponían el equipo necesario para aprender a surfear.
Saqué de mi bolso el teléfono de seguridad que me había dado Jk un par de días antes de partir y marqué el número de casa, quise arrepentirme de nuevo pero fue imposible en cuanto presioné el número para marcar… Uno, dos toques y ya alguien había contestado del otro lado de la línea:

-¿Aló? -Una voz vieja y rasposa había contestado del otro día de la línea.

-¿Ma-mamá? -Pregunté y de inmediato un nudo se me formó en la garganta.

-¿¡Mía!? -Contestó extrañada y con gran sorpresa. -¿Mía eres tu?

-S-si, si soy yo. -Alcé la vista y JK conectó su mirada a la mía, le sonreí de lado y seguí hablando: -Mamá ¿e-estas bien?

Hubo un largo silencio hasta que ella prosiguió:

-¿Cómo te atreves a marcar luego de tanto maldito tiempo? Malagradecida, te saqué del maldito infierno en el que estabas, te llevé al hospital para que tus demonios sanaran y tu me pagaste de esta manera, te largaste con el maldito animal que te lastimó ¡Estas enferma carajo! No te das cuenta que ese amor enfermizo te va a matar, va a acabar contigo, te va a llevar a la ruina ¿Y sabes qué? Tu para mi estas muerta, no sé para qué marcaste después de ocho años, no lo vuelvas a hacer, vuelve a olvidarte de mi.
Antes de que yo pudiera añadir algo ella ya había cortado la llamada, intenté llamar más de dos veces pero ella no respondió. Lloré, lloré bastante pero en silencio, no quería que Jungkook o Jiminie se dieran cuenta de lo que pasaba. Si bien ya habían pasado ocho malditos años, yo era feliz, tenía a mi pequeño conmigo, a Jungkook que aunque con peleas hemos mantenido nuestra relación con amor.
Miré hacia donde ellos y estaban más que contentos, Jiminie ya se había podido mantener de pie mientras que JK solo caía una y otra vez y aun con lágrimas en los ojos pude soltar una pequeña risita.
Era feliz.
La felicidad siempre se apaga solo que no se sabe cuándo.

-¡Mami! ¡Mami! ¿Viste cómo pude surfear y papi no? -Gritó Jiminie corriendo a mi sentándose en el camastro, Jungkook caminaba tranquilo sacudiéndose su cabellera castaña.

-Amor ¿quieres que pidamos que nos traigan algo hasta acá? -Me preguntó colocándose a un lado de Jimin, asentí y el continuó: -Vale, iré ahora mismo.

En cuanto se giró no pudo avanzar más de dos pasos en cuanto un hombre con el uniforme del hotel pero con la diferencia de que traía una cámara de esas que sacan foros instantáneas en mano y se posó delante suyo:

 ᴀʟ ғɪɴᴀʟ ᴅᴇʟ ʙᴏsǫᴜᴇWhere stories live. Discover now