Capítulo 2: California.

28.8K 1.6K 111
                                    

CAPÍTULO 2: California.

Me desperté cegada por la tenue iluminación de la nocturna ciudad. Sus calles estaban perfectamente cuidadas haciéndome sentir como en casa. Algunos chicos pasean por ellas, digno de un Sábado en la noche.

No sé en qué momento llegamos a la precaria casa, linda pero pequeña. Era blanca, de una sola planta y una cochera con un portón de madera, el césped bien cortado. Mis ojos volvieron a cerrarse sin previo aviso. Lo último que recuerdo fueron unos brazos pasando por mi cintura.

Desperté en una habitación que –aparentemente- era la mía, porque pocas personas saben que mi color favorito es el azul y sus paredes eran de este color.

La habitación contaba con una cama matrimonial con un respaldar de madera negra, un armario, una estantería, una mesilla de luz y un pequeño escritorio. Pequeña pero reconfortante.

Me senté en la cama dando un pequeño bostezo, el piso de alfombra color crema le daba un aspecto cálido; contrastando con las paredes oscuras. Recorrí cada parte de la habitación con la vista, hasta toparme con mis maletas en el suelo.

Tome una corta ducha, para luego colocarme unos shorts de jean, un top negro, y unas zapatillas negras. Ate mi cabello en una cola de caballo. Suspire ante la magnífica idea de que todo cambio; ya no tendría que estar cada minuto con un miedo audaz persiguiéndome.

-Ven ya Sky- grito Kendall desde algún punto de la casa.

Salí algo dudosa de qué camino tomar para ir a donde sea que me estaban llamando. Termine en la cocina donde mi hermano estaba desayunando, algo que mi madre preparo precozmente antes de marcharse a su nuevo trabajo de asistente social.

-Buenos días- dije llamando la atención.

-Ven siéntate- Kendall señalo con la cabeza el asiento frente a él.

-No me apetece desayunar hoy- se encogió de hombros algo frustrado.

Me levante de mi asiento y me volví por donde vine. Una vez en mi habitación tome los libros de una de las cajas y comencé a acomodarlos en la estantería frente al gran ventanal. Poco a poco mi habitación para la hora del mediodía estaba completa y acomodada.

Al fin logre conseguir el poder de vivir tranquila con alivio y no tener miedo de cada una de mis acciones. Pero siendo sincera conmigo misma extraño a mi padre, no al que ahora me maltrataba, si no a aquél que alguna vez jugó conmigo. Nunca me agrado que él me golpeara y no sabía cuáles eran sus razones; pero, me gustaba pensar que quizá algo grande tuvo que haber pasado para que él hiciera cosa tan semejante.

-Necesitó despejarme- dije para mí misma poniéndome de pie. Pensar en mi padre era algo que no me agradaba en lo absoluto.

Apenas salí de la casa dirigí mi vista por toda la calle, buscando algo que destaque aquella calle. Un viejo árbol llamo mi atención en aquel cuidado parque. A través de él pude visualizar la ropa y el cuerpo de mi hermano, haciendo amigos como siempre. Aquel don de simpatizar a todos desde el primer momento nunca fue lo mío realmente. Siempre era la solitaria, la que llevaba los golpes en la cara, a la que no se le acercan jamás; esa a la cuál era mejor tenerla lejos por sus problemas.

Decidí que era mejor dejarlo pasar y no hacerme problemas por la vida de mi hermano. Pase frente a unos bonitos locales donde en sus vidrieras se veían unos bonitos vestidos que no podría pagar en este momento. Ni nunca.

Volví a casa una vez que había oscurecido demasiado y no sabía por dónde volver. Entre sigilosa tratando que no se dieran cuenta de mi llegada. Mis pasos se pararon al ver la mirada asesina de mi hermano apareciéndose por la puerta que da a la cocina.

-Se puede saber por dónde andabas jovencita- rodee los ojos. Odio que me trate siempre así protegiéndome de todo. -Y a mí no me haces caras.

-Salí a dar una vuelta y me perdí de regreso- asintió desconfiado, marchándose a su habitación.

Entre en la cocina donde mi madre estaba con unos cuantos papeles en sus manos, enfrente de ella se encontraba una laptop. Sus ojos se encontraron con los míos. Sonrió, rara, quizá más bien la palabra sería malvadamente. Le devolví la sonrisa pero la mía es completamente tímida y desprotegida.

-Hija como ya sabes en esta casa hace falta mucho dinero.

Asentí.

-Pues tendrás que trabajar- trague en seco. Iba a protestar pero continúo -: No hija tu hermano no lo hará porque tiene que si o si terminar este año académico- rodee los ojos.

-O sea que yo ¿No iré a la escuela?

Negó.

-Empezaras la semana que viene- revisó sus papeles -: Tus cosas están en tu habitación ahora vete.

Me retire de allí, mi teléfono comenzó a vibrar. Leí rápidamente el texto:

De: mamá.

Por cierto ni se te ocurra decirle algo a tu hermano sobre qué vas a comenzar a trabajar.

Adentrándome en mi habitación me deje caer en mi cama. Todo esto de la nueva vida creo que no me está siendo como pensé que sería. Las lágrimas picaban por salir e intentaba contenerlas lo más que pudiese. Me sentía abrumada. Nunca imagine que esto podría ser así, siempre pensé en un nuevo comienzo diferente a este; la idea de corazones y flores habían sido mi sueño, igual algo de eso tengo, en vez de corazones tengo padres raros y en vez de flores tengo… Tengo flores marchitas.

Estaba apagada por dentro y por fuera, no tenía fuerzas para llorar algo que era completamente nuevo para mí, algo completamente distinto a lo que se volvió mi vida en los últimos días.

La puerta se abrió levemente pude escuchar el crujido de la madera a su paso, por lo que supuse que era mi hermano. Se aventó sobre mí creyéndose que era liviano y para nada lo era. La guerra de cosquillas había comenzado.

Las carcajadas resonaban por toda la habitación mientras que nuestra respiración era entre cortada y leve.

Al final caímos ambos rendidos a los brazos de Morfeo. Él abrazándome por la cintura y yo babeándole su brazo. Típico de nosotros.

Nota de autora: 

Bueno aca les dejo el segundo capítulo :) me gustaría que comenzaran a votar más seguido y a dejar sus comentarios.

Descubriendo a Sean Powell [DSP#1] (Sin editar)Where stories live. Discover now